La importancia de la elongación

Nov 30th, 2023 | By | Category: Charlas con el Maestro

―¿Cuál es el ejercicio más importante de todos? ―preguntó el Maestro―. No es un gran ejercicio, sino los detalles pequeños. Los detalles pequeños son los más importantes de todos. Pero, ¿cuáles de los ejercicios de tao yin que hacemos son los más importantes? Los que tienen que ver con la elongación. Es muy importante que todos los días realicen ejercicios de elongación. Por ejemplo, antes de trabajar, y antes de irse a dormir, para evitar contracturas. Antiguamente, la gente no hacía deportes, porque las propias tareas diarias (domésticas, o del campo) ejercitaban todo su cuerpo. Ahora se trata de ejercitar mucho los músculos, pero esto no ayuda tanto para la salud. En cambio, la elongación bombea energía ida y vuelta por el meridiano, mejora la circulación, mejora también la calidad de la sangre, etc.

El hígado está relacionado con la apertura de los tendones y con los ojos. Si uno elonga bien, ayuda al hígado también. Esto es así porque el hígado tiene que trabajar mucho para que los tendones sean elásticos. Si uno mejora la elasticidad de los tendones, el hígado ya no tiene que trabajar en exceso para lograr ese objetivo. Deben hacer bien los ejercicios de tao yin, considerando los detalles de cada uno. Además, deben tomar aire y mantenerlo. Piensen en una manguera llena de aire: aunque la quieran doblar, no lo pueden hacer tan fácilmente, no la pueden quebrar con facilidad. Tomen aire y llévenlo a la panza: no deben largarlo por la boca.

La elongación es importantísima. Si mantienen los tendones en promedio tres centímetros más largos, tendrán alrededor de 10 años más de vida. Fíjense qué importante es mantener elongados los tendones. Ahora Angélica va a leerles un texto.

強老師 / 洗髓功 / 電子針灸

El maestro Chiang

Luego de fallecido mi maestro, un muchacho vino a nuestro lugar de práctica en la plaza de Taichung, diciendo que quería aprender taichi chuan. Le dijimos que justo en ese momento estábamos practicando chan chuang, así que él se unió también a la práctica. Se incorporó al grupo sin problemas, quedándose quieto en una de las posiciones de chan chuang durante alrededor de cuarenta minutos. Sorprendido, le pregunté si alguna vez había practicado algo, y me dijo que no, que no había practicado ningún arte marcial.

Al terminar la clase, le pregunté adónde vivía, y al darme su dirección, me di cuenta de que estaba seis cuadras antes de mi casa. Entonces fuimos juntos en la moto, y mientras viajábamos, le comenté mi sorpresa al ver lo bien que practicaba. Cuando llegamos a su casa, me invitó a entrar, y ahí me dijo que si quería podía golpearlo en la panza, para probar. Así lo hice, varias veces, y los golpes rebotaban todos, sin causarle ningún daño. Entonces le pregunté qué clase de práctica había hecho, y me dijo que practicaba hsi suei kong. Me sentí inmediatamente interesado por esa práctica, porque noté que el muchacho tenía mucha fortaleza gracias a ella. Me dijo que en 100 días podía llegar a esa condición, así que me decidí en el momento a aprender ese arte. Luego de preguntarle varios detalles sobre su maestro, llamado Chiang Liang Chi, sobre los días de práctica, los precios, etc., quedamos en que me iba a acompañar para presentarme.

A los pocos días me presentó al maestro Chiang, y luego de aclarar algunos detalles sobre la práctica, me acomodó los tendones cercanos a los testículos para poder practicar sin problemas. Luego me dijo que una vez que empezara, debía ir a practicar todos los días. Comencé entonces a practicar, pero solo fui diez días. Después, sin avisar nada al maestro, seguí practicando solo desde mi casa. Como no tenía discos de pesas para practicar, iba juntando distintos elementos pesados que tenía a mano, y los ataba de tal forma de poder levantarlos con el cuerpo, hasta llegar a los 75 kilos. Cada día aumentaba un poco más el peso que levantaba. Durante esos 100 días, me lastimé varias veces, pero yo mismo me trataba para curarme, porque para ese entonces ya había estudiado acupuntura. Por ejemplo, si estaba inflamado, iba a comprar las hierbas necesarias para lograr desinflamar la zona afectada. Al levantar pesos con formas irregulares, a veces se producían movimientos que terminaban inflamándome los tendones. Pero yo tenía mucha devoción, y seguía practicando con fuerza cada día.

Al cumplirse los 100 días de práctica, fui a ver al maestro Chiang para mostrarle lo que había aprendido. Él, al verme, se sintió muy sorprendido, porque pensaba que yo había abandonado la práctica. Entonces prepararon la cámara con mi nombre y fecha para sacar fotos, y me puse a levantar los 75 kg. Como eran discos, me resultó mucho más fácil que la práctica que hacía en casa. Sentía como si fueran 20 kg menos. Tenía que levantarlo 40 veces, pero yo quise seguir porque no me molestaba para nada. Llegué a levantar el peso 60 veces, pero después dejé porque el maestro tenía miedo de que me lastimara algún tendón. Luego de esto, el maestro Chiang le dijo a todos los discípulos que yo había practicado muy bien, que era el que mejor había logrado aprender el arte. Esto lo pude hacer gracias a que antes ya había practicado pakua chang y estaba acostumbrado a observar los detalles pequeños, a encontrar la esencia en cada cosa. En el caso particular del hsi suei kong, observé qué postura había que tener para levantar el peso, cómo había que mover el cuerpo para oscilar el peso correctamente, y también cómo había que bajar el peso al suelo.

Así que seguí practicando con el maestro Chiang. Como él sabía que yo había estudiado acupuntura, un día me comentó que daba un curso de electropuntura, de tres meses de duración. Como era algo muy distinto al sistema de agujas, me pareció interesante y me anoté. En el curso había mucha gente, éramos más de quince personas, pero al final solo dos utilizamos el tratamiento de electropuntura: un taiwanés que vivía en Indonesia, y yo. Este taiwanés de Indonesia viajó a Taiwán con el solo fin de aprender electropuntura y estuvo en mi curso. Los demás alumnos dejaron de utilizar ese sistema porque no comprendieron bien la esencia: a los pacientes les daba mareos o tenían otro tipo de molestias, y ellos no sabían por qué o cómo solucionarlo, o simplemente no les hacía ningún efecto. Incluso habían comprado en el curso unas láminas que hacía el maestro Chiang, donde había puesto imágenes de cada uno de los meridianos. Los alumnos vendieron sus aparatos de electropuntura y devolvieron al maestro Chiang las láminas, diciéndole que no las iban a usar. Solo mi compatriota que vivía en Indonesia y yo continuamos exitosamente con la utilización de la electropuntura para el tratamiento de todo tipo de dolencias, porque habíamos logrado captar la esencia de la técnica.

Al taiwanés que vivía en Indonesia al principio tampoco le resultó fácil la utilización de la técnica, por lo que el maestro Chiang se trasladó a ese país durante una semana para ayudarlo. Yo, por mi parte, luego del curso, me puse inmediatamente a utilizar esta técnica con mis pacientes allá en Taiwán, sin ningún problema, y sigo utilizándolo todavía hoy sin interrupción, ya llevo 44 años haciéndolo. Por eso, hay que aprovechar las enseñanzas y aprender bien de verdad. Yo acá lo veo en los cursos que doy: al principio empiezan quince personas, pero al final quedan tan solo 5 o 6. Esto ocurre porque falta concentración, y porque no saben buscar la esencia y ver qué es lo importante. Hay que hacer los cursos con buen espíritu y con ganas y concentración para aprender.

Una vez un alumno de acupuntura me contó que un médico, en la radio, había dicho que la electropuntura no hacía ningún efecto. Claro, si no se sabe manejar bien el aparato, no hay efecto. Hay que conocer bien el funcionamiento, y es por eso que muy pocos pueden hacer electropuntura. La mayoría, al no conocer bien la técnica, solo lo usa en combinación con las agujas. Es decir, hace acupuntura tradicional, y luego le conecta un cable del aparato a la aguja, pero eso solo mejora la circulación de energía por la aguja. En cambio, no son capaces de utilizar electropuntura pura, es decir, sin agujas. Sin embargo, yo lo utilizo y observo que tiene muy buen efecto en infinidad de síntomas. Por eso, siempre volvemos a estas palabras: hay que saber aprender la esencia de las cosas. Muchas veces me dicen que repito una y otra vez lo mismo, pero lo hago con un objetivo: que los alumnos realmente aprendan bien. Hay que saber escuchar a la gente que tiene experiencia, como hacía yo de chico, que escuchaba atentamente a los ancianos de mi pueblo.

―Es cierto, la electropuntura es muy útil ―dijo el Maestro―. Tengo un paciente que estuvo un mes entero en la cama. Estaba extremadamente cansado, no tenía fuerzas para nada. Un día se acordó de mí, y como vivía a cuatro cuadras, con mucho esfuerzo vino a verme. Yo solo usé dos puntos, uno en pie y otro en mano, como se hace de ambos lados, sumaban cuatro puntos en total. Luego de media hora de tratamiento con electropuntura, el cansancio desapareció por completo. Lo mismo pasó con una señora, que tenía mucho dolor de hombro, y con electropuntura dejó de sentir ese dolor.

(Varios alumnos le piden al Maestro que haga un curso sobre electropuntura)

Podríamos hacer un curso sobre electropuntura, donde les explicaría qué combinaciones de puntos hay que utilizar, cómo funciona la energía, cómo se utiliza el aparato, etc. Es importante contar con un buen aparato de electropuntura, como los que se consiguen en Taiwán. Eventualmente habría que importarlos porque acá no se consiguen. Algunas personas expertas en electrónica quisieron imitarlos acá, pero no funcionó bien: el efecto no era el mismo.


Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 25 de noviembre de 2023. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Coratella

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