Misericordia y valentía

Ene 11th, 2020 | By | Category: Charlas con el Maestro

Esta semana el Maestro envió un nuevo mensaje:

«Con respecto a lo hablado la semana pasada sobre el campo de energía y la afinidad del grupo, veo que estuvieron discutiendo y que muchos ya experimentaron y entendieron con más profundidad. Por eso hay que esforzarse más para lograrlo. Si hay un compañero que por algún motivo no puede continuar con la práctica grupal, sería bueno alentarlo a que vuelva en cuanto pueda a nuestro grupo, para que este grupo siga creciendo y sea aún mejor.

La misericordia es un instinto natural en las personas, por lo que en teoría no sería necesario aprender. Sin embargo, la influencia de las diferentes culturas y costumbres durante varias generaciones, de las civilizaciones actuales, el avance tecnológico y la abundancia de las cosas materiales trae aparejado una vida más cómoda, seduciendo a las personas al disfrute y generando la pereza para trabajar. Esto fue tapando el sentido de misericordia en las personas.

Cuando vemos el sufrimiento y el desamparo del prójimo, se produce naturalmente una simpatía hacia el prójimo, esa es la misericordia. Pero este sentimiento suele tener poca duración, después de un rato nos reina nuevamente el egoísmo y la pereza. Nuestros sentidos sufre la influencia de la sociedad, del entorno, de la cultura y de la tendencia actual, lo que hace muy difícil mantener nuestra sencillez. Por eso debemos aprender a tener misericordia, escuchar palabras de educación beneficiaria, sumado a la práctica concentrada de los movimientos, para que el cuerpo, la mente y el espíritu tengan una práctica completa. Si practicamos tai chi chuan y chi kung de esta forma, manteniendo la mente y el pensamiento unidos, surgirá la misericordia y la inteligencia. Nuestra escuela apunta a tener una educación beneficiaria y buena práctica paralelamente para comprender la lógica de las cosas, para tener misericordia e inteligencia. Hacer cosas con buen sentido ayuda a eliminar los temores, a avanzar con valentía sin perder el tiempo, ese sería el logro más grande en esta vida.»

–¿Alquien quiere decir algo sobre esto? –pregunté.

–Primero quiero dar las gracias –dijo Mónica–. Esta es mi segunda clase. Tengo un poco de conocimiento, muy poquito, de chi kung que practiqué hace mucho. Hace mucho que no practico y me olvidé, pero esta semana me di cuenta de que el cuerpo tiene memoria y durante la práctica de la semana pasada sentí que recuperaba eso que creí haber perdido. Agradezco también el texto que envió el Maestro desde Alemania y me sentí muy bien con el grupo, así que voy a seguir viniendo. Gracias

–En su texto el Maestro habla de la misericordia –dije–, que significa sentir el sufrimiento del otro y actuar para aliviarlo. Dice que es un instinto natural en todas las personas y es cierto. Cuando escuchamos a un bebé llorar surge inmediatamente el deseo de hacer algo para calmarlo. Gracias a esa misericordia instintiva es que los humanos sobrevivimos. Somos tan vulnerables al nacer que la única posibilidad de sobrevivir depende de la compasión de otra persona.

A pesar de que la misericordia es algo instintivo, a medida que nos vamos integrando a la sociedad, vamos perdiendo contacto con ella. Más todavía en los tiempos que corren, cuando el «sálvese quien pueda» parece ser la ley suprema y el egoísmo se exhibe con orgullo. Siempre hubo codicia en el alma humana, pero se trataba de disimularla. Hoy en cambio, la codicia «salió del closet» y la solidaridad se descalificada.

Por eso adquiere especial actualidad este llamado del Maestro. Y para poder ejercer la misericordia hacia el que sufre es indispensable primero ejercer la compasión con uno mismo. Buscar en nuestro interior cuáles son nuestros sufrimientos, comprenderlos, buscar sus causas y tratar de transformarlos.

Así como la basura maloliente, tratada de manera adecuada, se convierte en el abono que nutrirá la belleza de la flor y hará crecer la planta que nos alimentará, también nuestro sufrimiento puede convertirse en el nutriente de nuestro crecimiento espiritual.

Lograr esta transformación del sufrimiento nos dará paz, pero también evitará que lo transmitamos a otros. Porque cuando no somos concientes de nuestro sufrimiento terminamos contagiándolo entre los que nos rodean y las nuevas generaciones.

El Maestro habla de ser valientes. Valentía es la cualidad de quien tiene fuerza, salud y vigor. Y tiene razón el Maestro al mencionar la valentía, porque para enfrentar nuestro sufrimiento y el del prójimo hace falta coraje. La tendencia natural cuando apenas asoma el sufrimiento es tratar de alejarse de él. Por eso se venden tantas drogas legales e ilegales y tantas bebidas alcohólicas, tan eficaces para anestesiar el dolor espiritual.

También hace falta valentía para ejercer una misericordia efectiva con los demás. Muchas veces ante el padecimiento de otro lo más fácil es soltar un billete e irse. Pero a veces el sufrimiento del otro no se va con dinero. En muchos casos lo que el otro necesita es nuestra escucha compasiva. Estar al lado del que sufre, escuchando de corazón, sin prejuicios, sin valorar, sin comparar, sin sentirse superior. Todo eso ayuda a aliviar el padecimiento del otro.

—Yo agregaría la perseverancia —dijo otra alumna—. Además de ser valiente, hay que perseverar.

—Otra cosa que enseña el Maestro —dijo Eugenio—, es a generar mecanismos que nos permitan sobrellevar la frustración. A nadie le sale perfecta la forma, sin embargo seguimos viniendo y el Maestro nos corrige una y mil veces un mismo movimiento. La ganancia ahí está en seguir intentando, seguir practicando, mejorar la capacidad de observación para captar lo que antes no éramos capaces de ver. Todo eso implica luchar contra la propia soberbia que a veces nos hace creer que ya sabemos todo. Creo que el taichi chuan del Maestro funciona a varios niveles. Nos enseña a practicar, no para sacar volando a la gente, sino para aprender a enfrentar nuestros demonios internos y así convertirnos en individuos más productivos para la sociedad, para la familia y para ser mejores.


Resumen de lo hablado durante la clase del 11 de enero de 2020. Se prohibe su reproducción sin autorización del autor.

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