Algunos pocos recuerdos de las enseñanzas del maestro en San Pedro.

– Luego de observar nuestra práctica, el maestro nos dijo: “Debe practicar los movimientos del taichi como si fuera una flor que se abre lentamente, de forma natural y continua. La forma no puede tener interrupciones, ni los movimientos deben realizarse bruscamente.”

– Ese día, escuché como se dirigía el maestro a otro alumno, con respeto, pero con firmeza: “Usted no come solamente una vez por semana, ¿no? Usted no necesita que sus padres le den de comer, ¿no es cierto? Bueno, con la práctica del tai chi sucede lo mismo. Usted debe practicar todos los días. No necesita a nadie que le esté encima para practicar en forma constante.”

– También ese día, al comienzo de la jornada, hicimos unos minutos de meditación parados. Nos paramos en fila, en la sombra. Luego, el maestro nos pidió que nos acercáramos a un área soleada. Allí, nos puso de espaldas al sol para que meditáramos parados otra vez. Luego nos explicó: “Meditando de esta manera podemos absorber la energía que viene del sol. Tomar sol en forma moderada de espaldas también es bueno para energizar los meridianos que recorren la espalda”.

– Nuestras sesiones de meditación ocurrieron el sábado y el domingo por la mañana, bien temprano. El maestro explicó, entre otras cosas, la importancia de tener la columna derecha. “Hay varias formas de cruzar las piernas, y hay varias formas de poner las manos. Estas no son tan importantes como asegurarse de tener la columna derecha. Para eso es útil tener un banquito levemente inclinado que permita enderezar la espalda”.

Ariel Yablon