De Taichung a Buenos Aires
Ago 27th, 2009 | By Editor | Category: Charlas con el MaestroDurante el viaje a San Pedro, Romina le preguntó al Maestro cómo fue que eligió venir a la Argentina. Al otro dÃa durante el almuerzo, el Maestro contó esta historia.
– Mi maestro (Wang Shu Chin) habÃa fallecido hacÃa tres años y yo vivÃa con mi familia en la ciudad de Taichung. Una noche, durante un sueño, apareció mi maestro y me dijo que tenÃa que irme a enseñar su arte fuera de Taiwan. Le pregunté a dónde tenÃa que ir y me respondió que iba a encontrar la respuesta en la plaza a la que iba todos los dÃas a practicar.
A la mañana siguiente, al llegar a la plaza, se acercó un compañero de práctica para pedirme que le enseñe digitopuntura. El era un hombre de muy buena posición económica y mayor que yo, pero en la escuela era más nuevo y me decÃa «tÃo». Yo le pregunté por qué querÃa aprender esa técnica y me contó que planeaba irse a vivir a Argentina y que querÃa saber algo de digitopuntura por si se enfermaba. También me dijo que iba a iniciar los trámites para emigrar.
– ¿SerÃa Argentina el lugar al que se referÃa mi maestro en el sueño? Pensé que si asà fuera habrÃa señales favorables.
Empecé los trámites para poder viajar junto con mi compañero.
Entonces yo tenÃa 34 años y las leyes de Taiwan establecen que los varones menores de 40 años tienen contar con un permiso especial para salir del paÃs.
Al poco tiempo recibà mi autorización para viajar, pero mi compañero no. Esperamos varios meses a ver si él obtenÃa su permiso, pero nada.
¿Por qué a mi compañero se le presentaban tantos obstáculos para hacer este viaje y en cambio a mà se me hacÃa tan fácil?
Sentà que esa era una señal de que estaba en el camino correcto sugerido mi maestro.
– Otra señal auspiciosa fue que al poco tiempo de llegar a la Argentina empezaron a llegar pacientes. Los primeros tiempos en Buenos Aires vivÃa en un edificio que en la planta baja tenÃa un supermercado manejado por un compatriota. Una vez un cliente le contó que tenÃa la rodilla muy hinchada y dolorida. Entonces mi compatriota le dijo que vaya a verme, y asà llegó mi primer paciente en Argentina. Y detrás de él, llegaron otros.
Muchas veces hacÃa visitas a domicilio. Iba en colectivo a todas partes con mi equipo de electroacupuntura.
– Después de vivir dos meses aquÃ, regresé a Taiwán, donde habÃa quedado mi familia. Al poco tiempo, mi compratiota, el del supermercado, me llamó para decirme que los pacientes pedÃan que vuelva a Buenos Aires. Tres veces me llamó preguntándome cuándo iba a regresar.
– Entonces, decidimos venirnos todos a Argentina. Primero vino mi esposa con dos de mis hijas y mis padres. En octubre de 1985 vine yo con mi hija menor, que era un bebé. Desde que llegamos a este paÃs tuvimos mucha suerte. Tuve trabajo y encontré buenas personas, como Carlos y Helena, que me ayudaron a armar mi consultorio y me dieron su amistad y buenos consejos.
– Y después de tantos años acá ¿qué planes tiene? ¿Va a quedarse o va a volver a Taiwan? – preguntó una alumna.
– No sé, siento que mis alumnos y mis amigos en Argentina no me dejan ir muy lejos– dijo el Maestro sonriendo.