Auto-evaluación

Ene 13th, 2018 | By | Category: Charlas con el Maestro

Al terminar los ejercicios del comienzo de la clase, leí el texto que envió el Maestro desde Taiwán:

“¡Muy bien dicho! Esto es lo que quería leer este sábado. Aprovechando mi ausencia, ustedes recuerdan lo aprendido y descubren si lo que oyeron anteriormente quedó grabado en su mente y si lo saben aplicar. Este es un momento de auto-evaluación. En añosa anteriores ustedes elegían los temas sobre los que querían ser evaluados; esta vez ustedes se auto-evaluaron a voluntad propia. Esto tendrá un mejor efecto. Me alegro de verlos mejorar día a día, y eso me estimula a enseñar con más empeño.

Ustedes sienten que los movimientos dejaron de ser robóticos o mecánicos; ya pueden sentir algo a través del movimiento, especialmente los ejercicios-guía que hacemos al comienzo de la clase. Estos ejercicios son para estabilizar las emociones y realizar los movimientos guiados por la mente. A través de la repetición de un solo movimiento varias veces no sólo se logra la elongación de los músculos y mejora el equilibrio, sino que también se regular el chi.

La repetición de estos ejercicios antes de comenzar con la forma de taichi chuan potencia la concentración y la energía fluye mejor. Al hacer la forma, en cambio, los movimientos no se repiten tantas veces y por lo tanto, no se siente tanto su efecto. Estos ejercicios no son una gimnasia común; siguen una secuencia dada acompañados por la mente realizando los movimientos del taichi chuan, sumados a la regulación de la respiración, lo que los hace muy completos. Cuanto más lo practican, mejor y tendrán una vida plena. Muchas felicidades”

-En ese mensaje el Maestro habla del chi –dijo Claudia- ¿Es el chi que está acá en el ombligo?

-El concepto de «chi» no es preciso y suele designar fenómenos muy variados –respondí-. El chi del que habla el Maestro en su mensaje es la energía vital de la persona. Esa energía vital que se potencia cuando uno practica con concentración. Ese chi circula por todo el cuerpo y, al terminar la práctica, conviene guardarlo en el tan tien, esa zona que está alrededor del ombligo. Se guarda ahí porque es el centro del cuerpo y es también el lugar más seguro para almacenar la energía. Pero hay otros tipos de chi. Está el chi que obtenemos del aire que respiramos. Está el chi que obtenemos de los alimentos. Está el chi que heredamos de nuestros padres y que está almacenado en los riñones. Todos estos tipos de chi confluyen para generar la energía vital de la persona, que también se llama «chi».

-Yo quisiera contar lo que me pasó durante las vacaciones –dijo Rafael-. Fui a Córdoba y allí tuve que subir y bajar montañas y tuve que trabajar la tierra. Todas estas actividades son muy diferentes al estilo de vida que llevo el resto del año. Yo antes sufría de dolores articulares en rodillas y zona lumbar y creí que no iba a poder hacer todas las tareas que me esperaban en Córdoba. Sin embargo me sentí con energía y pude hacer todo lo que quería hacer. Creo que esto fue posible gracias a la práctica de taichi chuan.

-Yo también tengo cosas que contar de mis vacaciones –dijo Luis-. Me fui a Merlo, en la provincia de San Luis, con mis dos hijos. El varón de 17 y la mujer de 20 años. El varón se llevó su longboard, una especie de patineta grande, con la intención de practicar en los caminos de Merlo, que son ideales para cultivar esa disciplina. Al día siguiente de llegar, me levanté temprano y practiqué taichi chuan, mientras un zorro me miraba. Cuando regresé a la cabaña, mi hijo estaba a punto de irse a practicar longboard. Le indiqué que fuera prudente y nos despedimos. Al poco tiempo recibí una llamada en la que me decían que mi hijo había sufrido un accidente y que estaba en el hospital. Inmediatamente y sin proponérmelo, empecé a recitar el mantra mientras recogía las cosas que necesitaba para salir rumbo al hospital. Eso me ayudó a aquietar la mente y así pude actuar de manera más precisa y concentrada. Mi hijo está bien; sólo sufrió un raspón en la cara y el brazo. Y el mantra me ayudó mucho.

-A mí me pasó algo que también tiene que ver con el mantra –dijo Claudia-. Estaba en el club; había elegido un lugar apartado para poder practicar taichi chuan. De pronto, veo que un grupo de chicos de la calle trepan la reja e ingresan. Yo estaba sola y me sentí insegura, entonces me puse a recitar el mantra en voz alta, bien fuerte. Los chicos al escucharme se alejaron. Tal vez pensaron que estaba loca.

 

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