La cosecha de la experiencia

Recuerdo que los juguetes que usábamos de niños, no eran comprados por nuestros padres, sino que los fabricábamos nosotros mismos, y de acuerdo a las características de cada objeto, los adaptábamos a nuestros juegos. Así fue cómo fuimos aprendiendo en base a los juegos. Esos juguetes eran herramientas para el aprendizaje, y de ahí fuimos obteniendo experiencia y conocimiento.

Voy seguido al orfanato y les llevamos juguetes y alimentos, mientras aprovechamos para enseñar a los niños cómo utilizar esos juguetes. Los juguetes son objetos de la vida cotidiana hechos en pequeña escala para una fácil manipulación de los niños. Cuando les regalamos juguetes a los niños tenemos que enseñarles el sentido de su uso. Por ejemplo, el helicóptero en juguete tiene las mismas formas y características que el helicóptero real. Para explicarles a los chicos cómo funciona, deberíamos explicarles basándonos en un helicóptero real, cómo es su estructura, su elaboración y para qué se lo utiliza; el mismo caso se aplica a los barcos, autos y aviones de juguete, todos esos objetos están construidos siguiendo una estructura, cada parte estructural cumple una función específica, y contribuyen enormemente a la humanidad. Al escuchar esto podría despertar en el niño un gran interés haciendo que observe detalladamente cada parte que compone su juguete. Cuando se descompone el auto del padre, el chico mira si es un problema que él mismo puede solucionar o hay que mandarlo al taller a reparar. Los niños imitan ese mecanismo, ellos no piensan en desechar un juguete una vez que se descompone, por eso digo que el juguete es la mejor herramienta de aprendizaje para los niños.
En las universidades también enseñan a los alumnos a hacer maquetas, por eso qué mejor que ir incentivando a los chicos el interés por aprender, ir metiéndoles la idea desde ahora.

He plantado en la terraza de mi casa un poco de frutas y verduras y,  por falta de experiencia, los frutos que obtuve hasta ahora son más pequeños y menos presentables que los de las verdulerías. Hay gente que me dice que regar esas plantas diariamente no hace más que incrementar mi factura del agua; que el proceso de plantación también es un gasto extra de tiempo, y que el costo resulta ser  más elevado que si  comprara en la verdulería.

En mi opinión, si antes de hacer algo sacamos la cuenta de si vale o no la pena el costo que lleva, no podríamos hacer nada. Porque en realidad ese tiempo invertido fue para comprar la experiencia. En nuestra vida estamos invirtiendo permanentemente, y no siempre la inversión se trata de dinero.

Invertimos tiempo, paciencia y pensamiento. Pasado un tiempo, lo que cosechamos no necesariamente es un resultado directo, pero durante el proceso obtenemos muchas experiencias, por eso se llama cosecha de la experiencia y esta cosecha vale mucho más que el resultado directo.

Al plantar frutas y verduras, no sólo aprendemos una capacidad de subsistencia, sino que también comprendemos el sufrimiento y el difícil trabajo de los campesinos en el proceso de la siembra y la cosecha, ofreciendo los mejores productos a los consumidores. Luego de plantar con mis propias manos comprendí el difícil proceso de su obtención, por eso agradezco enormemente su esfuerzo y su trabajo, cumpliendo con el objetivo de saciar el estómago a la vez que aprendo a apreciarlos sabiendo lo difícil que conseguir los frutos. Una pequeña fruta necesita 100 días de plantación y cuidado para llegar a la boca del consumidor, cada centímetro de esa fruta representa sangre y sudor. Durante la plantación estamos en contacto con la naturaleza, que a pesar de ser un breve contacto, nos permite ver e intuir la postura en el crecimiento de las plantas y su equilibrio.

El Tai Chi está relacionado con ese equilibrio de la naturaleza, del proceso de desarrollo natural de las plantas. Por eso cuando les explico a los alumnos más avanzados de Tai Chi las formas equilibradas de las plantas, por un lado por el respeto hacia el fundamento de sus leyes naturales, y por otro lado, su espíritu de lucha, sin holgazanear, su constancia y su independencia para mantenerse erguida. Así, la naturaleza es mi modelo de aprendizaje y mi herramienta de enseñanza de este arte marcial.

¿Por qué hago tanto hincapié en la primera parte de la forma de Tai Chi? En primer lugar, porque es la base, y segundo, porque utiliza elementos de la naturaleza para explicar el equilibrio de los movimientos. Esa fuerza natural, combinada con la energía generada por los movimientos naturales otorga enormes beneficios al cuerpo. La concentración y el movimiento van al unísono y se controlan mutuamente, obteniendo así una tranquilidad pura. En ese estado de tranquilidad, podemos agudizar el nivel del pensamiento, elevar el espíritu y la eficacia laboral, incrementar la inteligencia para resolver las asuntos de la vida cotidiana. Toda esta experiencia se obtiene mediante la práctica del Tai Chi y nos permite desenvolvernos mejor en todas las áreas.

Chao Piao Sheng