Hace un año, nuestro compañero de práctica Ricardo compró una casa a medio terminar en Martinez y se puso a trabajar duro para ponerla a punto. Finalmente, pudo terminar la obra y nos invitó a conocerla. El sábado pasado, después de la clase, fuimos a la nueva casa de Ricardo con el Maestro y los compañeros de práctica.

La recorrimos de una punta a la otra y pudimos apreciar los muy cuidados detalles de terminación. Mientras el Maestro repartía porciones de la torta de cumpleaños que había prometido la semana pasada, el dueño de casa contó cómo hizo los pisos de la cocina y el dormitorio con cemento alisado y cómo puso el piso flotante de una habitación. Quedamos asombrados por lo bien que se veía todo. Sin experiencia previa y con sólo unos cursos de pocas horas Ricardo logró los mismos resultados que un profesional experimentado.

Después de la torta, el Maestro nos invitó a formar una ronda y entonar el mantra siete veces para darle nuestra mejor energía a la nueva casa.  Para terminar,  saludamos tres veces al Buda.

Ricardo agradeció a todos y especialmente al Maestro. -Creo que si pude empezar la obra y llevarla a buen término fue gracias a todo lo que aprendí de usted, Maestro -dijo. -Fue todo un año de trabajo muy duro en el que hubo que superar muchas dificultades y creo que pude hacerlo con la disciplina, paciencia y concentración que aprendí durante la práctica.
Las palabras de Ricardo confirman lo que siempre dice el Maestro: lo que estamos aprendiendo no es sólo para aplicar en la defensa personal o en el cuidado de la salud; es algo que sirve para todos y cada uno de los momentos de la vida.