86.400 segundos
Ago 3rd, 2024 | By Editor | Category: Charlas con el Maestro―De esta práctica tienen que sacar el máximo efecto ―dijo el Maestro―. No alcanza con decir «sí, practiqué», pero sin sentir y ver los resultados. No hay que perder el tiempo, cada segundo es útil. ¿Cuál es el sentido de la práctica? No es solo el plano marcial; lo más importante es sanar la mente. La mente gobierna todo, es lo principal. Si la mente se sana, el cuerpo también se sana. Si la mente es correcta, el plano espiritual lo acompaña. Por eso la mente es tan importante. Pero, a la vez, es muy difícil de controlar. Se necesitan de estos ejercicios para controlarla. Sin embargo, no es cuestión de hacer de cualquier forma los ejercicios, sino que deben unir cuerpo y mente al realizarlos, y en eso también ayuda la vista, que debe seguir el movimiento. Si no se realizan así, la mente está en otro lado, y entonces no se logra el efecto buscado. Por supuesto, al menos es mejor hacer los ejercicios así que no hacer absolutamente ningún ejercicio, no moverse. Pero yo siempre les digo: ¿por qué limitarse a tan pobres resultados, cuando, utilizando el mismo espacio de tiempo, podrían mejorar en muchos otros aspectos? Hay que lograr el máximo efecto. Piensen en esto: ¿un día cuántos segundos tiene? Tiene 86.400 segundos. Hay que aprovecharlos, cada uno, para lograr buenos resultados.
Ahora Angélica va a leerles un texto.
—
拜師
Paizu
Hoy quisiera hablarles sobre el sentido que tiene la ceremonia de paizu en nuestra escuela. Mucha gente piensa que hacer o no hacer paizu es indistinto, que no hay diferencia. Sin embargo, esto no es así. En la ceremonia, los aspirantes a convertirse en discípulos deben jurar obedecer una serie de preceptos, como por ejemplo, comprometerse a aprender bien para luego poder enseñar; no pelearse con otras personas, y menos aún con los más débiles; etc. Si uno no realiza estos juramentos, su mente y su corazón no están todavía fuertemente enlazados con nuestra escuela. Esto es algo muy importante, ya que aumenta la devoción para aprender con confianza del maestro, y hace que el discípulo se una más a la escuela, ayudando para que la misma se desarrolle, mejore y se amplíe cada vez más. Yo siempre les dije que el objetivo de nuestra escuela es ayudar a la sociedad, al ser humano. Por eso, además de enseñarles los movimientos y las técnicas, yo voy hablando con cada uno, para estimularlos y acompañarlos en la vida, tratando de que mejoren cada día más y que se sientan más unidos como grupo.
Antiguamente, la gente que hacía paizu se mudaba a la montaña, a vivir junto con su maestro. Incluso no se casaban, sino que permanecían siempre al lado del maestro, ayudándolo en todas las tareas cotidianas, tales como sembrar y cosechar, hachar árboles para obtener leña, cocinar, limpiar, etc. Y, por supuesto, además de todo esto, se dedicaban a practicar mucho, aprendiendo cada día de su maestro. Eso establecía una relación entre el maestro y el discípulo similar a la que existe entre un padre y su hijo. Incluso ocurría frecuentemente que si un padre era maestro de artes marciales, enviaba a su hijo a hacer paizu con otro maestro, es decir, el padre no le enseñaba directamente a su hijo. Esto se hacía porque el hijo, al ver siempre a su padre, no podía aprender con devoción y con firmeza todas las enseñanzas, pero al estar con otro maestro, al que no conocía, esto cambiaba, ya que entonces aceptaba a ese maestro y, por lo tanto, practicaba más seriamente.
Entonces, ¿cuál es el significado de hacer paizu? Por un lado, establecer una relación de padre-hijo entre el maestro y el discípulo, cuidándose mutuamente. Por otro lado, los antepasados de la escuela cuidan al discípulo en su práctica y en su vida. Esa es la razón por la cual yo quemo un papel en la ceremonia de paizu con el nombre y la fecha de nacimiento del discípulo, para que mi maestro y todos sus antecesores lo acepten y lo protejan. Me ha pasado que varios discípulos, luego de unos días de haber hecho la ceremonia, han tenido sueños con los antepasados de nuestra escuela, o han percibido su energía. Cuando yo hice paizu con mi maestro, no se hacía esto de quemar el papel con el nombre y la fecha de nacimiento, esto es algo que yo establecí acá, en nuestra escuela en Argentina. Por lo tanto, cuando hice paizu no tuve esa sensación o percepción de los antiguos maestros, pero de todos modos sentí igualmente una gran devoción, por mi maestro y por los antepasados de la escuela. Como ya les comenté en otras oportunidades, al principio yo solo pensaba en practicar, pero luego, con el tiempo, comencé a pensar en estas cosas, y es por eso que agregué a la ceremonia la quema de papeles con nombre y fecha de nacimiento. En cada generación, se trata de mejorar cada vez más la escuela. Esta forma ayuda más a integrar al discípulo con todo el linaje de la escuela.
Cuando yo hice paizu con mi maestro, si bien no estaba la quema de papeles con el nombre y la fecha de nacimiento, sí tuve que hacer también el juramento. Mi maestro habló muy poco en esa oportunidad, ya que él de por sí no era una persona de hablar demasiado. Yo, por el contrario, suelo hablarles mucho, porque quiero ayudarlos a mejorar. Me doy cuenta qué les falta, qué necesitan. Mi maestro, al igual que yo, no enviaba a sus alumnos a exhibiciones o torneos, pero, por otro lado, no explicaba tanto las técnicas o los detalles pequeños. Eso hacía que costara mucho entender todo bien. Sí hizo algunos escritos, que yo leí y que me ayudaron también a comprender más su idea, y a partir de ahí traté de profundizar más en las técnicas, mejorando lo más posible cada una de ellas. Hay gente que dice «el maestro Chao hace cualquier cosa, hace todo distinto a lo que hacía su maestro». Esto no es así: yo sigo los pasos de mi maestro, ampliando más su enseñanza. Tengan en cuenta que en cada generación, la sociedad es distinta, y va avanzando, descubriendo algo más y mejorando muchas cosas. Lo mismo sucede en nuestra escuela. Por eso, uno debe aprender bien, y entender muy bien, lo que enseña su maestro, para recién después ampliarlo y mejorarlo. No es cuestión de mezclar cualquier técnica o hacer cualquier cosa. Lo más importante es profundizar, en cada generación, las técnicas, formas y enseñanzas.
El paizu no se realiza para que uno pueda vanagloriarse, diciendo que es discípulo de tal o cual maestro. Hay que practicar de verdad, ayudar al grupo y a la sociedad con las enseñanzas. Además, si bien ahora los discípulos no se van a vivir con su maestro, sí es muy importante estar siempre cerca del maestro. Tengo algunos discípulos que vienen de vez en cuando, copian un movimiento, y luego se pasan mucho tiempo en su casa, practicando solos, volviendo mucho después para corregir. Así no se avanza bien: siempre se está corrigiendo, y cuesta mucho avanzar. Algunos creo que piensan que yo no quiero enseñar, porque quizá los tengo mucho tiempo puliendo una técnica o forma. Esto tampoco es cierto: yo lo que quiero es enseñarles de verdad, para que aprendan en serio. Yo soy el responsable de esta escuela, y quiero que la enseñanza sea real, no que simplemente digan: «soy discípulo del maestro Chao, y seguimos las técnicas del maestro Wang Shu Chin». Esto no es lo que queremos en la escuela.
El año que viene se van a cumplir 40 años de mi venida a la Argentina. Tengo que presentar algo a mis antepasados, mostrar el resultado de mi enseñanza, cumpliendo la misión que me encomendó mi maestro. Por eso quise hablarles sobre paizu, para que todos entiendan bien de qué se trata. Esto es importante incluso para los alumnos que todavía no van a tomar parte de esta ceremonia, ya que espero que los motive a practicar más y a mantenerse más cerca, y así, más adelante, puedan convertirse también en discípulos. Creo que pasar a formar parte de esta escuela es algo realmente muy honorable, porque mi maestro era muy reconocido y respetado en todo el mundo. Por eso, en esta escuela no es solo cuestión de pertenecer y nada más, sino que hay que practicar seriamente y tratar de ayudar a los demás, a la sociedad y a todo el país, cada uno según su fuerza y sus posibilidades. Uno puede tener limitaciones, pero si influencia a otro, luego ese a otros, y así sucesivamente, se puede ayudar a muchísima gente.
Por todo esto, aprovechen la ceremonia de paizu, donde uno se compromete a cumplir los preceptos de la escuela para ayudar a los demás. Ojalá en el futuro nuestra escuela se pueda ampliar más. Aunque yo no esté, mis discípulos deben hacer que la escuela siga creciendo. Así que les pido a todos mis discípulos y alumnos en general que sigan practicando bien, para continuar con el buen sentido que tiene nuestro estilo.
—
―Quiero contarles por qué amplié nuestras técnicas y nuestras formas ―dijo el Maestro―. Antiguamente, no existían los autos, ni los aviones. Pero en la antigüedad se fueron armando las bases para que luego existieran. Lo mismo ocurre con nuestras técnicas. Si hay un buen tronco, luego crecen fuertes ramas. Si practican bien, van a lograr incorporar buenas técnicas, porque van a tener reacción natural: las técnicas van a salir solas, en el momento en que las necesiten. Y el plano espiritual también va a mejorar. Hay que usar el cuerpo que tenemos para practicar. Por eso les dije antes que no pierdan el tiempo, que aprovechen cada segundo, para quedar muy conformes con su vida y no tengas dudas ni miedos. Hay gente que dice que no puede dormir a la noche, que tiene miedo de cerrar los ojos y morirse. Es por eso que hay que actuar bien en cada momento, estar tranquilos. Si uno tiene miedo, se torna negativo, y entonces es más fácil que le ocurran cosas malas. Por eso, nuestra práctica es muy importante y tiene mucha influencia con la espiritualidad. Con la práctica se aumenta su propia fuerza, para protegerse y hacer el bien. Debemos cuidar al «pequeño dios» que llevamos dentro, para finalmente encontrar a Dios. Así que a practicar bien y no perder el tiempo.
Hoy vamos a practicar tuei shou.
—
Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 27 de julio de 2024.
Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Coratella