Este sábado, después de la rutina de ejercicios, el Maestro dijo:

-La clase pasada le dije a una alumna que se abrigara y no me hizo caso y hoy tuvo que faltar a la clase porque está resfriada. En esta época hay que cuidarse de las bajas temperaturas. La gente a veces piensa «yo estoy haciendo ejercicio, estoy fortaleciendo mi cuerpo y mi salud, no necesito abrigarme» y no es así. Durante la práctica transpiramos y nuestros poros se abren más y, si no estamos protegidos, entra el frío y la humedad y nos enfermamos. Somos de carne y hueso, no de acero. Incluso el acero se arruina después de un tiempo si no se lo protege.

-Quiero que se fijen en los brotes que crecen en la tierra que rodea a nuestro pino. Verán que no son brotes del pino; son de la palmera que está allá – el Maestro señala una gran palmera a 30 metros de nuestro sitio de práctica. ¿Cómo aparecieron acá esos brotes? Seguramente el viento trajo las semillas de la palmera hasta aquí. Claro que acá no tendrán muchas posibilidades de crecer y convertirse en una palmera grande y fuerte. Por otro lado, las semillas que el viento depositó sobre las baldosas tuvieron peor suerte, porque ni siquiera van a poder brotar.

-Nosotros somos como las semillas. Es importante que en esta vida cultivemos una buena afinidad con el medio en que nos tocó estar, porque no sabemos dónde nos va a llevar el viento la próxima vez. Hay que construir buenos vínculos con todos los que nos rodean, dejando de lado el egoísmo, los caprichos, la envidia o las peleas. El enfrentamiento con aquellos que no nos caen bien no conduce a nada bueno; se transforma en una espiral de pelea que nunca deja de crecer y en la que ninguno gana. Por el contrario, hay que tratar de aceptar lo que nos dan.

-Una vez, un amigo argentino me invitó a cenar a su casa. Llenó mi plato y yo me comí hasta el último grano de arroz dejando el plato limpio. Al ver esto, mi amigo dijo riendo «parece que Chao tiene mucho hambre». Yo le expliqué que no era hambre, que era respeto hacia la comida y hacia él, que me la ofrecía. Hay que valorar la comida de nuestro plato. Mucha gente termina de comer dejando comida en su plato, que luego va a la basura. Se comportan como millonarios.  Eso no está bien. ¿Saben cuánto tiempo lleva conseguir un grano de arroz? Cien días. Piensen en esas regiones de Africa donde la gente pasa hambre. Acá en Argentina es relativamente fácil conseguir alimento, por eso mucha gente no lo valora como corresponde. Pero ese desprecio, tarde o temprano, conduce a la degradación y a la miseria. Si no valoramos y agradecemos el alimento que llega a nuestra mesa, en la próxima vida tal vez nos toque vivir en Africa.

-Ya lo dije antes, la suerte no existe. Existen las causas y las consecuencias. Nuestra suerte la vamos construyendo nosotros mismos. Lo que ahora estamos viviendo es consecuencia de nuestras acciones pasadas y nuestras acciones del presente definirán nuestro destino. El destino no está escrito; podemos cambiarlo según nuestra práctica. ¿Y cómo se hace para cambiarlo? Actuar con amor y misericordia hacia los que nos rodean es una forma de empezar a cambiar nuestro destino. Dejando de lado la soberbia y la codicia; dando, en lugar de esperar recibir.

-Por eso es tan importante el trabajo voluntario. Mucha gente trabaja pensando únicamente en ganar dinero, pero eso no hace feliz a nadie. Esa gente vive estresada y busca placer y descanso en sitios donde nunca los va a encontrar.
Está bien, es indispensable trabajar para mantenerse a uno y a la familia, pero parte del tiempo que sobra hay que usarlo para ayudar al prójimo. De esta manera se benefician todos. El que recibe ayuda y también el que la brinda, porque al entrar en contacto con la gente necesitada toma conciencia de todas las cosas buenas que tiene y se siente afortunado y su espíritu se fortalece.
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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 15 de mayo de 2010