Hambre del cuerpo. Hambre de la mente.

Nov 12th, 2016 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Quiero recordarles que el encuentro de fin de año va a ser el sábado 17 de diciembre en la casa de María, a las 20 hs. –dijo el Maestro-, y cada uno debe llevar su comida y bebida. Si bien María se ofrece amablemente como anfitriona, no queremos que ella cocine para los invitados. Además, lo más importante de esa reunión no será la comida. El otro día, en el curso de “Potenciar la Mente” les expliqué a los alumnos qué punto hay que presionar para controlar el apetito desmedido y muchos exclamaron: “Ese punto es para mí”.

-Si una persona cree que tiene un apetito desmedido y desea cambiar, debe hacerlo de manera gradual. Esa es la manera segura de progresar y alcanzar los objetivos propuestos. Ir haciendo pequeños ajustes, pequeñas mejoras, corrigiendo detalles pequeños; así se avanza. El propósito de la práctica es ese, corregir lo que no hacemos del todo bien, ajustar lo que está flojo, pulir de a poco los detalles de la técnica. Ese principio se puede aplicar a toda la vida, no sólo al taichi chuan.

-Maestro, quería contarle que el otro día hice un ayuno de 24 horas –dijo Luis-. Fue una experiencia muy interesante. No sentí hambre en la panza sino en la mente; sentía el deseo de comer, pero no la necesidad física. Cuando sentía eso, tomaba agua y se me pasaba. En un día normal, los momentos de la jornada están marcados por las comidas, pero al hacer ayuno el día era una continuidad.

-El ayuno muchas veces ayuda a recuperar la salud –dijo el Maestro-. Los animales y los niños, cuando están enfermos, dejan de comer por un tiempo. Y esa es una de las grandes diferencias que encontré al venir a Argentina. Aquí, la gente cuando está preocupada por un problema, come más. En Taiwán es al revés, cuando uno tiene un problema, deja de comer.

-Yo también hice ayuno de un día –dijo Eugenio-, pero me agarró dolor de cabeza.

-Yo hice un ayuno de siete días –dijo Javier-. Fue en grupo con cuatro amigos y bajo supervisión médica. Los primeros tres días no comía ni bebía agua. Del cuarto día en adelante empecé a beber agua mezclada con jugo de naranja, cuya proporción iba aumentando gradualmente. El séptimo día el líquido era 100 % jugo de naranja. Los primeros tres días hice mucho reposo, tratando de no hablar y respirando concientemente. Del cuarto día en adelante volví a mis actividades habituales.

-Si uno no hace nada, sostener el ayuno es más difícil –dijo el Maestro-. Es la mente la que suele poner en riesgo el ayuno. Por eso, es más fácil controlar la mente si durante el ayuno hacemos alguna actividad o continuamos con nuestras tareas de todos los días.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 12 de noviembre de 2016. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización del autor.

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