¿Relajación o flojera?

Feb 1st, 2024 | By | Category: Charlas con el Maestro

―En primer lugar, les recuerdo que mañana nos reunimos en la Asociación Taiwanesa con motivo del año nuevo chino ―dijo el Maestro―. Es en la calle Arribeños 2275, a las 15 hs. Va a haber unas actuaciones y la maestra Cheng Yen bendecirá a todos.

Por otro lado, me gustaría que fuéramos uno o dos días a meditar a algún lado. Veamos con tiempo cuándo y dónde sería. Quizá en el mes de mayo. Ahora Angélica va a leerles un texto.

放鬆和散亂不一樣

Estar relajado o estar flojo

Hoy quisiera hablarles sobre la diferencia entre estar relajado y estar flojo. A la mayoría de la gente les cuesta entender esto, no prestan demasiada atención y creen que por el hecho de estar flojos ya están relajados, pero no es así.

Cuando nos relajamos, lo hacemos con la mente: le damos la orden a nuestro cuerpo para que vaya relajando cada parte, como hicimos hace poco en la plaza, donde empezamos a relajar la cabeza, el cuello, los hombros, luego los brazos, el tronco, hasta llegar a los pies. Tenemos conciencia de nuestro cuerpo y lo relajamos con la mente. Si estamos sentados, el cuerpo está recto, derecho. Normalmente, al estar sentados en forma relajada, separamos un poco las piernas y apoyamos bien los pies para dar estabilidad. La estabilidad es muy importante: si no hay una buena estabilidad, no es posible relajarse. ¿Por qué ocurre esto? Si nuestro cuerpo no está estable, tiene que compensar la mala posición con fuerza, y entonces no es posible la relajación.

Por otro lado, cuando alguien está flojo, ya sea parado o sentado, está en cualquier postura, generando malas costumbres. Al estar simplemente flojo, se pierde energía, mientras que al estar relajado, se carga energía. Hay gente que, al meditar, se sienta de cualquier manera: eso no es realmente meditación. Un ejemplo claro de la relajación es lo que ocurre en el chan chuang: aunque uno se encuentre parado, por ejemplo con las palmas frente al pecho, en realidad el cuerpo está relajado, y esto se logra con la mente. Esto es muy distinto a estar simplemente parado de cualquier forma, con el cuerpo flojo. En las técnicas que realizamos, como por ejemplo en la forma o en tan lien, también debemos estar relajados, pero no flojos. Debemos relajarnos para poder movernos correctamente, para poder cambiar de postura en forma fluida. Si hay tensión, no es posible utilizar bien el peso del cuerpo. Por ejemplo, cuando lanzamos un puño, el brazo no debe estar completamente estirado y recto, sino que debe haber una pequeña flexión: recuerden lo que hace un tiempo les comenté, sobre la importancia de reservar el treinta por ciento.

Por lo tanto, cuando nos relajamos, debemos hacerlo con la mente, concentrados, sintiendo cada parte. En cambio, cuando estamos flojos, no tenemos conciencia de nada. Es como si estuviéramos muy cansados, y pretendemos descansar de esa forma, pero, en realidad, nos terminamos cansando más, porque la mente está muy dispersa. Esto también le pasa a muchas personas que no pueden dormir: es por la mente dispersa, no por el cuerpo cansado. Si se relaja la mente, el cuerpo se relaja solo. Por el contrario, si la mente está tensa, todo el cuerpo estará tenso también.

Recuerden: si alguien está flojo, pierde energía, pero si está relajado, carga energía, porque la mente está aquietada y se puede conectar con el universo. Es importante diferenciar bien las cosas. Aunque sean similares, no son lo mismo: hay que utilizar el término correcto. Piensen en los colores, en un tono más suave, y otro levemente más oscuro. La gente, por lo general, viéndolos por separado, dice «es más o menos lo mismo, es igual». Pero si se ponen ambos colores juntos, entonces sí se aprecia la diferencia. Lo mismo ocurre en lo que hablábamos: relajado es una cosa, flojo es otra. Espero que este ejemplo les sirva para comprender que hay que estar muy atentos y observar con cuidado, para que no les dé lo mismo cosas que no son iguales.

Si confunden el estar relajados con el estar flojos, nunca van a poder avanzar en la práctica. Si están flojos, van a perder energía. Además, va a pasar mucho tiempo y no van a notar progresos, y, por lo tanto, van a perder la fe en ustedes mismos. Aquí se aplica también la ley de causa y consecuencia.

―¿Por qué les hablo sobre este tema? ―dijo el Maestro―. Había una alumna que hace un tiempo venía a practicar taichi en forma particular. Esta alumna bostezaba todo el tiempo, y cuando le pregunté por qué lo hacía, me contestó que su profesora de yoga le había dicho que era bueno bostezar mucho, para relajarse. Yo le contesté que eso no era así: bostezando se afloja, pero no se relaja. Incluso caen lágrimas, y se pierde energía. Por eso traje este tema para compartir con ustedes, ya que noto que muchas personas desconocen la diferencia entre estar relajado y estar flojo.

Y es cierta la influencia que esto tiene en la práctica. Piensen: por un lado practican, para cargar energía, pero por otro se aflojan, perdiendo energía.

Por favor, Angélica, compartí tu experiencia en Sierra de los Padres.

―Hace poco fuimos un grupo de mujeres a la casa de Cynthia en Sierra de los Padres a pasar unos días ―dijo Angélica―. Allí practicamos, meditamos, comimos y también nos divertimos mucho. Lo que más rescato de ese viaje es que todo el grupo aprendió a tener una buena convivencia, y eso se lo debemos a usted, Maestro. Creo que eso es muy importante para todos. Cantamos todos los mantras, y todo siempre era pensando en el grupo, como si hubiésemos estado todos.

―¿Por qué le pido a Angélica que comparta esa experiencia? ―dijo el Maestro― Ella me mandó fotos y me pareció que fue una muy buena experiencia.

―Quisiera agregar algo ―dijo otra alumna―. El Maestro siempre nos enseña que debemos hacer el bien a las personas que tenemos al lado. Yo una vez le pregunté: «Pero si yo siempre sirvo a los demás, ¿cuándo me van a ayudar a mí?». El Maestro me respondió: «Usted no se preocupe por eso. Las personas a las que usted ayuda ya se van a encargar de ayudarla a usted». Y eso fue lo que comprobé en esa salida a Sierra de los Padres. Estábamos las siete ocupadas en hacerle el bien a las demás. Cocinábamos y hacíamos todas las tareas para las demás. Una vez Cynthia estuvo al sol durante mucho tiempo, se le quemaron mucho las piernas y le duró varios días, pero, sin embargo, nunca se quejó para nada, todas la atendimos y ayudamos para que se sintiera bien. Ella nunca se quejaba, y la felicito: ahora veo que debe haber sufrido mucho esas quemaduras, y aún así no se quejó pensando en las otras seis que estábamos con ella.

―En esa salida aplicamos todas las enseñanzas que nos da el Maestro: la colaboración, el respeto hacia el otro ―dijo Soledad―. También el considerar cómo es cada uno y respetar las diferencias. Por ejemplo, a mí no me gusta mucho cocinar, entonces me dedicaba a limpiar.

―Yo tuve una sensación totalmente distinta a otras convivencias en otros grupos ―dijo Gabriela―. Sobre todo por la solidaridad permanente que tuvimos: cada una brindaba lo mejor de sí misma. A mí particularmente me sirvió para aprender de las interacciones con los demás, viendo las dificultades y el potencial que uno tiene para ofrecer. Me conmovió mucho la unión que tuvimos, y lo sentí particularmente en un momento en que cantamos el mantra: yo lo escuché adentro mío con una resonancia tal que parecía proveniente de una orquesta filarmónica. Fue una experiencia que nunca había vivido antes.

―Usted siempre dice, Maestro, que el grupo de la plaza tiene mucha afinidad ―dijo Dévora―. Más allá de eso, yo lo que descubrí en este viaje es que, a pesar de ser las siete muy distintas, nos une algo en particular, algo espiritual, algo que está más allá de lo físico y de las palabras. Para mí fue una experiencia sanadora y de mucha alegría.

―Yo qué puedo decir más que «gracias» ―dijo Cynthia―. No hubiera podido conocer nunca este grupo de amigas de no haber sido por este espacio. Lo más importante que rescato es la manera en que nos vinculamos, con mucha unión.

―A mí me encantó la experiencia ―dijo Mirta―. Y todo esto es gracias a usted, Maestro, que armó este grupo.

―Muy bien ―dijo el Maestro―. Por eso sería bueno que pudiéramos organizar otra salida, más grande, para hacer diferentes actividades. Para poder practicar más, y realizar en general una práctica más interesante.

Bueno, hoy vamos a practicar tui shou.

—Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 27 de enero de 2024. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Coratella

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