La vida es tan variable

Abr 16th, 2024 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Vamos a leer un texto mío que Andrés Coratella tradujo del chino –dijo el Maestro.

我的貴人們

Mis benefactores

Hace un tiempo les hablé de una palabra china, kuei ren, que literalmente significa «persona valiosa», pero que puede traducirse como «benefactor», alguien que nos ayuda y nos guía en determinado momento de nuestra vida. Hoy quisiera contarles quiénes fueron en mi vida mis benefactores.

Cuando terminé el servicio militar y volví a mi casa, vino de visita un tío mío, marido de la hermana de mi mamá, que vivía a unos cincuenta kilómetros de distancia. Al verme, se puso a hablar conmigo, estimulándome y explicándome temas filosóficos. Esto me sorprendió mucho, porque él siempre hablaba con los demás de temas mundanos y no parecía una persona muy seria. Sin embargo, a partir de ese momento, conmigo siempre habló de temas interesantes y profundos, a la vez que trataba de alentarme en muchos aspectos. En cambio, cuando charlaba con mis padres o con mis hermanos, hablaba de cualquier cosa. Ya desde antes en mi familia se lo consideraba una persona no muy correcta, que incluso tenía ciertos contactos con personas que estaban fuera de la ley. Por eso, siempre quedó muy grabado en mí el hecho de que conmigo tuviera un trato tan diferente. Es como si al estar cerca de mí se inspirase y pudiera hablar de cosas más profundas. Me alentó y me dio mucha fuerza en muchos temas, y es por eso que lo considero mi primer kuei ren.

Luego de un tiempo, mi maestro me envió en sueños el mensaje de que tenía que ir a otro país a enseñar, y me dijo que al ir a la plaza al día siguiente podría saber exactamente a dónde tenía que ir. Efectivamente, al ir a la plaza me encontré con otro discípulo, que me llamaba «tío» por la jerarquía de la escuela. Él fue el que me pidió ayuda para los trámites que estaba haciendo porque quería venir a la Argentina, y gracias también a él es que yo ahora estoy acá. Por lo tanto, él fue un kuei ren para mí.

Cuando llegué a Argentina, al principio vivía arriba de un supermercado. El dueño me contactó por un cliente que tenía problemas de rodillas, y ese fue mi primer paciente. El dueño del supermercado fue también mi kuei ren, así como otra señora, que me mandó muchísimos pacientes, a través de parientes, amigos y conocidos. Luego conocí a Carlos y Elena, ambos odontólogos. Ellos desde ya fueron kuei ren para mí. Primero los traté junto con otra persona, pero luego me pidieron si podía ir al consultorio de él a tratarlos, junto con su hija. Más adelante, Carlos habló con un pedicuro que vivía en la planta baja del edificio. Él me dejó usar una camilla ahí, una vez por semana; me dio sus llaves y, sin cobrarme nada, me dejó atender ahí. Así que el pedicuro fue también un benefactor para mí: estuve dos años atendiendo en ese lugar y quedé muy agradecido.

En cuanto a Carlos y Elena, me han brindado una ayuda impresionante. Durante dos años nos invitaron a mi esposa y a mí todos los sábados a comer y charlar, enseñándome de a poco el idioma español. Recuerdo que yo iba con un diccionario, para poder buscar las palabras a medida que aparecían. También me mandó muchos pacientes y me ayudó a hacer las divisiones en mi consultorio, a comprar las sillas y las mesas a buen precio en fábricas, etc. Una señora que también conocí con ellos me ayudó a sacar la nacionalidad argentina, luego de acompañarme durante veinte semanas para hacer el trámite. En esa oficina nos atendieron muy mal, y siempre buscaban alguna excusa para demorar la entrega del documento. Finalmente, esa señora que tanto me ayudó le pidió a una conocida que redactara una nota para que se publicara en los diarios, contando lo que estaba ocurriendo. Al comentar su intención en la delegación donde tramitábamos mi documento, se apresuraron a terminar todo y a la semana siguiente ya estaba todo listo. Fíjense qué paciencia tuvo esa mujer, acompañándome durante veinte semanas para lograr terminar ese trámite. El 2 de octubre del año pasado cumplió 100 años, su nombre es Wanda. Siempre nos quiso mucho, y también ayudó mucho a mi hija, por ejemplo, enseñándole italiano, español, etc., siempre gratis. Volviendo a Elena y Carlos, ella tiene 90 años y él 89. Yo los considero prácticamente como si fueran mi mamá y mi papá.

Cuando vivía en la calle Lambaré solía ir a practicar al Parque Centenario. En ese entonces no pensaba en enseñar, solo quería practicar y avanzar cada vez más. Una vez pasó un chino y, al verme practicar, fue a avisar al maestro Lin Ching Sung. Entonces vino su hermano, y me pidió que fuera con ellos a enseñar en su gimnasio. Pero yo le dije que no, que no quería enseñar, que solamente quería practicar. A la semana siguiente vino Lin Ching Sung en persona y me pidió lo mismo; al principio me negué, pero finalmente accedí, diciéndole que iba a probar un tiempo para ayudarlos. Estuve enseñando ahí durante un año, y fue gracias a su insistencia que comencé el camino de la enseñanza de artes marciales. Cuando me fui de ahí, los alumnos querían venir conmigo para que les siguiera enseñando, pero yo les dije que no podía dejarles ni teléfono ni dirección, porque eso hubiera sido desleal. De todas formas, al poco tiempo se las arreglaron para encontrar mi casa y vinieron a seguir aprendiendo conmigo. En resumen, Lin Ching Sung también fue un kuei ren para mí.

Finalmente, una vez que estaba haciendo trabajo voluntario para la Fundación Tzu Chi, apareció un chino, de China Continental, que se puso a charlar conmigo. Con él hablamos varias veces. Una vez, me invitó para charlar un rato y me regaló tres libros relacionados con chi kong, me explicó varias cosas que me inspiraron para muchas de las cosas que hice después, y luego partió para China. Por eso, él también fue de mucha ayuda para mí, y entonces lo considero como mi kuei ren.

Hay muchas más personas que me fueron ayudando, pero estos son solo algunos ejemplos. Yo vine aquí gracias al sueño en donde apareció mi maestro, quien planeó tan bien todo mi camino. Fíjense, casi todos los taiwaneses que vinieron acá fue para hacer negocios, pero yo no: mi único objetivo era y sigue siendo enseñarles a ustedes a que aprendan mis técnicas. Por eso, les pido a todos que aprovechen nuestra afinidad y el tiempo del cual disponemos. Nunca sabemos lo que puede pasar. Por ejemplo, el miércoles de esta semana me levanté con mucho dolor en la pierna izquierda, tanto, que no podía caminar. Me había ido a acostar la noche anterior sin problemas, y, sin embargo, amanecí así. Tuve que hacerme diferentes tratamientos con electropuntura, agujas, ventosas, sacar sangre, etc., para poder lograr, de a poco, restablecerme y caminar nuevamente. Por eso en la plaza siempre les digo que no dejen las cosas para mañana, sino que tienen que pensar que todo lo deben hacer hoy, ya que la vida es muy variable. Y es por esa razón que escribo mis libros, para que les queden mis palabras y mi enseñanza, y para eso también cada sábado tenemos estas charlas, donde trato de transmitirles mi estímulo para que sigan practicando, y para que mejoren espiritualmente y entiendan más la vida.

-La vida es tan variable – dijo el Maestro-. Nadie sabe qué puede suceder en cada momento. Aunque haya gente que pueda saber el futuro de otros a través de la astrología, no les funciona para conocer su propio futuro. Por eso les digo siempre que la vida es tan variable y que debemos aprovechar este momento. Tampoco sabemos qué sucederá en otro momento. Únicamente este momento podemos agarrar y utilizarlo. El próximo sábado les traeré las palabras de la maestra Chen Yen. Quienes tengan voluntad para luego preparar y llevar sus palabras a los colegios. ¿Alguien quiere compartir algo?

-Quería compartir algo relacionado a una comparación de la Naturaleza y nuestra práctica –dijo Darío–. En el chi kong y el shi sue kong utilizamos la técnica de golpes al cuerpo. En el campo, hay gente que al detectar un árbol que deja de dar frutos o lo ven “caído”, comienza a darle unos golpes con un palo para reactivarlo y logran que vuelva a dar frutos. Como una técnica que funciona en la Naturaleza tiene que funcionar en nosotros también. Siempre realizándola correctamente, con cuidado, evitando lastimarse.

-Muy bien –dijo el Maestro-. Por eso nosotros en la plaza agradecemos al pino que ya tiene alrededor de 100 años. Lo respetamos. Los árboles y los vegetales tienen nervios. Presten atención cuando quieren sacar una planta. Cuando está muerta sale muy fácil. Cuando esta viva cuesta mucho más porque tiene el nervio. Por eso todos los árboles y vegetales cuando están vivos tienen alma. Por eso tenemos que respetarlos. Algunos dicen que los que comen vegetales también matan seres vivos. Por eso debemos agradecerles. La diferencia con los animales es que al vegetal se lo puede cortar y vuelve a crecer. El animal se muere al cortarlo. Esa es la ventaja. El vegetal ofrece a todos los seres vivientes para que puedan mantener sus nutrientes. Es su mérito. Cada año en la calle hay que cortar/podar algo ¿Qué pasa si no los cortamos? No crecen tanto y se vuelven cada vez más viejos. Luego de la poda se vuelven más fuertes. La Naturaleza es así. Por eso cuando le dicen a un vegetariano “los vegetales también tienen vida y los matan” no es correcto. Por eso es tan importante observar correctamente cómo funciona la Naturaleza.

-En la Naturaleza los animales se encargan de podar distintas partes de las plantas –dijo una alumna.

-Por eso no son excusas o razones válidas. Uno tiene primero que comprender que función cumple cada ser en la Naturaleza.

-Según un biólogo, el diseño vegetal es muy diferente al del animal y al humano –dijo una alumna-. Si a nosotros nos cortan un brazo perdemos una función específica. En cambio, los vegetales tienen las funciones distribuidas como una red. De esta forma al cortar una parte del vegetal, este no pierde sus funciones.

-Aunque los vegetales tienen nervios, al cortarlos es similar a cuando nos cortamos una uña -dijo el Maestro-. Una vez estando en Córdoba, vi un muchacho con un caballo. Le estaba clavando un clavo en la herradura. Al preguntarle si le dolía me dijo que no. Es como nuestras uñas, no le duele. Que parte y que función tiene cada cosa. Siempre doy gracias a la Naturaleza. Hay tanto para aprender. Desde que mi maestro (SuKong) no está en este mundo, la Naturaleza es mi maestro.  Asi continúo aprendiendo.

Gracias


Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 13 de abril de 2024. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Finkelstein.

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