Cuidar bien la vida

Jul 19th, 2020 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Hay gente que no sabe cómo cuidar bien su vida –dijo el Maestro-. Algunos incluso llegan al extremo de suicidarse, por ejemplo, al no poder soportar los sufrimientos, por malos pensamientos, o por rechazos amorosos muy traumáticos. La situación actual del mundo es muy difícil, hay muchas complicaciones y problemas. Y sin embargo, tenemos que saber que debemos aprender en este mundo, siguiendo el ritmo de la Naturaleza. Generalmente, la gente piensa que esta vida y este mundo son para ser disfrutados, y al pensar de esta manera ignoran el sentido verdadero de la vida: aprender y realizar nuestra misión.

Por eso quisiera hoy aconsejarles acerca de cómo cuidar nuestra vida. Cómo prepararnos para toda la vida, incluso hasta su fin. Si manejamos bien la forma en que vivimos, con buen sentido, entonces también el final será bueno. Si, por el contrario, solo buscamos hacer lo que se nos antoja, o si realizamos malas acciones, al morir el sufrimiento será enorme. Por todo esto, lo primero que debemos hacer es sanar nuestra mente, tener pensamientos correctos, no torcidos.

Actualmente la sociedad imparte enseñanzas muy desviadas del buen camino, y es por eso que resulta necesario tomar otras enseñanzas, por ejemplo a través de religiones, etc., para poder llevar una vida verdaderamente recta. Estas palabras son sencillas y a la vez muy útiles. Sin embargo, cuesta ponerlas en práctica. ¿Por qué ocurre esto? En general la gente sabe qué es lo correcto, pero no lo hace: ese es el gran problema. Pensemos en dos líneas paralelas, a una de ellas la desviamos en un pequeño ángulo hacia afuera: al principio el desvío es ínfimo, pero si seguimos el avance de las líneas, vemos que cada vez se separan más, y entonces volver al camino original ya resulta muy difícil. Es necesario entonces tratar de corregir incesantemente todo desvío que notemos en nuestras acciones, y volver al principio, para empezar de nuevo.

Esto lo vemos también en la práctica del taichi chuan, donde hay movimientos que cuestan, y algunos dicen: “esto no es para mí”, y abandonan. Sin embargo, hay que insistir una y otra vez: con el tiempo el movimiento sale, y la persona experimenta una gran alegría y también aumenta la fe en sí misma. En la vida también debemos actuar de esa forma: aceptar, no rechazar. Nuestro cerebro tiene distintas funciones, y puede cambiar, por ejemplo: se puede odiar o se puede amar; se puede tener voluntad o pereza, etc.

Tomemos el ejemplo de las profesiones. Cada uno tiene su profesión: abogado, ingeniero, etc. Cada uno maneja y desarrolla una parte del cerebro que funciona más fuerte y es más conveniente para dicha profesión. Pero nuestra práctica, por el contrario, debe ser más general, más integral, para así poder transitar correctamente el camino hacia Dios. Por eso debemos pensar en transitar dicho camino por el centro del sendero, no torcernos hacia un lado o hacia el otro. Para lograrlo, debemos entender qué conviene aprender en la vida, qué conviene hacer y qué no hacer: debemos actuar en forma inteligente, en el sentido de pensar a nuestra vida en forma completa.

Por todo lo dicho, ¿cómo debemos cuidar nuestra vida? Utilizar nuestro cuerpo y nuestra mente para actuar en forma correcta durante toda la vida y en todos los aspectos de la misma, de forma integral. Es como querer preparar una buena semilla para que a su tiempo dé buenos frutos: hay que aprovechar el ahora, ya que si se pierde este momento no se sabe cuándo va a existir otra oportunidad de mejorar. En fin, debemos transitar el camino de nuestra vida de forma correcta y así al final llegaremos a Dios. Por el contrario, si quedaron en este mundo malos pensamientos o acciones (karma), se debe volver a pagar: es como un imán que nos atrae. Esto es muy importante saberlo para poder entender cómo manejar nuestra vida y utilizar el cuerpo para cambiar el destino.

-Hoy se llevó a cabo la primera lectura en grupo del libro “Vibrando en la Naturaleza”. ¿Descubrieron algo al leer libro?

-Antes de esta reunión nos encontramos para leer el libro –comentó Daniel–  leímos el prólogo y la sección donde usted describe cómo conoció a su Maestro y cómo decidió venir a trabajar a la Argentina por un sueño que tuvo, así como sus primeros pasos en el país.

-En este momento hay mucha crisis en el mundo –dijo el Maestro–.  Por lo tanto, les recomiendo que empiecen a leer desde la sección la página 107, donde se habla más sobre la Naturaleza. Ahora que ocurren tantos desastres, conviene ver eso primero. Luego sí, pueden volver a lo anterior, donde está la explicación o teoría. Primero conviene aprender la técnica, y luego la teoría se entiende mejor. Un ejemplo de esto podemos verlo en la pandemia: antes de ella, muy pocos le daban importancia a cómo se estaba arruinando la Naturaleza, pero ahora la gente pudo ver los efectos nocivos de la contaminación, de la tala indiscriminada, en fin, todo lo que el ser humano está ensuciando y arruinando en el mundo. Al pasar por esta experiencia de la pandemia y la correspondiente cuarentena (práctica) se está mejor preparado para aceptar la teoría.

-Quisiera comentar algo sobre la lectura que hicimos hoy –dijo Gabriela–. Me llamó mucho la atención la paciencia, por ejemplo cuando usted contaba que los alumnos de Taiwán tenían más paciencia que nosotros para aprender artes marciales, o su propia paciencia al esperar durante tanto tiempo a su Maestro para que lo aceptara en sus clases. ¿Como podemos desarrollar la paciencia?

-Si uno decide aprender o hacer algo –respondió el Maestro–, debe tener paciencia. Les cuento un ejemplo: una vez fui a la Aduana y había que sacar número y esperar mucho tiempo. Un señor llegó, vio la situación y muy nervioso exclamó: “Ah, cuánta gente, qué barbaridad”.  Yo, por el contrario, ya había ido preparado. Me había preguntado a mí mismo: “¿Qué voy a practicar durante ese tiempo de espera? Quizá mover energía, o recitar mantras, o leer algún libro”.  Siempre hay que tener la mente ocupada de manera positiva, y no pensar que uno va a tener suerte. La suerte en general puede tocarle a unos pocos nomás en toda la población, como la lotería. Por eso, cada uno debe ejercitar su paciencia, y no pensar en la suerte, que en realidad no existe: todo ocurre por algo. A veces surgen momentos de inspiración, como cuando alguien que nunca juega se inspira, compra un billete de lotería, y gana. Esa supuesta suerte en realidad ocurre por algo anterior, que estaba preparado aunque uno no lo supiera.

Por eso no conviene pensar si uno va a tener suerte o no: es mejor ir paso a paso, de forma estable. La suerte viene sola, si uno hace el bien. Es cierto que también hay casos de gente que hace las cosas bien y sin embargo les va mal: esto es por el karma. En esta vida realizamos la cosecha de lo que sembramos en vidas anteriores. Si uno siembra hoy, no puede pretender cosechar hoy: hay un tiempo para obtener los frutos de lo que sembramos. Así como esto lo vemos claramente en las frutas y verduras que podemos cultivar,  de la misma manera ocurre en nosotros mismos.  Hay que saber elegir, hay que preguntarse: ¿esto conviene hacerlo o no? Recuerden: causa y consecuencia, no suerte.

De ahí la importancia que tiene manejar bien nuestra propia vida. Para lograrlo, hay que entender cuál es el sentido de la vida. Luego hay que llevarlo a la práctica, con fe. Primero es necesario escuchar y aprender, luego probar, experimentar,  y seguir mejorando paso a paso su camino.  Hay gente que pretende aprender sola, con un libro, pero esto es muy difícil. Algunos pueden lograrlo porque tienen genes o buena semilla en su interior de vidas anteriores. Pero en términos generales hay que escuchar para poder aprender. Luego uno va teniendo fe en uno mismo al ver que está realizando bien las cosas, y entonces surge la alegría interna, y ya no hay preocupaciones. Por eso hay que hacer práctica interna, entre otras cosas para el control mental, y esto tiene que ver con la paciencia.

Si uno internamente tiene disciplina, seguramente tendrá también paciencia y concentración. Estos son los tres pilares que siempre les nombro: disciplina, paciencia, concentración. Les voy a dar un ejemplo de esto: traté a un paciente durante 6 años, una persona que no caminaba, no tenía fuerza en sus piernas. Luego de cierto tiempo de tratamiento le indiqué que intentaríamos caminar: lo ayudé a que se levantara, luego empezó lentamente a caminar, paso a paso, primero con miedo, de mi mano, por todo el consultorio. Su familia me contó más tarde que, si bien conmigo caminaba por el consultorio, a veces sosteniéndose apenas con un solo dedo, en su casa tenía miedo a caminar, miedo a caerse. Esto indica falta de fe. Por eso primero hay que poner fe y confianza, para dar cada uno de nuestros pasos, luego la mente se concentra y se pueden seguir dando pasos unos tras otros, y avanzar, ya sin problemas.

Insisto, son tres los pilares: disciplina, paciencia, concentración. Estas tres palabras son muy útiles, incluso pensar en ellas ya puede ayudar mucho. En momentos de miedo o de falta de esperanza, debemos pensar: “¿Dónde está mi disciplina? No cuidé tal o cual cosa, es por eso que tengo miedo”. Por lo tanto, la disciplina es el primer paso. El orden debe respetarse. Como en la respiración: primero tomar aire, luego llenar bien los pulmones, etc. La disciplina es como tomar aire: así se cambia la mente y se va el miedo. Luego viene la paciencia para cuidar: si pasamos un puente angosto, con paciencia, cuidándose, puede uno pasarlo sin problemas, paso a paso.

-Maestro, estos días pasé por una situación problemática y quisiera pedirle su consejo –dijo Ariel–. Usted comentó más de una vez que cuando recibimos algo malo o negativo de una persona, que nos lastima, hay que tener un escudo para que eso no nos lastime. Pero a veces ese escudo no funciona, me pasó esta semana: alguien me trató de muy mala manera y no puedo sacármelo de la cabeza, no puedo dejar de pensar en eso. No quisiera juntar odio o resentimiento en mi corazón por eso. Quisiera saber qué me aconseja.

-Lo primero –respondió el Maestro–,  es pensar cómo esta situación compleja puede ayudarme a mí para prevenir que me pase. Es decir, pensar que la situación que le ocurre al otro (en este caso, el tratar mal) podría pasarme a mí, y ver qué debería hacer yo en ese caso. En otras palabras, tratarlo como si fuera un espejo de lo que podría ocurrirme a mí mismo. No hay que dejar que entre mala energía y ensucie nuestro interior. Nosotros no sabemos en la vida qué va a pasar, y por lo tanto esto para mí debe ser una experiencia de la cual poder aprender. Lo mismo nos ocurre a los voluntarios de la Fundación Tzu Chi: al ver tantos casos de sufrimiento, agradecemos que no nos ocurren a nosotros mismos esas calamidades. Así es posible acompañar para estimular el ánimo del otro para que mejore. Utilizar su caso o problema para mejorar uno. Muchas veces solo es necesario escuchar, tomando previamente aire para fortalecerse uno mismo y no ser afectado por la problemática que se está tratando. Siempre les digo que tomar aire, respirar correctamente, es muy importante. Si uno respira tres veces en forma profunda, viene naturalmente la inspiración, y ya se sabe cómo atender el asunto. La respiración tranquiliza.

Por otro lado, si uno se pone mal con el otro, es mejor alejarse, porque de lo contrario la mala energía se expande. Volvemos a lo mismo: disciplina, paciencia, concentración: tomar aire para poder pensar. Tan sencillo, tan fácil y sin embargo a veces cuesta tanto.

-¿Podemos hacer lo mismo para el caso de pensamientos negativos? –preguntó otra alumna.

– Sí, al tomar aire, cambia la energía en el tan tien, pasa a ser positiva. Si mantenemos el aire en nuestro abdomen (donde se encuentra el tan tien), la negatividad no puede entrar. Si nos llenamos de energía positiva o buena, la negativa no entra. Es sencillo, pero a mucha gente le cuesta hacerlo.

-Cuando me dijeron algo muy negativo y siento que me hace mal –dijo Camila–, suelo escribir lo que molestó o sentí en un papel y luego lo quemo, y me ayuda a estar tranquila.

-Puede recitar simplemente el mantra, pensando que esa persona que la agredió no tiene acceso a eso, debido a su mala energía, entonces puede recitar el mantra por ella, para ayudar a esa persona, mandándole energía positiva. De negativo, cambiamos a positivo. Otra vez: tomar aire (disciplina), y recitar el mantra. Esto aumenta la propia misericordia, no puede entrar mala energía, y al mismo tiempo se ayuda al prójimo.

-¿Cómo podemos ayudar al espíritu de una persona que se suicidó para guiarlo? –preguntó Angélica.

-Uno debe practicar mucho y llegar a un muy alto nivel para lograrlo, si no cuesta mucho.

Hoy les aconsejo esto: cuiden bien su mente, sus acciones, sus palabras. Y practiquen bien. Ojalá puedan también influenciar a otros: amigos, parientes, etc. Quizá alguien lea esto en la página de la Escuela y pueda también llevarlo a la práctica y mejorar su vida.

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Resumen de la video-conferencia del Maestro Chao Piao Sheng del 18 de julio de 2020.

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