Este sábado el cielo estaba despejado y el sol primaveral iluminaba buena parte del sitio de práctica. Un pequeño sector tenía sombra y el Maestro propuso que nos ubiquemos ahí para hacer la clase.

-Yo prefiero quedarme al sol, Maestro –dijo Hernán-. Estoy durante toda la semana trabajando sin luz solar y quisiera aprovechar ahora que hay sol. Además, la luz me va a ayudar a producir vitamina D.

-Muchos destacan la importancia de la luz solar para producir vitamina D –dijo el Maestro-, pero más importante que eso es sanar la mente. En el Himalaya hay gente que practica dentro de cuevas en la montaña, lejos de la luz del sol y no tienen problemas de vitaminas ni les falta nada. ¿Por qué están sanos? Porque su mente está en paz; no están pensando todo el tiempo “¿y si me faltan vitaminas, y si me falta calcio o hierro o magnesio?”. Lo mejor es comer simple y lo mínimo indispensable. Si la mente está dominada por la codicia, querremos comer más y tener más nutrientes y siempre sentiremos que nos falta algo. El cuerpo funciona solo y obtiene lo que necesita del aire y los alimentos, pero muchas veces una mente complicada hace que todo se vuelva más complicado.

-Con la respiración pasa algo parecido. La persona respira automáticamente y de manera natural, pero si se le pregunta cómo respira o se le pide que ponga atención en la respiración, empieza a respirar de manera rígida y antinatural. En este caso, la mente, en lugar de acompañar un proceso natural, interfiere y hace que algo natural se vuelva complicado. La mente debe acompañara los procesos naturales con atención, no con tensión. De esta manera, se desarrolla la inteligencia.

-Durante la meditación surgen naturalmente las respuestas a los asuntos que nos preocupan. Esto ocurre porque durante la meditación la mente se aquieta. Como una vasija con agua mezclada con barro, la mente al aquietarse, permite que el barro sedimente y todo se vea más claro. Esto no se logra haciendo algo, sino dejando de hacer, quedándose quieto.

-En la vida lo más importante no es acumular dinero o bienes materiales, sino inteligencia. Esa es la verdadera fortuna. La inteligencia que surge de la práctica no se pierde y se transmite de una vida a la siguiente. La inteligencia, a diferencia del dinero, nadie nos la puede robar. Por eso debemos esforzarnos por aprender cada día un poco más, con disciplina, paciencia y concentración. Eso va a generar un gran cambio en nuestras vidas.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 1º de octubre de 2016. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización del autor.