-Cuando usted hace este ejercicio -le indicó el maestro a una alumna, llevando la mano hacia adelante-, debe estirarse más, hacerlo más grande. Así mejora el efecto, no tenga miedo de caerse, el movimiento debe estar balanceado, si el brazo va para adelante, el cuerpo está atrás, si la mano va para atrás, el cuerpo está adelante, use la cadera para moverse.

Aprovecho lo que le digo a esta alumna para indicarles a todos que deben hacer los movimientos amplios para que el ejercicio tenga mayor efecto, es importante estirarse lo más posible, tener una buena elongación para la buena salud del cuerpo.

Podemos elongar en una posición estática o en movimiento, por eso tenemos que aprovechar cada ejercicio para hacer una buena elongación. Si no hacemos esto, la columna y las articulaciones quedan rígidas, porque nuestros tendones y nervios son como elásticos muy fuertes, muy duros, entonces hay que estirarlos; y mientras estamos haciendo el ejercicio, hay que acompañarlo con la respiración, así se aflojan más rápido las articulaciones, tendones, músculos y nervios, además no se marean porque llega bien el oxígeno al cerebro.

Es muy importante saber cómo hacer los ejercicios para lograr un mayor efecto. Cada ejercicio hay que repetirlo muchas veces para que salga cada vez mejor, sintiendo cuándo nuestro cuerpo está más cómodo y cuándo estamos estirando al máximo. Nosotros antes de la práctica de taichi hacemos estos veinticuatro movimientos que se denominan tao yin, sirven para estirar y preparar el cuerpo. Nos da mejor energía para hacer la práctica de taichi y además, repetimos más los movimientos para mejorar cada día y aprender a percibir la sensación en nuestro cuerpo en cada uno de ellos.

Ahora Andrès nos va a contar su experiencia en la práctica de pakua, su sensación en la práctica lenta y repetitiva.

-Ahora estoy practicando bastante –dijo Andrés-, y noté un gran cambio a partir de la práctica repetitiva de una misma forma y no avanzar más rápido en aprender las siguientes. El maestro me corrige y me indica cómo hacer cada movimiento repitiéndolo muchas veces hasta sentir que la energía fluye y uno se siente cómodo, porque muchas veces pensaba que el movimiento lo hacía bien, que había entendido bien las correcciones que me indicaba el maestro en el consultorio, lo practicaba en mi casa, y al volver, el maestro me hacía nuevas correcciones.

Esto me pasaba muchas veces, por ejemplo, me indicaba que bajara más el cuerpo y en la clase siguiente me corregía porque lo bajaba demasiado, entonces con la paciencia que se aprende de practicar mucho, con todas las indicaciones del maestro, y con muchas repeticiones, encontré el punto justo en donde yo siento que el cuerpo se mueve naturalmente y la energía fluye y el ejercicio sale mejor. Me dì cuenta que requiere de mucha paciencia y agradezco al maestro que enseña de esta manera, poque, como él dice, es mejor no avanzar rápido queriendo saber nuevos movimientos, vale tanto para taichi como para el resto de las disciplinas, y con los pocos o muchos que conocemos, repetirlos y profundizarlos hasta intentar que salgan perfectos o por lo menos lo mejor posible, espero que cada uno pueda practicar de esta manera, de a poco y con paciencia.

-Cuando ustedes mejoran un movimiento, yo les enseño cómo aplicarlo en otra cosa -dijo el Maestro-, y así tiene mejor efecto. Siempre les digo cómo de uno sale para un montón de cosas. No es correcto copiar un montón de movimientos y no saben usarlos. Siempre les cuento cómo un tío de mi maestro practicaba un sólo movimiento, y lo aplicaba en todas las formas y técnicas, le salìa naturalmente. Aprendiendo, practicando y profundizando un sólo movimiento, sale con más fuerza, sin esfuerzo del cuerpo, pero más fuerte. Tienen que practicar con paciencia, con profundidad, con seriedad, de a poco, sin pretender aprender mucho, sino una cosa por vez y practicarla muchas veces. Ahora Angélica les va a leer algo que escribí y que Andrés tradujo del chino..

El elefante en el pozo

¿De qué forma puede un elefante pedir ayuda a los humanos? ¿Qué locuras puede llegar a hacer una madre para salvar a su hijo?

Un bebé elefante cayó en un pozo profundo. La madre elefante corrió hacia la ruta para pedir ayuda. Los autos pasaban uno a uno muy rápidamente. Nadie prestaba atención a lo que el elefante quería hacer, y nadie se detuvo a mirar. La madre elefante se sentía desamparada.

Corrió de regreso al pozo e hizo todo lo posible para salvar a su cría, pero como era tan profundo no tuvo éxito. Después de luchar durante dos noches y tres días, quedó exhausta y ya no se podía mover. Fue entonces cuando la gente la descubrió, luego vino un veterinario y algunas personas para realizar los primeros auxilios.

Al rato, a pesar de haber saltado vigorosamente sobre el elefante para hacer presión, el corazón seguía sin latir. Al mismo tiempo, una excavadora logró abrir un camino para que el pequeño elefante pudiera trepar y salir del pozo. Al ver a su madre tirada en el suelo y sin moverse, se puso a llorar muy fuerte.

Al rato la mamá elefante despertó al escuchar el llanto de su cría, y se levantó muy lentamente. Todos se conmovieron hasta las lágrimas al ver esta escena, ya que mostraba que la madre es capaz de pagar cualquier precio por su hijo: esa es la grandeza maternal.

Los seres humanos y los animales tenemos los mismos sentimientos. Debemos respetar la vida de todos los seres vivos. Nuestra vida y la de todos los seres vivos es igual, y esto significa que el amor es el mismo. No podemos ser parciales de ninguna manera: eso no es amor verdadero.

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-En este cuento, el llanto del hijo elefante estimula la conciencia de la madre, que se levanta estando casi muerta -dijo el Maestro-. Esta fuerza es muy importante, ya que, de lo contrario, si la mamá no escuchaba al bebé, pierde la esperanza y se deja morir. Esto nos enseña a nunca perder las esperanzas. Todo lo que hacemos, toda nuestra práctica, hay que hacerla con fe, con la esperanza de ser mejores.

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Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 20 de mayo de 2023. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Sergio Arakaki.