Paciencia, la primera condición
Jun 18th, 2024 | By Editor | Category: Charlas con el Maestro-Nosotros estamos practicando todos los días y, sin darnos cuenta, aumenta nuestra fuerza – dijo el Maestro–. De a poco, en el transcurso de los días, los ejercicios ya no nos parecen tan exigentes.
El Maestro pidió a Gastón que cuente su experiencia con el uso de la técnica y la fuerza
-Teníamos que tapar un tanque de agua con una tapa de acero inoxidable muy pesada –dijo Gastón-. Entonces para empujarla, utilicé la técnica de uno de los ejercicios que hacemos, que es juntar la energía, acomodar las caderas y empujar, y así pude acomodar la tapa, pero con tal ruido que llamó la atención de todos los presentes.
-Por esto yo siempre les digo lo de “tonto de práctica” –dijo el Maestro-, practican, practican, y de repente se dan cuenta de la fuerza que tienen. No lo pueden creer y esto ocurre porque ya saben utilizar la técnica, poco a poco van a acostumbrando al cuerpo a adoptar la técnica. Ustedes desde principiantes van notando el cambio en su cuerpo, con el tiempo notan la diferencia. Con paciencia, el tiempo hace que ustedes mejoren. Los ejercicios y los movimientos que practicamos aquí, lo pueden aplicar en su vida diaria, en su trabajo, para hacerlos mejor y màs alegres, es uno para todo, si saben cómo se utiliza alguna técnica, sirve para todas sus actividades. Por eso es muy importante la buena práctica, concentrados en el detalle pequeño.
Ahora Angélica nos va a leer la lectura de hoy
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嘗試技巧
Prueba de técnicas
Quiero contarles algunas situaciones que viví, que pueden llegar a resultar graciosas, pero que en realidad no lo son. En el año 1985, en mis primeros dos meses de estadía en Argentina, mientras me dedicaba a tramitar la documentación para obtener la residencia, me puse a hablar con un chico taiwanés en la calle, quien a su vez encontró a un campeón mundial de levantamiento de pesas, al cual él conocía de antes. Este era un hombre muy grande y fuerte. Cuando hablaron, el muchacho taiwanés le comentó a este hombre que yo practicaba tai chi chuan. Este último me miró, y al ver que yo era tan bajo, le dijo que le parecía que no tenía fuerza. El muchacho le dijo que si quería podía probar mi fuerza. El hombre me miró, como midiéndome, y yo a la vez lo miré a él. Finalmente, se aflojó, y decidió no probar mi técnica. Hasta ese momento, nunca nadie me había probado, ese fue el primer intento.
Más tarde, en octubre de ese mismo año, realicé mi segundo viaje a la Argentina, esta vez para establecerme aquí con mi familia. En 1986 compré mi casa en la calle Lambaré, una casa muy vieja que hubo que restaurar. Mientras estábamos en pleno arreglo, el jefe de albañiles se me acercó y me dijo que uno de sus obreros practicaba karate y era segundo dan. Cuando el albañil le dijo que yo practicaba tai chi, este obrero dijo que le parecía raro, porque veía que yo era muy bajito. Unos días después, este muchacho se acercó a mí para decirme que quería saber qué era el tai chi chuan, que no lo conocía bien. Entonces le dije que me lanzara un puño, y, al hacerlo, rápidamente lo desvié con un golpe que le adormeció el brazo. Le pregunté si quería alguna demostración más para entender cómo se usaba el tai chi chuan, y me dijo que no, que ya había entendido. Mucha gente ve a una persona baja y delgada, haciendo movimientos suaves y lentos, y cree, erróneamente, que el tai chi chuan no es efectivo.
También en 1986, había otro alumno que practicaba hsing-i conmigo, y un día le expliqué cómo usar una técnica. Apenas lo toqué, pero sintió mucho dolor en el brazo. Pero justo se encontraba ahí un amigo de él, de 59 años, que estaba mirando y que dijo que le parecía que todo era mentira, que no podía ser que le doliera o que fuera tan efectiva esa técnica. Entonces mi alumno le dijo a su amigo que probara él mismo conmigo, y al hacerlo, quedó muy dolorido, mucho más incluso que mi alumno.
Más adelante, el maestro Lin Ching Sung me pidió que enseñara en su gimnasio. Luego, varios de sus alumnos, algunos de los cuales ya tenían más de quince años de práctica con el maestro Lin, quisieron venir a estudiar conmigo. Vinieron en realidad para intentar probar a ver si mis técnicas servían o no. Una vez vino uno de ellos a mi casa de la calle Malabia, yo vivía en el tercer piso. Primero me dijo que su maestro le había dicho que si alguien encerraba con el brazo la cabeza y el cuello de otra persona, era imposible zafarse. Entonces, yo le pedí tres veces que intentara hacerme la técnica a mí, y las tres veces lo tiré. Luego me pidió si lo podía hacer más lento, a lo que le respondí que no, que más lento era imposible. Si no había entendido cómo había que hacer para zafarse de esa técnica, no era mi culpa.
Otro día, uno de esos alumnos vino a mi consultorio con la intención de probar mis técnicas. Me dijo que quería hacer tuei shou conmigo. Para eso, marcó un círculo en el suelo, de alrededor de dos metros de diámetro. Él era muy grande, pero yo me acerqué a la línea, y ni bien quiso atacarme, giré y lo lancé afuera. Cada vez que quería volver al círculo, yo lo repelía, simplemente con el peso de mi cuerpo, sin usar fuerza.
Más adelante, en la glorieta de las Barrancas de Belgrano, otro de esos alumnos quiso probarme al practicar tuei shou. Él era más alto que yo, y quiso apretarme hacia abajo, como si quisiera aplastarme. Entonces yo hice un giro rápido y lo lancé, quedando él con una opresión en el pecho tan fuerte, que casi no podía respirar. Como después lo vi sentado, jadeando, le dije que sí o sí se tenía que levantar, y le di tres golpes en la espalda, para destrabarlo, y ahí pudo empezar a respirar normalmente.
Otra vez, un muchacho fue a la Asociación Taiwanesa, preguntando por un lugar para aprender taichi chuan. Entonces vino a mi consultorio y practicó conmigo varios años. Luego dejó de venir por tres o cuatro años. Creo que en ese tiempo siguió practicando con alguien. Finalmente, un día apareció después de todo ese tiempo, y me dijo que quería hacer tuei shou conmigo. Así lo hicimos, y lo lancé varios metros, desde la sala de espera, donde estábamos, pasando por el pasillo donde está el baño, y llegando a los consultorios que están al lado. La segunda vez, cayó con el cuerpo entero al piso. Es que había venido con más fuerza, y ya saben ustedes que cuando esto es así, más fuerte caen.
Luego otro muchacho muy alto, de 1.92 m, me dijo que su maestro no podía ganarle a él. Vino alrededor de un mes a la plaza, y me dijo que quería hacer tuei shou conmigo. Quiso usar su brazo, que era muy largo, para atacarme, pero yo reaccioné instantáneamente, y su brazo quedó lastimado: tuvo dolores durante todo un mes.
Como les dije, muchos ven a alguien bajito y creen que es fácil ganarles, pero los bajitos tenemos otras ventajas, hay otras técnicas. Ustedes recordarán que muchas veces les he enviado videos de técnicas que Darío quiere probar conmigo. Él tuvo muchos maestros antes y muchas veces quiso ver cómo se utilizaban o cómo se defendían esas técnicas. Todas las técnicas que él me dijo que eran difíciles de defender, yo las defendí todas. Las técnicas en sí no son importantes; lo más importante de todo es lograr tener una alta sensibilidad. Y esto se hace con la práctica constante y paciente de los detalles pequeños. No hace falta aprender muchas técnicas, o aprender cómo bloquear o defenderse ante tal o cual ataque. Lo que hay que hacer es lograr tener una muy alta sensibilidad en nuestro cuerpo y mente, de tal forma que podamos reaccionar instantáneamente y en forma natural a cualquier ataque, incluso a aquellos que jamás hemos practicado o considerado.
Con todo esto que les conté, lo que quiero es estimularlos a que traten de practicar a conciencia los detalles pequeños, con la intención de lograr una muy buena sensibilidad. Repito: no hace falta copiar tantos movimientos, o ver cómo se usa cada uno de ellos. Recuerden lo que siempre les digo: «uno para todo». Y el origen de eso es la práctica de los detalles pequeños, con la mente muy concentrada.
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-Con una buena técnica, no importa el tamaño de la persona que lo aplica -continuó el Maestro-, es muy importante tener una buena técnica y sobre todo muy buena sensibilidad. En los cursos de Educación Vial, se muestran videos de los objetos que van sueltos dentro del auto, por ejemplo, una birome de 3 o 4 grs, y en el momento de un choque, es disparada con una fuerza de casi 5 kg. Si sabemos utilizar la técnica no importa el tamaño. La buena técnica surge el detalle pequeño, y el detalle pequeño genera la sensibilidad. Del detalle pequeño surgieron muchos otros movimientos de la práctica que les enseño. El cuerpo, la mente y la respiración deben actuar todo junto, para que el movimiento tenga un buen efecto, y esto, a la vez, nos ayuda espiritualmente porque estamos muy concentrados. Haciendo con fe nuestra práctica, los destalles pequeños son muy importantes, si entendemos bien los detalles pequeños, lograremos hacer cualquier forma, cualquier movimiento y surge la fuerza que necesitamos. No hace falta copiar tantos movimientos. Por ejemplo, si practicamos en una hora diez movimientos, ¿cuántos minutos de práctica hacemos de cada uno?, seis, y si hacemos un solo movimiento en una hora, ¿qué fuerza y efecto lograremos?. El otro día hice un ejercicio quinientas veces, me surgió una gran energía. Darío me comentó que la energía puede romper una roca, pero la roca no puede romper la energía, y esto es cierto. La energía es lo más fuerte que existe, nada puede romperla. Entonces tienen que practicar a obtener energía, y ¿cómo se logra? Con tiempo, movimiento con tiempo, con paciencia, con concentración. Hacer, practicar, con paciencia, es la primera condición, la paciencia Al principio les va a costar la concentración, van a practicar con la mente en otro lado y se van a cansar, y la mente va a volver a pensar que están cansados, pero si tienen paciencia, y continúan practicando, van a lograr mayor concentración. Entonces si quieren mejorar la técnica, primero tienen que practicar la paciencia, luego la concentración, luego aprender los detalles pequeños, y obtendrán todo lo que quieran lograr.
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Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 15 de junio de 2024. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Sergio Arakaki.