La luz de la concentración

Ago 12th, 2018 | By | Category: Charlas con el Maestro

Como el Maestro está en Taiwán, al momento de la charla leímos un pasaje de su libro Vibrando en la Naturaleza:

El chüe shih chi kong busca que el practicante, por medio de los movimientos, perciba cómo surgen sus pensamientos, de modo que pueda combinar su mente y sus conceptos con los movimientos del cuerpo y lograr la unión y la coordinación entre ambos, entre el interior y el exterior. Por eso se intenta que la práctica de la forma sea lenta: para que uno pueda observar todo el proceso y comprender su propósito, dado que a partir de los movimientos es posible observar la manera en que un individuo trata con las personas y los asuntos, así como su permeabilidad a los principios subyacentes, como por ejemplo el andar o la conducta de una persona es señal de su temperamento, carácter y madurez. Nosotros coordinamos la respiración con los movimientos para ordenar los detalles de cada movimiento mediante la misma y, más adelante, aplicar esta coordinación a la conducta en general y a establecer buenas normas.

Además del entrenamiento de guiar chi por medio del movimiento, con frecuencia también utilizamos métodos estáticos para practicarlo. Por ejemplo, en la meditación, dejamos de lado todos los asuntos, como si dejásemos que se calmen las aguas revueltas, pues el agua en movimiento es turbia, mientras que al calmarse se vuelve transparente. Esta metáfora hace referencia a que si uno no
es capaz de tranquilizar su mente, jamás podrá obtener sabiduría, al igual que cuando el agua no se calma, permanece turbia y no se puede ver lo que hay en su interior. Cuando la mente está serena, es posible buscar en el interior de uno mismo la compasión y el amor innatos y entender cómo mejorar las cualidades y corregir los defectos: en la cultivación se busca mantener una gran compasión y realizar actos que benefcien a los demás y a uno mismo.

Más aún, es necesario ser compasivo y bondadoso no sólo con las personas, sino también con las plantas y los animales. En la plaza donde practicamos taichi chuan, había una palmera que esparció sus semillas en los alrededores por la acción del viento. Poco tiempo después, comenzaron a aparecer pequeños brotes de palmera, pero como siempre había mucha gente en la plaza, los brotes eran pisados y solían morir tempranamente. Entonces, pregunté a mis alumnos si querían cambiar el destino de estos brotes, pues además de ayudarlos a crecer, también era una oportunidad para aprender sobre las plantas y la Naturaleza en general.

Después de la clase, entre todos levantamos los pequeños brotes y les dije a los alumnos que conversaran con ellos, puesto que seguramente las plantas iban a alegrarse y estar agradecidas. Así, cada uno llevó contento el brote a su casa para plantarlo y cuidarlo, cambiando así su destino. Gracias al proceso de “adopción”, estos pequeños brotes ya no sufrirían el pisoteo o la falta de agua y, así, cambiarían su lugar en la vida. Asimismo, les “recomendamos” que no volvieran a brotar allí y, al parecer, nos hicieron caso, pues hasta hoy en día, varios años después, no volvieron a aparecer brotes.

Este pequeño hecho ilustra la aplicación del concepto de causas y condiciones: el motivo por el cual practicamos los movimientos pequeños es justamente para observar en detalle todos los asuntos; es una extensión de la teoría y los métodos de la disciplina. Al hablar de los efectos y la influencia de la dedicación, resulta claro que si uno hace las cosas de esta manera, las logrará con rapidez y
precisión. Por el contrario, si uno forma el hábito de estar desconcentrado, esto no sólo afecta a las personas que lo rodean, sino que incluso puede transmitirse el hábito a las generaciones posteriores.
Por ejemplo, si los padres suelen estar nerviosos, lo más probable es que sus hijos también lo sean. De ahí que haya niños de dos o tres años que muestren signos nerviosos sin motivo aparente. Es el resultado de la influencia de la generación anterior en la posterior.

-Todos venimos acá buscando lograr algo –dijo Horacio-. Lo que el Maestro siempre me dice que tengo que lograr es prestar atención. Poner toda la atención en el momento que estoy viviendo. Yo creo que el taichi chuan es una excelente oportunidad de darse cuenta de lo uno está haciendo en cada momento. Hace que la mente está aquí y ahora, no en lo que pasó ayer o en lo que va a pasar mañana. Cuando uno logra concentrarse, esa atención se va expandiendo, no sólo abarca lo que uno hace sino también todo lo que ocurre alrededor.

-En septiembre va a ser la ceremonia de discipulado –dije-. A propósito de eso, estuve pensando mucho los temas que conviene hablar con los alumnos que aspiran a participar de la ceremonia. Se suele habla con ellos para que sepan de qué se trata ese paso que están por dar, qué es lo que viene después de que uno se convierte en discípulo. Una de las cosas que se hablan es el de la conducta del discípulo. Según cómo se comporte, el discípulo puede dejar bien o mal parada a la Escuela. Ahora bien, la manera en que uno se comporta está marcada por los hábitos. Uno camina, come, habla y hace un montón de cosas siguiendo hábitos. Y los hábitos tienen la capacidad de hacerse invisibles. Uno no se da cuenta que está haciendo algo a lo que está habituado. Tomemos el caso del caminar. Uno camina como está habituado a hacerlo; no camina pensando: “ahora voy a adelantar el pie izquierdo, ahora el derecho”. Uno camina sin darse cuenta qué parte de la planta del pie apoya, sin darse cuenta de lo que pasa con la cadera, con la columna o con la cabeza. A pesar de que caminamos sin saber cómo caminamos, nuestra manera de caminar habla sobre nosotros. Los delincuentes ven pasar miles de personas y eligen a aquellas que parecen ser presa fácil, y se dan cuenta de ésto por la manera de caminar de sus potenciales víctimas.

-Entonces, por un lado sabemos que nuestra conducta habla sobre nuestra Escuela, pero por otro lado sabemos que nuestra conducta está marcada por los hábitos. ¿Cómo se resuelve esta situación? La clave está en lo que decía Horacio: en la concentración. Es la concentración la que echa luz sobre los hábitos y los vuelve visibles. Al poner atención en el presente, en lo que estoy haciendo aquí y ahora, puedo darme cuenta de lo que siempre hice por costumbre y eso abre la posibilidad de corregir las malas costumbres.

-Hace muchos años –dijo Angélica-, cuando estudiaba acupuntura, tenía la costumbre de caminar con el torso muy inclinado hacia delante. Una vez al entrar al consultorio donde se daba el curso, el Maestro me dio una palmada en el sacro y me dijo: “¿Por qué camina así? ¿Cree que va a llegar antes si va con la cabeza adelantada?” Ese episodio me hizo pensar en cómo me paraba y cómo caminaba sin darme cuenta que iba inclinada hacia adelante. Ahora, cada vez que me pongo la mochila para salir, fijo la atención en la postura a ver si estoy derecha.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 11 de agosto de 2018. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este texto sin previa autorización del autor

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