Una base sólida

Jun 2nd, 2019 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Hace poco les mostré el dibujo de una diana –dijo el Maestro-, de esas que se usan para lanzar dardos. Hace muchos años yo pensaba formar alumnos y luego, a aquellos que aprendieron bien, enviarlos lejos para que enseñen y formen nuevos centros de enseñanza. No es bueno que todos estén juntos en el mismo sitio.

-Como el maestro Wang hizo con usted, que lo mandó a Argentina –dije.

-Sí. Yo quiero hacer que nuestro estilo crezca y se expanda. Pero para eso es necesario primero aprender bien. Un alumno que no tiene buen nivel y se pone a enseñar corre el riesgo de dejar mal parado el prestigio de sus ancestros. Si el alumno aprende bien y en profundidad, puede enseñar y así ejercer una influencia positiva sobre los demás. No se trata de usar el arte marcial para buscar pelea o participar en torneos. El objetivo no es competir con otros sino con uno mismo. En Internet salió publicada una noticia sobre la guerra comercial entre China y EEUU. En la sección comentarios alguien escribió así: “Si uno se dedica a fortalecerse a sí mismo no hay necesidad de entrar en guerra con los demás”.

-Competir con uno mismo significa buscar la perfección. Trabajar para hacer las cosas de manera impecable. Todo, no solo las actividades externas, también el propio carácter. Competir con uno mismo es más difícil, pero se llega a una mayor profundidad. Si le pregunto a usted si quiere ir con Dios, seguramente me va a responder que sí. Pero ¿con qué? ¿de qué manera va a hacerlo? A través del combate con uno mismo se puede llegar a Dios.

-En la vida uno no puede fracasar muchas veces. Después de muchos fracasos la persona pierde la confianza en sí misma y puede deprimirse. Por eso es tan importante la concentración durante la práctica. También es importante saber para qué está practicando. No hacemos esto para pelear y medirnos con otros a ver quién es más fuerte y ganarle a los demás. Es para vencerse a uno mismo.

-¿Por qué no se puede fracasar muchas veces? –preguntó Camila.

-Le voy a contar la historia de un paciente que vino a verme con una lesión de rodilla ocurrida jugando al fútbol. Tardó diez sesiones en recuperarse. Un año más tarde volvió a lesionarse la misma rodilla. Esta vez tardó veinte sesiones en recuperarse y la recuperación no fue total. Cada caída provoca un daño acumulativo, de manera que en cada caída es más difícil levantarse. Si por tantas caídas la persona pierde la confianza, se hace más difícil volver a ponerse de pie.

-A veces el estudiante pasa por un momento en el que le cuesta practicar –dijo Horacio-. ¿Qué puede hacer para superar esa inercia que le impide volver a la práctica?

-Cada caso es diferente. Si a alguno de ustedes le pasa esto, vengan a preguntarme, cuéntenme su caso y les voy a dar indicaciones personales. Todas las trabas que impiden practicar tienen una causa y hay que ver cada caso. Cuando yo tenía 15 años empecé a practicar karate. Los primeros tres meses iba a clase con gran entusiasmo, pero de pronto dejé de sentirlo y tampoco tenía ganas de practicar en casa. No entendía qué me pasaba, pero me dije a mi mismo que tenía que insistir. Con gran disciplina seguí practicando y al mes recuperé mis ganas. Logré vencer a los demonios que me tiraban hacia abajo y querían hacerme abandonar. A partir de ese punto logré grandes progresos en karate. Poco después de un año me dieron el cinturón amarillo. Una vez el profesor faltó y no había otros alumnos antiguos, entonces me pusieron a mí al frente de la clase. Al terminar la clase los alumnos estaban muy contentos, todos decían que les había parecido muy interesante.

-Para mí lo más importante es construir una base sólida y amplia, por eso no tenía apuro por dar examen y subir de cinturón. La secretaria del dojo me preguntaba cuándo iba a rendir examen y yo le decía que no me importaba seguir con el cinturón blanco porque estaba construyendo las bases de mi conocimiento en el arte marcial. Cuando yo era cinturón blanco el profesor de karate me ponía a hacer kumite con alumnos más avanzados. En el primer encuentro, un cinturón azul siempre me entraba con sus patadas. Me puse a investigar cómo podía evitarlas y al segundo encuentro logré evitar que me pateara, pero yo no lograba llegar a él. Me puse a investigar cómo podía hacer para lograr mi objetivo. Al tercer encuentro logré llegar con mis patadas y le gané. La clave está en estudiar qué es lo que falta y cómo lograr superarla. De esa manera se progresa en la práctica.

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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 1º de junio de 2019. Se prohibe su reproducción sin autorización del autor.

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