Mi maestro es la Naturaleza
Nov 10th, 2009 | By Editor | Category: Charlas con el MaestroDespués de los 20 ejercicios y las series de tan lien el Maestro nos hizo formar una fila de a dos; varones adelante, chicas atrás. Asà nos dirigimos hacia otra parte de la plaza donde hay un árbol enorme y muy antiguo que parece un ombú.
Al llegar, el Maestro dijo:
– Este árbol tiene más de 120 años. Los árboles que tienen más de cien años son árboles santos.
Yo vine varias veces a tomar energÃa de este árbol. Su energÃa es muy poderosa.
Mi maestro ya no está en este mundo, por eso ahora mi maestro es la Naturaleza. Observándola sigo aprendiendo.
FÃjense la forma que adoptan las raÃces. La sección, en lugar de ser circular, es ovalada; asà sostiene mejor al árbol. Fijense cómo las raÃces se desvian antes de llegar a los lÃmites que impone la estructura de cemento. Al desviarse lo hace adoptando una forma redondeada. Lo mismo hacemos en taichi chuan; en lugar de usar lÃneas rectas usamos movimientos circulares.
-Maestro, dicen que de noche no hay que dormir bajo un ombú – dijo una alumna.
– Claro, porque de noche el árbol toma oxÃgeno del ambiente – dijo el Maestro.
– Miren esa rama. Es tan larga que por su peso cayó hasta apoyarse en otra rama del mismo árbol. Una parte del cuerpo sostiene a la otra. Esto nos enseña a autosostenernos. En mi jardÃn hay una planta con una rama horizontal muy larga que pasa a pocos milÃmetros del borde de la maceta. Sin embargo, no se apoya en él; se mantiene con sus propios recursos. Tenemos que aprender de las plantas y los árboles que no se dan por vencidos. En verano o en invierno, con frÃo o con calor, ellos siempre se mantienen de pie, con raÃces firmes en la tierra y el tronco erguido buscando la luz.
– El arbol crece lentamente y a paso firme, igual que en el taichi chuan. Hace un tiempo les dije cuáles eran las claves de la buena práctica: disciplina, paciencia y concentración. Al formar una fila para venir aquà pusimos en práctica la disciplina.
– ¿Y cuál es el lugar de la libertad? – preguntó uno de los presentes.
– La libertad tiene que ir acompañada de los lÃmites. Libertad sin lÃmites no es libertad. Además, cuando ejercemos la libertad realizamos actos que tienen consecuencias, para nosotros o para los demás. Hay que estar atentos a las consecuencias de nuestro libre accionar, porque puede limitar la libertad de otros.
– ¿Por qué el árbol antiguo es santo ? Porque su naturaleza lo obliga mantener la quietud; porque no tiene codicia. Es muy difÃcil lograr la iluminación si uno no logra controlar el egoÃsmo y la codicia.
– Es cierto – dijo una alumna. – Del reino animal, los humanos somos los únicos que acumulamos recursos para más de un año. Los animales que guardan alimentos lo hacen para ese año. Saben que al año siguiente volverán a trabajar para conseguir el sustento. Los humanos nos obsesionamos en acumular más y más.
– Maestro ¿con las personas es igual que con los árboles, que cuantos más años tienen más sabios son? – preguntó un alumno.
– No es igual con los humanos. Una persona, con el paso de los años, puede lograr más sabidurÃa si logra controlar su mente y entrena cuerpo y espÃritu. Si no hace esto, no.