Hablan los alumnos_04

Ene 9th, 2016 | By | Category: Charlas con el Maestro, Testimonios

Dijo Eugenio:

-Conocí al Maestro allá por 2008; fui para tratarme una contractura cervical. Luego de esto hubo algo en él que me llegó, no sé si habrán sido los mantras dispuestos por todo el consultorio o su “magnetismo”, lo cierto es que después de un tiempo fui a tomar clases particulares de taichi chuan. Yo venía de practicar estilos externos y el taichi me parecía aburrido. Unas clases después le pregunté al Maestro si enseñaba pakua chang. Me dijo que sí  y le dije que yo también lo practicaba. Me pidió que le muestre y se rió. Luego me mostró su pakua chang y recuerdo que me impactó. Dentro de mí surgió el deseo de practicar eso, y empecé a tomar más en serio el taichi y a la forma de práctica de estas artes internas.

-Hasta ahí no estaba tan involucrado con la práctica. Practicaba a veces, mi mente no estaba consciente del cambio que necesitaba, hasta que un día a raíz de una lesión, me dí cuenta que necesitaba un cambio, necesitaba ir para adentro en serio. En ese momento empecé a estudiar chi kong y me comprometí más con el taichi. De a poco empecé a cambiar mis hábitos alimenticios, mis hábitos sociales y empecé a venir a la plaza. Las palabras del Maestro cada vez me resonaban más, realmente me llegaban y me hacían pensar que hay otra manera de ver las cosas, diferente a cómo lo plantea la sociedad de consumo actual.

-Desde ahí fue todo un mundo nuevo de enseñanzas, algunas difíciles de aceptar al principio, pero con el tiempo entendía o me salía de aplicarlas en mi vida naturalmente. Una de las enseñanzas más profundas que me marcó últimamente, y sobre la que ya hizo referencia Claudia hace unos días, es que el dolor y las dificultades enseñan. Que más que una maldición del universo o algo parecido, son una oportunidad para crecer; son la piedra que nos pule. Esa visión me dio muchas esperanzas.

-El Maestro siempre cuenta que su vida no fue fácil y que lo valioso, siempre cuesta. Que luego de atravesar una dificultad, con práctica, uno puede resurgir más fuerte. Esa es para mí es una gran lección de vida. Hay que practicar para ser fuertes y entender el dolor, transformarlo si se puede y, si es causado por algo sobre lo que no tenemos control, aceptarlo como parte de la vida. La práctica más que linda o placentera, es ante todo necesaria.

-El Maestro siempre que habla, en cualquiera de las actividades que enseña, sobre todo habla de la vida en su totalidad y por eso yo le estoy profundamente agradecido, ya que aunque mi práctica no sea perfecta, gracias a él estoy un milímetro más cerca del lugar al que quiero llegar.

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Habla Ariel:

-En preparación para la publicación de este libro, Daniel Fresno pidió a los alumnos del Maestro Chao que colaboráramos editando sus charlas. Me sumé con entusiasmo a la iniciativa. No sólo me parecía importante colaborar con la Escuela, sino que también hacía tiempo que quería volver a leer las charlas del Maestro. Si bien espero con atención cada fin de semana su aparición, sólo en contadas ocasiones había vuelto a leerlas luego de su publicación.

-La tarea resultó sumamente enriquecedora. Si bien todos los temas tratados en las charlas me eran familiares, su lectura atenta (imprescindible para el trabajo de clasificación requerido), me ayudó a comprender las enseñanzas del Maestro desde un lugar nuevo.

-A modo de ejemplo, voy a detenerme en la idea que quizás más me impactó en esta ocasión: la atención que el Maestro nos pide que pongamos en los «detalles pequeños».

-El Maestro nos habló en numerosas ocasiones acerca de la atención que debíamos tener a los detalles pequeños. En la forma del Tai Chi Chuan, por ejemplo, nos ha dicho que no tiene sentido pasar a aprender los movimientos de la segunda parte hasta que no se aprenden bien los fundamentos y detalles de la primera. Nos ha pedido concentración para descubrir esos detalles pequeños, disciplina para incorporarlos sistemáticamente a nuestra práctica y paciencia para realizar la práctica en forma regular y sostenida. Los alumnos hemos escuchado hablar al Maestro de los «detalles pequeños» en este contexto en múltiples ocasiones.

-Esta apelación del Maestro me había enseñado a ser un poco más paciente con mi propio avance en el conocimiento de la forma del Tai Chi Chuan. Creí entender y aceptar que ésta requiere de tiempo para ser aprendida. Si luego de años de práctica yo no podía avanzar más allá de la primer parte, entonces, debía entender que todavía no tenía suficiente maestría en identificar y manejar una serie de detalles cada vez más sutiles. Considerando que la forma completa consta de siete partes, creía yo que ser paciente ante esta aparente lentitud era una muestra de mi entendimiento del significado profundo de la importancia de atender a los “detalles pequeños”.

-En realidad, esa forma particular de interpretar estas palabras del Maestro me ponía, en una forma sutil, en una posición cómoda. Podía creer yo que era uno de los alumnos que realmente entendía al Maestro cuando se refería a prestar atención a estos detalles, ya que es un error muy común–señalado reiteradamente por el mismo Maestro–intentar quemar etapas en el aprendizaje de la forma.

-La lectura reiterada y atenta de las charlas del Maestro en esta ocasión me ayudó a entender que su apelación a mirar con atención a los “detalles pequeños” va mucho más allá de este significado aparente. Entendí que al sólo ver un aspecto de la importancia de los detalles pequeños, estaba cerrándome a apreciar su aplicación a todo tipo de acción y en cada momento: escribir estas palabras, sentarse, levantarse, comer, hablar, interactuar con otra gente, etc.

-Gracias a esta revelación, intenté aplicar nuevamente la atención a los “detalles pequeños” a la práctica del chi kong desde un lugar nuevo. Comencé a usar las palabras “detalles pequeños” como un mantra que me recordaban a cada momento la necesidad de agudizar la atención. Para mi sorpresa, no sólo logré mucha mayor concentración. También sentí dentro algo profundamente liberador: me di cuenta que, luego de muchos años de práctica, había desarrollado una forma muy sutil de rechazo a esta atención a los “detalles pequeños”, la cual se manifestaba en una casi imperceptible sensación de frustración cuando me daba cuenta que debía corregir mis movimientos, alinear mi postura o visualizar la energía dentro de mi cuerpo. Se producía dentro mío una lucha en ocasiones paralizante: buscaba mayor concentración, pero el resultado de esa concentración creciente me llevaba a ver con más detalle tanto aquello que estaba hecho en forma correcta como lo que debía corregirse. Y esto último terminaba siendo rechazado por mi ego, el cual se frustraba ante los errores.

-Ahora, en cambio, comencé a ver la aparición de estos “errores” como algo positivo. Si la lente a través de la cual miraba mi práctica era cada vez más potente y aguda, la aparición de detalles para corregir no indicaban que no estaba haciendo las cosas bien, sino, por el contrario, que, miraba con más atención y aprendía a percibir más profundamente la sutileza de la forma. Era, también, un baño de humildad a mi ego que no aceptaba, en el fondo, todo lo que me faltaba aprender acerca de nuestra artes.

-Mi conclusión de lo aquí descrito se centra en el valor de la repetición. Nuestra sociedad, y nuestro sistema educativo actual en particular, tienden cada vez más a considerar todo ejercicio de repetición como una forma anticuada de aprendizaje, la cual adormece la creatividad individual. Nuestra práctica, por el contrario, considera que la repetición concentrada permite agudizar la percepción y mejorar la práctica, ya que permite prestar atención creciente a las sutilezas de la realidad, sutilezas que sólo se pueden ver cuando nuestra lente es cada vez más aguda. Para ello, debemos practicar, como dice el Maestro, prestando atención a los “detalles pequeños”.

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Resumen de las palabras de los alumnos del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 9 de enero de 2016. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización de los autores.

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