Recuerdos del viaje a San Pedro 5

Jul 15th, 2009 | By | Category: Testimonios

-Viernes

La cita fue en el consultorio del Maestro a las 8:30 hs. Nos repartimos en cinco autos. A mí me tocó ir con Pablo y con la charla el viaje se hizo muy corto. En la estación de servicio del ACA que está en entrada a San Pedro se sumó Carlos.

Nuestra primera actividad fue visitar “La Campiña”. Seguimos una visita guiada en la que nos explicaron cómo se cultivan y cosechan las naranjas y duraznos; cómo se los protege del frío y cómo se seleccionan los mejores ejemplares para exportarlos a Europa. También nos contaron que pintan los frutos con una cera especial, para darles buen aspecto y para que no “respiren” y se conserven mejor.

Al mediodía nos sentamos a comer. El Maestro había traído una olla llena de rico arroz con hongos y maní del que comimos varios.
Mientras hacíamos la digestión el Maestro habló sobre los objetivos de la meditación. También mostró cómo usar la mandarina y el limón como repelente para mosquitos; y explicó cómo preparar la mandarina para aliviar el dolor de garganta.

Después nos pusimos a practicar taichi chuan. Hacer la forma sobre el césped es muy diferente a hacerla sobre baldosas; el equilibrio está más comprometido.

En el estacionamiento de “La Campiña” encontramos tres autos de los años ´50 en excelente estado de conservación. Luis les sacó fotos.
A eso de las 16 hs. partimos rumbo al Tiro Federal, donde ibamos a alojarnos. Allí se sumó Ariel.
Nos repartimos en 5 bungalows y al rato salimos a recorrer las barrancas de San Pedro.

El Maestro nos desafió a subir la barranca por un camino de tierra. Todos dijimos que sí, porque desde abajo parecía fácil, pero al rato de empezar el ascenso dejó de parecerlo. Cuanto más subíamos, la pendiente se hacía cada vez más vertical. Llegamos arriba con la sangre y la energía a toda máquina.

Después el Maestro nos hizo hacer cinchadas en grupos, para experimentar el ejercicio de fuerza en equipo. Al principio participaron las chicas, cuatro contra cuatro, pero tiraron tan fuerte que la soga se rompió. Sorpresa general. Entonces, el Maestro sacó una soga de repuesto y dispuso que la cinchada fuera de a uno contra uno. El Maestro se divertía como nunca viéndonos tirar de la soga !!!
En ese breve tironeo descubrí cosas sobre mí mismo que ni me imaginaba.

Después bajamos la barranca, pero por escalera. Y volvimos a subirla de a dos escalones, que resulta menos cansador que de a uno.

Con el cuerpo y la mente bien despiertos luego del ejercicio, nos fuimos a hacer las compras al supermercado y la verdulería.
Luego, a casa a bañarnos y cenar. La idea era acostarse temprano para poder estar de pie a las 6:30. A través de la pared se escuchaban las risas de las chicas del bungalow vecino, pero eso no me impidió dormir. Había sido un día muy largo y sin siesta.
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-Sábado.

El sábado nos levantamos a la hora prevista y tomamos unos vasos de agua caliente antes de preparar el lugar para recibir a todos los que iban a venir a meditar.
A las 7 estaban todos en nuestro bungalow listos para empezar. El Maestro dio instrucciones precisas sobre cómo llevar adelante la meditación y contestó preguntas. Empezamos recitando un mantra muy lentamente, controlando bien el aire y el sonido. Esa mañana, la sesión duró 30 minutos y descubrí que la meditación es mucho más profunda cuando se está en grupo.

Después desayunamos el arroz que había quedado del día anterior y nos preparamos para salir rumbo al Paseo Público, un hermoso parque a cinco cuadras de distancia.

Antes de salir el Maestro nos hizo formar una fila de a dos, con los varones adelante. Esto generó la previsible pregunta de las chicas -¿por qué nosotras atrás?-
Más tarde, el Maestro explicó sus razones, pero el hecho me despertó una inquietud: ¿por qué está tan subvalorada la parte de atrás?

Al llegar al parque caminamos hasta el río y luego fuimos hasta una zona elevada y bajo techo, ideal para practicar taichi chuan. El Maestro nos hizo formar parejas para practicar aplicaciones de diferentes técnicas de la forma. Hacíamos como el Maestro nos había indicado y de a poco iban surgiendo otras variantes. Me gusta mucho cuando practicamos de a dos.

Al terminar nos sentamos en el pasto para escuchar al Maestro que habló sobre cómo tomar energía del entorno, sobre la respiración y sobre el karma, entre otros temas.
Una vez le pregunté al Maestro si planeaba previamente los temas sobre los que iba a hablar y me dijo que no, que iba improvisando según cómo se dan las circunstancias y según su intuición. “Yo no voy con un plan calculado. Hago de acuerdo a lo que va apareciendo en el momento, o a las cosas que hay disponibles en el lugar”, decía. Un buen ejemplo de “wu wei.

Después del almuerzo, dormimos la siesta (¡qué bueno!). El Maestro dice que la siesta, aunque sea de unos pocos minutos, ayuda a continuar la jornada con mejor energía.

Por la tarde salimos a pasear al puerto y de ahí fuimos hasta Vuelta de Obligado. Frente al río nos sacamos fotos y practicamos varios tipos de tan lien mientras se ponía el sol. Había un clima de muy buen humor y todos nos reíamos.

Esa noche el Maestro mostró cómo preparar los vegetales al wok en el bungalow de al lado ante la atenta mirada de sus alumnos.

Después de cenar, nos reunimos en nuestro bungalow para ver “Ong Bak 2”, una película de artes marciales que trajo Gustavo. La peli, dejando de lado un final muy caprichoso, es entretenida, pero transmite valores muy diferentes a los que enseña el Maestro.
Ël siempre dice que las artes marciales utilizadas como vehículo de la agresión, la soberbia y la venganza no conducen a buen destino. Sólo refuerzan los aspectos más negativos del ser humano. Por eso insiste tanto en equilibrar la práctica marcial con el cultivo espiritual. Hace poco me dijo algo al respecto: “La técnica de defensa personal más efectiva es la misericordia”
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-Domingo.

El domingo a las 7 estábamos otra vez todos juntos para meditar. Esta vez la sesión fue de 50 minutos. Al terminar, mucha gente se mostró asombrada de haber aguantado todo ese tiempo. Parece que al meditar en grupo se genera un ambiente muy propicio.

Después vino el desayuno: arroz con batata, zapallo y zanahoria. El Maestro nos mostró una técnica muy interesante para comer y que después no sea necesario usar detergente para limpiar los platos.

A las 9 salimos rumbo al Paseo Público. Fuimos directo al mirador que hay junto al río. Ahí hicimos las primeras prácticas de tomar energía del entorno. Primero a la sombra, al lado del agua y rodeados de vegetación. Despúes, el maestro nos mostró cómo ubicarnos para tomar la energía del sol.

Mientras hacíamos esto pasó frente a nosotros una señora con dos perros bastante grandes, que minutos protagonizaron un hecho muy llamativo.
De pronto vimos a los dos perros grandes perseguiendo a uno mucho más chico con intención de atacarlo. Algunos compañeros salieron en defensa del perro más chico, que parecía acorralado. La situación generó inquietud y también enojo contra la dueña de los perros grandes, por no saber controlarlos.

Más tarde el Maestro nos contó una historia sobre Buda que aportó una mirada diferente sobre el hecho que acabábamos de presenciar. Este relato del Maestro y todas sus implicancias morales me quedaron resonando en la mente durante un buen rato.

Practicamos taichi chuan todos juntos y luego nos separamos en grupos según el nivel.

Durante el almuerzo, el Maestro contó la historia de su llegada a la Argentina; por qué vino y cómo fueron sus primeros tiempos en Buenos Aires y cómo descubrió que su destino era quedarse acá.

Iniciamos el regreso a las 14 hs. con el Maestro en el auto de Gustavo que nos trajo de vuelta en menos de dos horas. En la ruta nos detuvimos a comprar quesos artesanales que estaban muy ricos.

Este es un relato muy resumido de lo vivido en San Pedro. Aprendí mucho estando allá y también durante todo el proceso de organización previo al viaje. Hice y descubrí un montón de cosas nuevas, y me divertí mucho. También hubo cosas que quedaron sin hacer por falta de tiempo. Ya habrá otra oportunidad.

Fueron muy valiosos para mí estos días compartidos con el Maestro. Gracias a él por su tiempo y por las enseñanzas de su palabra y de su ejemplo cotidiano. Gracias a mis hermanos de práctica, que me dieron su amistad y buena onda; y también gracias a los conductores que nos llevaron y trajeron de vuelta a casa de manera segura.

Daniel Fresno

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