El valor del mantra

Ene 20th, 2018 | By | Category: Charlas con el Maestro

Después de la práctica de tao yin, leí un texto enviado por el Maestro:

“Lo que les hablo en cada ocasión, ejerce una reacción inmediata o hay alguna acción en algunas personas, pero en algunas otras quizás no, porque nunca les ha pasado algo similar o no les parece importante y por eso no retienen las palabras dichas. Sin embargo, sugiero que retengan los consejos para que cuando un día lo necesiten no se pongan nerviosos o sientan desamparados.

Por ejemplo, Claudia nos contó que unos jóvenes, al verla sola, se acercaron a ella con cierta malicia. Ella recitó el mantra de Buda en voz alta, y los jóvenes se alejaron asustados. En efecto, cuando hay urgencias o emergencias, recitar mantras en voz alta da muy buenos resultados. Cuando uno está en situación de peligro, queda aterrado y se siente débil, dejando que el atacante se sienta mas poderoso. Recitar mantras cotidianamente ejercita nuestras mentes a estar más tranquilas y en situaciones peligro esos mantras salen como un reflejo sin tener que pensar mucho.

Volviendo a lo que hemos dicho la semana pasada, no hay que pensar que lo simple no requiere práctica o preparación, ya que muchas veces uno comete errores en cosas más simples. Nosotros practicamos los mismos movimientos, o a veces repito las mismas ideas, sólo para recordarles su importancia.

Rafael también pudo sentir que nuestra forma de práctica le servirá algún día y que ese tiempo invertido no es en vano; es para que uno tenga una base fuerte y tener más confianza en sí mismo. Cuando uno lo tenga que aplicar algún día podrá evaluar el resultado.

Luis también tiene ciertas experiencias con la recitación de los mantras, no sólo es bueno para sí mismo, para los seres queridos, y para los que están en el mismo grupo, todos recibirán los beneficios. Por eso hay que recitar mantras cotidianamente”.

-Yo quiero contar algo que me pasó durante las vacaciones –dijo Horacio-. Estábamos lejos de la ciudad con toda la familia y a mi hija le surgió un problema que le generaba mucha preocupación. Para solucionar ese problema ella debería estar en casa y eso era imposible. Entonces, como la solución no estaba a su alcance, se sentía muy angustiada. Yo empecé a recitar el mantra con mucha concentración y al poco tiempo su estado de ánimo cambió y su preocupación se disolvió.

-A mí el mantra me ayuda a conciliar el sueño –dijo Angélica-. No tomo nada para dormir, pero a veces una idea me anda dando vueltas por la cabeza y eso me impide dormir. En esos casos me pongo a recitar el mantra y me quedo dormida.

-Quiero contarles algo que me pasó hace un tiempo- dijo Darío-. La hija de una amiga de mi mamá había sido secuestrada por una banda dedicada a la trata de personas. Sentí una profunda compasión por ella y me puse a recitar el mantra e hice un ejercicio de chi kong específico para conectarme con ella y con las personas que la habían privado de su libertad. Con absoluta concentración y con mucho amor les pedí que por favor no le hagan daño y que la dejen ir porque ella no les iba a servir a sus propósitos. Lo hice convencido de que me iban a escuchar, porque Dios está en todas partes y en el corazón de todos, de los buenos y de los malos. A los pocos días la chica apareció y contó que instantes antes de soltarla, uno de los captores dijo “esta chica no nos va a servir”.

-Yo creo que el mantra –dijo Sergio-, también sirve como forma de expresar gratitud. Es una manera de dar gracias por las cosas que tenemos, por estar sanos y tener brazos y piernas y ojos y por el afecto de la familia.

-Esto que cuenta Sergio me recuerda algo –dije-. Hace unos años me lesioné las rodillas, primero una y poco tiempo después, la otra. Sufría el dolor y la limitación que implica tener las rodillas mal. Cuando mis rodillas se curaron experimenté la inmensa felicidad de la ausencia de dolor y que todo vuelva a funcionar normalmente. Entonces, cada vez que caminaba y subía escaleras o practicaba pakua chang, le agradecía a mis rodillas por el enorme trabajo que hacen todos los días para mí. Ellas sostienen mi peso y me permiten desplazarme y yo las hago trabajar mucho y no siempre les retribuyo ese enorme servicio que me prestan. Ahí me di cuenta de que esa es una forma de soberbia que a veces me domina y que me hace olvidar el valioso trabajo que hacen mis miembros y mis órganos. En esos momentos, recito el mantra y agradezco a cada parte de mi cuerpo por estar ahí, funcionando de la mejor manera posible.

-Yo trabajo haciendo masajes –dijo Angélica-. A veces, algunas clientas compran cremas muy caras para que les haga masajes con ellas. Voy recorriendo el cuerpo y al llegar a los pies me dicen: “No, para los pies usá esta otra crema, que es más barata y de menor calidad”. Y yo les digo que eso es están tratando de manera injusta a su pies. Que ellos son los que sostienen a todo el cuerpo durante buena parte del día y que se merecen tanto o más cuidado que el resto del cuerpo.

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