Latas de Lee-Chi
Mar 1st, 2010 | By Editor | Category: Charlas con el MaestroEste sábado la clase estaba muy poblada y el Maestro dijo:
– Parece que ya volvieron todos de vacaciones. ¿Cómo la pasaron?…¿descansaron? Es más lindo cuando uno puede irse de vacaciones a algún otro sitio, pero si no tuviéramos la suerte de hacerlo, también podemos descansar quedándonos en la ciudad. Porque en esta época hay menos gente y también menos tránsito, menos gritos y bocinazos, y eso ayuda mucho al descanso.
Buena parte del descanso del perÃodo de vacaciones es una actitud mental. No es indispensable irse a la playa o a la montaña. También podemos tener buenas vacaciones quedándonos en la ciudad si pensamos de manera positiva.
Hace poco le mostré al Maestro un video grabado en 1985 en el que se veÃan diferentes escuelas de pakua de Taiwan.
– Al principio de ese video se ve gente que hace pakua chuan- dijo el Maestro, -que es muy diferente al pakua chang que hacemos nosotros. Es más externo, con mucho de shaolin. El pakua chang que enseñaba mi maestro no era asà de duro. En los estilos externos se usa mucha rigidez muscular. Cuando el músculo está rÃgido, la energÃa no llega hasta la mano; además tanta rigidez provoca fatiga y agota al corazón. En los estilos internos se entrena relajado de manera que la mente y la energÃa lleguen bien a todas partes. La fuerza no depende de los músculos únicamente; lo principal está en la correcta alineación de todas las estructuras óseas, de los ligamentos de las articulaciones y de los tendones. Por eso practicamos chan chuang (posiciones estáticas) y hacemos movimientos lentos, para fortalecer la concentración y permitir que la energÃa pase bien por todos los segmentos del cuerpo.
Además, no usamos patadas tan altas como las que se ven en ese video. Pateamos del ombligo para abajo porque eso nos da mayor estabilidad y nos permite conservar mejor la energÃa. Patear alto es agotador. Es más bonito a la vista, cierto, pero no es conveniente para la defensa personal.
– Pero a pesar de la relajación, en el momento del golpe hay tensión ¿no? – preguntó un alumno.
– El golpe debe ser relajado porque eso le da velocidad. Sólo en el instante del contacto hay tensión, pero no es una tensión producto de la rigidez muscular, sino de la correcta alineación de los huesos y de la fortaleza de los tendones y ligamentos.
– Mi maestro, Wang Shu Chin, era un gran artista marcial, pero él no enseñaba únicamente el aspecto marcial del arte. Enseñaba tai chi chuan, hsing-i chuan y pakua chang de manera completa y equilibrada; como arte marcial y como camino espiritual. El otro dÃa me llamó alguien pidiendo aprender taichi chuan, «pero únicamente el aspecto marcial», decÃa. Yo le respondà lo que siempre digo: si a usted sólo le interesa ganar todas las peleas, no pierda tiempo aprendiendo artes marciales; cómprese una pistola. Lo marcial sin el contrapeso de lo espiritual solo conduce al sufrimiento del practicante y de quienes lo rodean.
– Por eso no organizamos ni participamos de torneos; porque creemos que el verdadero combate es el que uno libra contra sà mismo. Yo hace más de 40 años que practico artes marciales y nunca tuve una pelea.
Miren lo que pasa con los EEUU. Son el paÃs con mayor poder militar del planeta y están continuamente en guerra, en una vorágine de violencia que no termina nunca y que además se vuelve contra ellos mismos. Hoy los norteamericanos viven en un clima de miedo y paranoia que no se sabe cuándo ni cómo va a terminar.
– ¿De qué sirve saber sólo el aspecto marcial en estos tiempos difÃciles, con tantas catástrofes naturales ? Si somos los más fuertes, si somos capaces de romper varios ladrillos con un puño ¿estaremos mejor preparados para enfrentar a la muerte sin miedo? No alcanza con saber pelear; hay que fortalecer el espÃritu también. Por eso, junto con el cultivo del cuerpo, hay que cultivar la misericordia y el amor hacia todos los seres vivientes. También es importante recitar el mantra siempre que haya oportunidad.
– Esto me hace acordar una historia. HabÃa una mujer taiwanesa muy rica que se instaló en Filipinas por cuestiones de negocios. En su lujosa mansión recitaba todos los dÃas los sutras budistas y la empleada doméstica, que era filipina, la escuchaba con atención. Un dÃa la empleada le pidió a la patrona que le enseñe algún sutra. «Â¿Pero cómo voy a enseñarte los sutras si tú ni siquiera sabes leerlos ?», respondió la patrona. La humilde mujer pidió que le enseñe algo para rezar, aunque sea un mantra. Aprovechando que la mucama no sabÃa chino y haciendo gala de un perverso sentido del humor, la patrona le enseñó un mantra falso en el que en lugar de invocar la luz del Buda, se invocaba a las «latas de lee-chi». *
La empleada doméstica aceptó con gratitud el mantra y empezó a recitarlo siempre que podÃa, con gran devoción, sin saber lo que estaba diciendo. Un dÃa, el barco carguero en el que trabajaba el hijo de la mucama, naufragó. El muchacho cayó al mar y cuando estaba punto de ahogarse vio acercarse una enorme caja de madera que transportaba latas de lee-chi y que le permitió flotar hasta ser rescatado.
– A mà me pasó algo muy fuerte con el mantra, Maestro – dijo Gustavo. -ConducÃa por la ruta con mi esposa y mi hijo de pocos meses, que dormÃa en el asiento de atrás. De pronto se desató un tremendo tornado que no permitÃa ver nada. CaÃan piedras que, sobre el techo del auto, sonaban como una ametralladora. Yo seguà manejando porque si me detenÃa, el tornado me iba a arrastrar a la barranca que habÃa al costado de la ruta. Mientras sucedÃa todo esto, mi esposa y yo nos pusimos a recitar el mantra a los gritos. Al poco tiempo, salimos del tornado y paramos para ver cómo habÃa quedado la chapa del auto. No habÃa ninguna marca y además, nuestro hijo seguÃa durmiendo como si nada hubiera pasado.
– Recitar el mantra con devoción es muy importante -continuó el Maestro, -porque aquieta la mente y permite enfrentar las situaciones con serenidad.
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*Lee-chi es una fruta parecida a la uva que suele venderse en lata, como los duraznos en almibar.
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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 27 de febrero de 2010
Es muy agradable leer estas palabras desde el viejo mundo.
Saludos.