Cambiar el mundo

May 5th, 2010 | By | Category: Charlas con el Maestro

La clase de este sábado, Día del Trabajador, fue especial. Nos encontramos a las 6 de la mañana junto al árbol antiguo que hay cerca de nuestro sitio habitual de práctica y lo rodeamos formando un gran círculo.
El Maestro nos enseñó cómo hacer para tomar la energía del árbol y así practicamos durante la primera media hora.
Después seguimos con los 20 ejercicios y las series de tan lien mientras el sol iba iluminando la ciudad. Al terminar, como la reja que rodea al árbol tenía una puerta abierta, entramos para abrazarlo y agradecer sus buenos servicios. El Maestro dijo:

-Yo vine varias veces antes a tomar energía de este árbol. En todas esas oportunidades el árbol estaba rodeado de gente durmiendo, la reja estaba cerrada y había un fuerte olor a orina. Hoy en cambio, no hay nadie durmiendo, la reja está abierta y tampoco hay olores desagradables.  Todo esto fue posible por la conjunción de nuestras voluntades y nuestros deseos de encontrarnos y practicar. El deseo de un grupo es más poderoso que el de un individuo.

Después hicimos tui shou. Formamos parejas y empezamos una práctica intensa y divertida. Al terminar el Maestro dijo:

-El tui shou no es un cuestión de agitar los brazos y dar manotazos. Lo principal es desarrollar la sensibilidad y mover el cuerpo en función de lo que se siente; los brazos se mueven siguiendo el movimiento del cuerpo. En tui shou buscamos aplicar palancas para desestabilizar al adversario.

De la plaza nos fuimos hasta el consultorio del Maestro. Como había asiento para todos, esta vez meditamos sobre sillas. Luego de media hora de meditación, unos alumnos sirvieron el té y las galletitas que habían traído para compartir con todos. Antes de beber el Maestro ofrendó la bebida y la comida al Buda y dijo:

-Ofrecemos los alimentos al Buda por dos motivos. Uno, por respeto, y otro, porque después esos alimentos van a nutrir mejor a nuestro cuerpo.

-Hoy es un día feriado y mucha gente lo aprovecha quedándose en la cama hasta tarde. Pero ustedes, en lugar de quedarse calentitos bajo las mantas, eligieron levantarse y venir a la práctica a las 6 de la mañana. Esta era una prueba y estoy contento de que la hayan pasado y que hayan venido tantos alumnos.

-Al meditar sentados a veces resulta difícil mantener la concentración y la mente se va a cualquier parte. Por eso conviene empezar practicando taichi chuan o chi kong, porque el movimiento nos permite fijar la mente y fortalecer la concentración. Es muy importante que durante el taichi chuan no haya cortes, que el movimiento sea fluído y contínuo. Eso ayuda a sostener la concentración.

-El taichi chuan es más que un arte marcial; es un arte de vida. Sirve para defender la vida ante una agresión física, pero también defiende la vida al fortalecer el sistema inmune y la salud en general. Los principios del taichi chuan también nos ayudan a lidiar con la agresión psicológica y el cultivo espiritual nos sirve para enfrentar las más diversas situaciones de la vida cotidiana. Por eso digo que es un arte de vida.

-El otro día hablábamos de cómo podemos hacer para mejorar el mundo. Si queremos cambiar algo en este planeta, tenemos que empezar cambiando nosotros. Todo empieza en nosotros mismos. Podemos practicar taichi chuan o chi kong,  pero lo haremos con disciplina, paciencia y concentración. A través de esa práctica iremos fortaleciendo el cuerpo, la mente y el espíritu. Así crecerá la misericordia dentro de nuestro corazón y esa misericordia se irá volcando hacia afuera, alcanzando primero a los que está más cerca, luego a los que están más lejos. La misericordia puesta en acción genera cambios en los demás. Esa es la manera de cambiar el mundo.

-Hace tiempo tuve un alumno que estaba preocupado por su hijo de 19 años, que también tomaba clases conmigo. Un día me acerqué a charlar con él y le pregunté de qué trabajaba. Me contó que era repositor en un supermercado. Le dije que ese oficio no tenía futuro y que debía pensar en su futuro. «Ninguno de los chicos de mi edad piensan en el futuro», me respondió. Entonces, le dije que eso le daba a él una ventaja relativa sobre todos los demás. Que lo más importante es tener un objetivo y trabajar para conseguirlo, sin esperar una recompensa inmediata. Es mejor aprovechar cuando uno es joven para prepararse para el futuro y así tener una mejor vida adulta. Tiempo después le pregunté cómo andaba su trabajo y me contó que había dejado el supermercado para dedicarse a estudiar.

-En cada momento de la vida hay algo para hacer. Algunas personas piensan que el momento de la jubilación es para no hacer nada y «descansar». No es así, cuando uno se retira tiene que seguir practicando. Hay que aprovechar el tiempo libre para profundizar la práctica; retomar aquellas actividades que quedaron inconclusas cuando uno era joven y debió atender otras responsabilidades; aprender cosas nuevas.
Hay que seguir practicando para la siguiente vida. Miren cómo hacen las plantas; nacen, crecen, pero antes de terminar su ciclo dejan una semilla. Nosotros tenemos que hacer como las plantas y preparar nuestra «semilla» que va a germinar en la siguiente vida.

-Una vez fuimos con varios voluntarios de la Fundación Tzu Chi al geriátrico de la localidad de Rawson. Ahí hay muchos ancianos sin familia que se ocupe de ello y suele haber un feo olor. Entre los voluntarios había una chica de 25 años que, ante el olor se sintió mal y se fue afuera. Me acerqué a ella y le pregunté si sentía bien. Me dijo que sí pero que no podía aguantar el olor. Le expliqué que todos algún día seremos viejos y tendremos mal olor y que a pesar de eso sentiremos un enorme necesidad de cuidados y amor. Le mostré cómo tenía que respirar y volvimos a entrar al geriátrico. La chica se sobrepuso y realizó tareas de ayuda junto a los demás voluntarios.
Tiempo después me dijo que esa experiencia le ayudó a acercarse a su abuela, de quien estaba muy distanciada. Contó que fue a visitarla y que no le importó cómo olía, que la peinó amorosamente y que la abuela quedó gratamente sorprendida. «Â¿Qué pasó? ¿Me cambiaron la nieta?».

-¿Cómo se dice, Maestro? ¿Chi kong, qi gong o chi kung? – preguntó un alumno.

-Son diferentes maneras de traducir un mismo concepto al abecedario occidental. Nosotros lo escribimos como suena en español: chi kong. «Chi» es energía. «Kong» es una habilidad obtenida. Por ejemplo, «kong fu» significa «la habilidad obtenida con tiempo y paciencia». Puede haber kong fu en cualquier actividad, no sólo en las artes marciales. Un carpintero que tiene gran maestría en su oficio, se dice que tiene buen kong fu. Por lo tanto, «chi kong» es la habilidad obtenida en el manejo de la energía.
La energía tiene tres orígenes. Está la que se obtiene de la respiración, la que se obtiene de la nutrición y la que se hereda de los padres. Al conocer los tres orígenes de la energía se puede cultivar y potenciar cada una de ellas.

-Maestro, usted habla de la misericordia, pero ¿qué pasa cuando aparece el enojo, la bronca? – preguntó un alumno.

-Hace un tiempo les hablé de lo importante que es hacer dos o tres respiraciones profundas antes de reaccionar cuando uno está enojado. Hay que ejercitar la paciencia; ponerse en el lugar del otro. Tratar de comprenderlo y ayudarlo con humildad a ver aquello que tal vez no puede ver. Por ejemplo, estoy en la cola del banco y alguien se quiere colar. Me acerco y le digo «sé que usted está apurado y por mí no hay problema, porque yo tengo paciencia, pero ¿qué va a decir el resto de la gente de cola? «.

-Muchas veces, cuando algo sale mal, la gente «qué mala suerte tuve». La suerte no existe. Existe la causa y la consecuencia. Existe la preparación para que venga aquello que interpretamos como «suerte». A través de la disciplina, la paciencia y la concentración vamos acumulando la experiencia que necesitamos para lograr esa preparación; para que venga lo bueno, que vendría a ser la «buena suerte».

-Antes de terminar quiero invitar a todos este domingo 9 de mayo a la Ceremonia del Baño del Buda. La cita es a las 15 hs. en la Fundación Budista de Caridad Tzu Chi, Gorriti 4050 (entre Gascón y Francisco Acuña de Figueroa). Es una ceremonia muy linda, muy profunda y respetuosa, que ayuda a aquietar la mente y estimula el espíritu. La invitación no es sólo para ustedes sino también para toda la gente que quieran invitar.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 1 de mayo de 2010

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