El príncipe y el guardaespaldas

Mar 24th, 2012 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Días atrás hablábamos sobre el sufrimiento y el disfrute -dijo el Maestro. -Decíamos que cuando nos critican o nos insultan, si somos capaces de tolerarlo, hay que agradecer al otro porque está ayudando a aliviar nuestro karma.  Les quiero contar un cuento que habla sobre el sufrimiento y su valor.

-Había una vez un rey y reina que tenían un hijo y muchos servidores. Entre el servicio había un joven guardaespaldas que acompañaba a la reina en todos sus viajes fuera del palacio. De tanto viajar juntos y compartir momentos, el guardaespaldas empezó a sentirse atraído por la reina. El sentimiento era recíproco y ambos vivieron una aventura amorosa clandestina sin abandonar las apariencias que imponían sus roles sociales. Al enterarse de todo, el rey se puso furioso y los amantes debieron huir para salvar sus vidas. El rey pasó de la furia a la tristeza y murió poco tiempo después. La reina, que era mayor que su amante, también falleció. En la lejana aldea donde había encontrado refugio, el joven se puso a reflexionar en lo que había hecho con su vida. Pensó que en su trabajo como guardaespaldas hizo muchas cosas malas y que el haber seducido a la esposa de rey tampoco había sido una buena acción. Sintió arrepentimiento por tantas malas acciones y tomó la decisión de reparar el daño empezando a hacer cosas buenas para los demás.
La aldea donde vivía estaba separada de la aldea vecina por una gran montaña. Viajar de un pueblo al otro llevaba varios días porque había que rodear la montaña. El ex-guardaespaldas decidió construir un túnel que atravesara la montaña y así beneficiar a los habitantes de las dos aldeas. Era una tarea que demandaría 20 años de duro trabajo, pero el joven sintió que así podría pagar parte del karma que cargaba y se puso a trabajar.
Mientras tanto, el príncipe heredero había crecido y su corazón se fue llenando de odio hacia aquel que provocó tanto sufrimiento a su padre. Buscó al ex-guardaespaldas por todas partes hasta que lo encontró en una lejana aldea, haciendo un camino a través de la montaña. Le dijo: «Soy el hijo del rey al que traicionaste. Vengo a matarte». El hombre dejó de golpear la roca y respondió: «Hace 18 años que estoy trabajando para hacer este camino. Me faltan apenas dos años para terminarlo. Te pido por favor que me dejes terminar esta tarea;  luego podrás matarme». El hijo del rey aceptó y se puso a esperar. Pero a medida que los días pasaban, empezó a ponerse impaciente. Pensó que si ayudaba al ex-guardaespaldas en la montaña no iba a tener que esperar tanto para cumplir su venganza. Fue así que el perseguidor y el perseguido trabajaron juntos durante varios meses hasta completar la tarea. Luego de inaugurar el camino, el ex-guardaespalda le entregó al príncipe una espada y se arrodilló ante él diciendo: «Ahora sí, puedes matarme». El príncipe alzó la espada pero se dio cuenta de que ya no quería matar a ese hombre y le perdonó la vida.

-Este cuento tiene muchas enseñanzas -dijo el Maestro. -Por un lado, muestra que a través de la buena práctica el ex-guardaespalda logró cambiar su destino. El sufrimiento que implica hacer el túnel durante 20 años brindó un gran beneficio a los pobladores de las dos aldeas y también al ex-guardaespaldas que pudo sacarse en encima parte de su mal karma. También ayudó al príncipe al evitar que cometa un asesinato.
-En el caso del príncipe, el sufrimiento del trabajo pesado lo ayudó a transformar su odio en misericordia. Si uno responde al odio con más odio se genera una espiral de odio cada vez más potente y que nunca termina.

-Maestro ¿qué se puede hacer cuando hay un odio organizado? Por ejemplo, un gobierno o un partido político o una hinchada de fútbol que promueven el odio -preguntó Marcelo.

-Antes que nada hay que analizar cuáles son las causas de ese odio. Después hay que discernir si ese odio puede ser transformado o no. Hay veces en que es imposible transformar el odio. En cualquier caso, lo más importante es ser capaces de identificar el odio que hay dentro de uno mismo, comprenderlo y transformarlo.

-A mí me pasó algo que tiene que ver con esto -dije yo. -A la plaza donde voy a practicar durante la semana suele ir una señora acompañada por su perro. En sus conversaciones esta señora pone el foco en lo negativo, en lo mal que está todo y en lo malvada que es la gente. El otro día, refiriéndose a los que juegan al fútbol sobre el césped de la plaza, dijo: «son todos peruanos; vienen con sus cosas y se ponen a jugar ahí y dejan la plaza a la misera. Vienen a sacarnos el trabajo, la tierra y a arruinar todo. Habría que echarlos a todos». Si le daba la razón a lo que estaba diciendo habría avivado el fuego de su odio. Si por el contrario, la hubiera enfrentado diciéndole que estaba equivocada, también habría alimentado su odio. En lugar de eso, decidí hacer silencio y me puse a acariciar a su mascota y a hablar sobre lo fabulosos que son los perros. Días después la señora volvió a la plaza, pero el tono de su conversación era diferente; ya no tenía esa carga de resentimiento.

-Hace muchos años, luego de la eliminación del apartheid, Sudáfrica vivió un periodo de mucha convulsión política interna -dijo el Maestro. -El gobierno y la oposición peleaban mucho y había una profunda crisis social y económica. La Fundación Tzu Chi de Taiwan inició una campaña de recolección de ropa usada para enviar a Sudáfrica. Los voluntarios de Tzu Chi lavaron toda la ropa, la repararon, la plancharon y la guardaron en bolsas como si fueran prendas nuevas. En estas condiciones la llevaron a Sudáfrica, acompañada por un carta de la Maestra Cheng Yen, que fue leída en el convulsionado parlamento de ese país.

-En la carta, la Maestra decía que esa ropa era expresión del amor y el respeto de los voluntarios de Tzu Chi hacia Sudáfrica. Que esa donación tenía como único propósito aliviar el sufrimiento de los más necesitadoss, sin esperar ninguna retribución. Al escuchar ese mensaje, al ver que tanta gente de otro país dedicó tiempo y esfuerzo a ayudar desinteresadamente a los sudafricanos, muchos legisladores se dieron cuenta de que no tenía sentido seguir peleando entre sí.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 24 de marzo de 2012

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