Mente simple, mente vacía

Jul 28th, 2012 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Yo estaba pensando en empezar con la tercera parte de la forma –dijo el Maestro, -pero veo que aún sale mal la primera. Si el alumno no entiende bien la primera parte nunca va a captar la esencia de nuestro estilo. Se puede terminar toda la forma sin haber comprendido qué se está haciendo, sin conocer cuál es la teoría subyacente, sin saber para qué sirve cada técnica, cómo se emite la fuerza. Por eso es necesario corregir más. No es que yo no quiera enseñar, es que ustedes no quieren aprender.

-Algunos no pueden –dijo Mirta.

-Lo importante no es si el alumno puede; lo importante es si el alumno quiere. Si uno quiere, poco a poco, practicando con disciplina, paciencia y concentración, va a poder. Imaginen que hace varios días que no comen. Seguramente tendrán mucha hambre, querrán comer. Y si encuentran un plato de comida, lo van a comer completo y les sabrá muy rico, porque tienen muchas ganas de comer.

-Si tienen la panza llena, el deseo de comer no es muy grande y si encuentran un plato de comida, tal vez no les importe demasiado. Con el aprendizaje del taichi chuan es igual; si uno no tiene muchas ganas, practica más o menos y sin demasiada concentración.

-Si uno quiere alcanzar un alto nivel en su arte, debe aplicar una profunda concentración durante la práctica. La mayoría de la gente quiere hacer muchas cosas y todo a las apuradas. Su cuerpo se mueve rápido tratando de hacer todo lo que quieren hacer, porque están apurados, pero la mente no acompaña esos movimientos del cuerpo. ¿Qué se puede aprender así?

-Muchas veces lo dije, es más importante concentrarse en una sola cosa hasta comprender su esencia. A partir de ahí se podrá comprender infinidad de cosas. Si uno en cambio quiere abarcar muchas cosas no podrá encontrar la esencia de ninguna.

-En la historia hay muchos casos de maestros que alcanzaron la iluminación concentrando su práctica en una sola técnica o palabra. Les voy a contar un cuento. Un muchacho que parecía un poco tonto ingresó a un templo con el propósito de ser monje. El abad le quiso enseñar el mantra “Nan mo a mi tuo foo” pero el chico parecía incapaz de repetirlo y simplemente decía “Mo to”. A pesar de todas las correcciones e intentos del abad por enseñar bien el mantra, el joven sólo repetía “Mo to”. Le daban una escoba para limpiar el patio del templo y él iba repitiendo “Mo to, mo to, mo to”. Una vez el abad tuvo que hacer un viaje de varias semanas. Durante su ausencia vino una plaga de langostas que arrasó con todo el arroz de la región y era imposible conseguir alimentos . Al regresar, el abad descubrió que todos habían abandonado el templo, menos el joven que parecía tonto. Poco antes del almuerzo vio que el joven ponía una olla con agua al fuego y luego agregaba tres piedras, mientras recitaba “Mo to, mo to”. El abad salió de la cocina y se puso a meditar. A los pocos minutos el joven le trajo un plato de sopa que olía como un delicioso guiso de papas. Con el paso de los años se vio que este joven monje era capaz de curar a los demás mientras repetía su personal mantra. A partir de entonces su fama se hizo enorme, a tal punto que luego de su fallecimiento el templo fue bautizado “Mo to”.

-Este cuento muestra que si la mente se mantiene simple puede desarrollar enorme poder, hasta alcanzar la iluminación. Por eso, si alguna vez se encuentran pensando “¿Por qué el Maestro me hacer repetir este ejercicio tan básico que yo ya hice miles de veces?” recuerden esta historia. La práctica simple pero concentrada y paciente puede abrir una conexión entre uno y el Universo. Lo importante es mantener una mente simple; una mente vacía. Cuando se logra el vacío es posible que entre todo el conocimiento. Cuando la mente está demasiado llena no puede cargar cosas nuevas.

-Cuando se tiene al maestro cerca, no se le da demasiada importancia. Si el maestro vive lejos, se lo quiere más. Tengo un alumno que vino de EE.UU. Allí pudo conocer decenas de maestros con los que practicó diferentes artes, pero cuando vino a verme se dio cuenta que nuestro estilo es totalmente diferente a todo lo que conocía. Decidió quedarse a vivir aquí por cinco años para poder aprender conmigo. Hay gente que paga importantes sumas a un maestro que viene de visita para dar un seminario de un día.

-Parece que lo que viene de afuera es mejor –dijo Sara.

-Entonces, tal vez me convenga irme a vivir a Taiwan y venir aquí una vez al año a dar seminarios –dijo el Maestro entre risas. –Si mis alumnos acá no aprenden, creo que voy a hacer eso.

-Es que a mucha gente le resulta más cómodo pagar con dinero que con buena práctica –dije yo. –Es más fácil pagarle a un maestro que exige dinero como retribución, que a uno que exige un entrenamiento diario hecho con disciplina, paciencia y concentración.

-Para mí el Maestro es como un científico que supo desarrollar una técnica de enseñanza adaptada a la época actual –dijo Gustavo. -El desarrolló la técnica adaptándola a estos tiempos para poder transmitirla mejor. Tomó esencias antiguas, que eran para otra época, en las que había otro tipo de mente, otro oxígeno y las adaptó para que la gente de hoy pueda aprenderlas. Eso se ve especialmente en su chi kong que es mucho más rico que los demás tipos de chi kong que yo conocí.

-Por eso les pido que pongan más concentración en la práctica, así aprenden bien. En Taiwan tenemos una frase, «robar materiales, robar mano de obra», que hace referencia a esas empresas constructoras irresponsables que abaratan costos utilizando materiales de mala calidad y que hacen el trabajo de manera regular. ¿Cuál puede ser el resultado de una obra realizada en esas condiciones? Cuando practicamos taichi chuan podemos hacerlo de cualquier manera, «robando materiales y robando mano de obra» o podemos hacerlo con perfecta concentración, poniendo lo mejor de nosotros. ¿Cuál de las dos maneras es mejor?
Les pido entonces por favor que pongan mucha concentración y aprendan bien, si no, me conviene volver a Taiwan.

-No, Maestro, por favor no se vaya –dijimos todos.

-Yo digo esto para estimularlos a que pongan más ganas. Mi deseo es enseñar bien acá, en Argentina. Ojalá que ustedes también pongan buen espíritu para el aprendizaje.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 28 de julio de 2012. Se prohibe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización del autor.

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