-Hace tiempo les hablé de tres puntos fundamentales para encarar la práctica: disciplina, paciencia y concentración- dijo el Maestro. -Hoy quiero agregar otros tres: filosofía, teoría y psicología.

-La filosofía nos permite comprender por qué estamos en este mundo y hacia dónde vamos; nos permite conocernos a nosotros mismos. La teoría abarca el conocimiento científico y nos permite comprender el mundo que nos rodea. La psicología nos ayuda a encontrar la mejor manera de interactuar con los demás.
La disciplina está relacionada con la filosofía; la paciencia, con la teoría; la concentración, con la psicología.

-Para los seres humanos la vida es una escuela que contínuamente nos presenta desafíos, que son los exámenes de la escuela. Algunas personas, por soberbia o por miedo, le escapan a los exámenes, pero esa no es una buena opción. Escapar a los exámenes es quedar fuera de la escuela de la vida. Lo mejor es enfrentar el exámen. Si nos va bien, tal vez subamos de nivel. Si nos va mal, seguramente repetiremos de grado hasta aprender lo que tengamos que aprender. Pero si no enfrentamos el exámen estamos renunciando a nuestra condición de humanos.

-¿Se puede anular el ego practicando la primera parte de la forma? -preguntó un alumno.

-Sí, y ni siquiera es necesario hacer toda la primera parte; basta con repetir con buena concentración un sólo movimiento -dijo el Maestro y tomó un pedazo de piedra y dibujó dos triángulos en el piso. Uno con la base hacia abajo y otro con un vértice hacia abajo.

-Estos dos triángulos representan dos maneras diferentes de encarar el aprendizaje. Nosotros creemos que la manera correcta es la que va desde la unidad hacia la multiplicidad – dijo el Maestro señalando el triángulo con el vértice hacia abajo. -Primero estudiamos en profundidad una cosa para luego poder comprender todas las demás cosas. Por el contrario, si dispersamos nuestra concentración haciendo muchas cosas diferentes, nunca vamos a lograr hacer bien ninguna de ellas.

-Lo importante no es hacer muchas cosas más o menos, sino hacer una cosa de manera perfecta. Este criterio se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida. Concentrarnos en la práctica de un movimiento básico hasta lograr la perfección implica pensar con humildad y reconocer todo lo que aún nos falta aprender; eso es disciplinar el ego.

-Una vez un paciente me pidió que le recomiende un libro de Budismo. Lo hice y al poco tiempo el paciente me pidió otro libro porque el anterior «ya lo había terminado». No le recomendé ningún otro porque me di cuenta que lo que esta persona buscaba era simplemente información, no el conocimiento profundo que se obtiene de la lectura, la puesta en práctica y las sucesivas relecturas de un buen libro.

-Como esos practicantes de artes marciales que coleccionan centenares de técnicas pero que no saben aplicar bien ni una sola de ellas, alguna gente colecciona información que no le sirve para nada, excepto para satisfacer la vanidad del ego. Es mucho más valioso tener un conocimiento real y práctico de una cosa -en el taichi chuan y en la vida en general- que un montón de teorías.

-A veces me encuentro con alumnos que me preguntan “Maestro ¿cuándo vamos a terminar de aprender la forma?”. La respuesta a esa pregunta no la tengo yo sino el alumno. Todo depende de la disciplina con que el alumno encare la práctica. ¿Cuántas veces a la semana le dedica a la práctica? ¿Todos los días o tres veces a la semana o dos..? ¿Cuánto tiempo practica el día que practica? ¿Con qué nivel de concentración encara la práctica?
A algunas personas terminar de aprender la forma le lleva dos años; a otras les lleva seis. Por eso, no me pregunten a mí cuánto van a tardar en aprender; pregúntense a ustedes mismos.
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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 10 de julio de 2010