El monje de pie

Nov 4th, 2012 | By | Category: Charlas con el Maestro

-¿Por qué es importante practicar todos los días? –preguntó el Maestro. –Porque todos los días vivimos situaciones complejas que nos provocan todo tipo de emociones, preocupación, miedo, alegría, tristeza, etc. Nuestra mente es como un recipiente lleno de agua mezclada con barro; las preocupaciones de todos los días hacen que el agua se agite y se mezcle con el barro, quedando todo turbio. La práctica cotidiana aquieta la mente y permite que lo turbio sedimente. De esa manera el «agua» de nuestra mente vuelve a ser cristalina.

-Practicar únicamente los sábados cuando nos encontramos acá en la plaza no es suficiente. Así como nos bañamos todos los días, también tenemos que practicar todos los días para limpiar la mente y el cuerpo por dentro. Prueben bañarse una sola vez a la semana a ver qué pasa.

-Este encuentro de los sábados es para aclarar las dudas que surgieron durante la práctica del resto de la semana. El alumno trae sus dudas y el maestro trata de aclararlas. Si el alumno practica todos los días con disciplina, paciencia y concentración, basta una palabra del maestro para que todo quede aclarado. A veces, una sola palabra del maestro ayuda a cambiar la vida del alumno.

-La otra semana hablábamos sobre qué hacer cuando un ser querido muere y hubo algo que me quedó sin decir. Cuando una persona fallece, durante las primeras 8 horas no hay que hacer nada. No hay que tocarlo, ni cambiarle la ropa, ni limpiarlo. Todo esto es para darle tiempo al alma para que abandone el cuerpo. Si el alma aún no abandonó el cuerpo, cualquier manipulación se siente más fuerte y dolorosa que estando en vida. A pesar de haber muerto, el alma que aún no abandonó el cuerpo sigue sintiendo y con más intensidad.

-No es bueno que la gente se ponga a charlar durante el velatorio. Está bien charlar entre amigos y familiares cuando se está en un restaurante, pero cuando se está velando a alguien, no. En ese momento, es mejor que todos los presentes se pongan a recitar el mantra “nan mo a mi tuo foo”. De esa manera estarán ayudando a que el alma del recién fallecido encuentre su camino hacia la luz.

-Además, en ese momento es cuando aparecen las energías negativas que vienen a cobrar antiguas deudas contraídas por el difunto. Si los familiares están charlando y tomando café, el alma del difunto se encontrará sola enfrentando a estas energías negativas. En cambio, si todos se unen recitando el mantra, le darán protección y ayuda para que pueda seguir su camino.

-Ese momento posterior a la muerte es muy importante y al recitar el mantra no sólo estaremos ayudando al alma de nuestro ser querido, también estaremos haciendo gran mérito. Si el muerto recibe un beneficio por esta acción, nosotros recibimos seis veces más.

-Elegir el momento del entierro también es un asunto delicado. Hay que fijarse cuál es la relación entre la configuración astral del fallecido y la de sus principales familiares vivos. Si esto no se tiene en cuenta pueden surgir problemas con los familiares más cercanos. Hay gente que tras la muerte de un ser querido cae en depresión o empieza a tener todo tipo de problemas y eso se debe a que el entierro no se hizo en un momento adecuado. Si el día elegido para el entierro genera conflicto con alguno de los familiares, es conveniente que ese familiar no esté presente en el momento de la ceremonia.

-El otro día mi hija tenía que enfrentar una situación muy conflictiva y yo quería ayudarla de alguna manera–dijo Mirta. -Desde que me levanté a la mañana no hice otra cosa que recitar el mantra. A la tarde mi hija me llamó para contarme que todo había salido bien.

-Muy bien -dijo el Maestro. -El mantra se puede usar en toda ocasión. Es como abrir un canal de comunicación con la gran energía positiva del Buda. No solo sirve para ayudar a un ser querido. Cuando uno se siente con el ánimo caído o sin fuerza, también sirve.

-En tiempos antiguos hubo un monje que no había recibido mucha educación y casi no sabía leer. Por lo tanto, no podía entender los sutras y otros textos sagrados a los que accedían los demás monjes. El abad del templo le dijo que no se preocupara, que bastaba con recitar “nan mo a mi tuo foo” con total concentración. Y eso fue lo que hizo el monje durante toda su vida. Muchos años después, cuando supo que había llegado la hora de partir, le avisó a la cocinera que lo asistía que no preparara comida para esa noche. Se puso de pie a recitar el mantra y así se fue de este mundo. Al terminar su jornada, la cocinera fue a verlo y descubrió que había muerto de pie. Viajó a avisarle al abad del templo que estaba a un día y medio de distancia y volvieron juntos. Al llegar, tres días después, el cuerpo del monje aún estaba de pie.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 3 de noviembre de 2012. Se prohibe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización del autor.

 

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