Es importante elongar

Sep 19th, 2024 | By | Category: Charlas con el Maestro

-Los días pasan  y los años pasan –dijo el Maestro-. Ya estamos en septiembre. Pronto va a terminar el año. Atención a nuestra cara, nuestro cuerpo y cómo nos sentimos. Entonces tienen que hacer ejercicios de mantenimiento. Al crecer en edad, también tienen que ir creciendo en experiencia. Tienen que estimular a su cuerpo para aumentar su elongación, para acomodar mejor el cuerpo. Como digo siempre, no tiene que ser un viejito con bastón (risas).

Disculpe mi curiosidad. ¿Cuantos años tiene? –preguntó el Maestro a uno de los alumnos.

-79 años –fue la respuesta.

-Se lo ve muy bien. Por eso deben hacer ejercicio. Ya no sos la mayor, Angélica (risas). El ejercicio ayuda a nuestra mente. En el consultorio veo personas de treinta y pico que  no pueden levantar bien las piernas en la camilla, ni alcanzar los 90 grados acercándolas a la cara. Son personas que están mucho tiempo sentadas trabajando con la computadora. Así les queda dura la columna. Luego toda la espalda y se endurece todo el cuerpo. Entonces si o si tienen que practicar la elongación. Por eso nosotros primero practicamos los 24 ejercicios ¿Para qué sirven? 

-Para poder estar bien -respondió Angélica.

-Los 24 movimientos se llaman tao yin, “tai chi tao yin”. Adentro de estos movimientos de elongación hay parte del tan lien de la forma.  Todo junto ayuda a realizar mejor la forma. Por eso estos movimientos hay que realizarlos bien concentrados ¿Recuerdan cómo les dije “¿Tao wei”, llegar al lugar justo? Así tienen que hacerlos, no más o menos, porque así no se logra buen efecto. Al mismo tiempo y todo junto y correcto para lograr la práctica espiritual.

Por eso el ejercicio es tan importante para que nuestro cuerpo ayude a nuestra mente. Cuando la mente esta mas concentrada, se acerca mas a nuestra alma. Naturalmente genera la práctica espiritual. Lo espiritual no sale solo con palabras, tienen que hacer algo. No solo algo, sino algo completo, correcto. No puede ser más o menos. Con mas o menos no llegas a la práctica espiritual ¿Fíjense, una máquina que no se fabrica exacta, como creen que sale el producto? Por eso tiene que ser justo, exacto. Si la máquina puede ser exacto, nuestra mente también puede serlo. Unir la mente con nuestro cuerpo para lograr lo exacto.

Ahora vamos a leer un texto mío que Andrés Coratella tradujo del chino.

從小學習

Aprender desde niños

Cuando yo tenía alrededor de cuatro años, debía ir junto a mi primo, de doce años de edad, a llevar al búfalo a pastar. El búfalo nos ayudaba a trabajar la tierra, a ararla y dejarla lista para la siembra. Pero cada día había que llevarlo a un lugar donde hubiera mucho pasto, para que pudiera comer.

Luego, cuando cumplí cinco años, mi papá me levantaba de la cama a las cinco de la mañana para ir a trabajar al campo, a un terreno que teníamos, heredado de mi abuelo. Allí plantábamos todo tipo de verduras y frutas, para luego venderlas. Mi papá trabajaba en el ferrocarril, tenía que ir día por medio, así que los días que tenía franco aprovechaba para trabajar en el campo, y me llevaba a mí para que lo ayudara. Al principio me enseñaba cosas sencillas, siempre explicándome bien las cantidades que tenía que usar, o cualquier otro detalle. Poco a poco fui creciendo y aprendiendo cada vez más. Al ser un poco más grande, tenía, por ejemplo, que llevar resaca al campo, buscar agua para regar en un arroyo cercano, etc.

En mi niñez, mientras la mayoría de los chicos pasaban sus horas jugando, yo me dedicaba a alimentar al búfalo, hacer tareas agrícolas, etc. Cuando plantábamos arroz, una de mis tareas era subir agua cada día de un arroyo cercano hasta donde se sembraba el arroz, que siempre era en altura. Para hacerlo tenía que usar una estructura con pedales, que hacía girar una rueda y levantaba el agua. Recuerdo lo que ocurrió cuando estaba en tercer o cuarto grado. En ese momento, yo tenía que ir cerca del mediodía a hacer girar la rueda para llevar agua al arroz, porque si no, no crecía bien. Como mi papá en ese momento estaba en el ferrocarril, yo tenía que hacer el trabajo. Y cada vez que yo iba al mediodía a hacer esa tarea, luego llegaba tarde al colegio, y mis maestros me retaban y castigaban haciéndome parar al fondo del aula, porque pensaban que yo me había ido a jugar. Recuerdo que, en ese entonces, cuando terminaba el cuatrimestre, los maestros de escuela visitaban a las familias de sus alumnos, para hablar con los padres. Cuando el maestro fue a mi casa, le preguntó a mi mamá qué pasaba conmigo, que siempre llegaba tarde a la escuela luego del mediodía. Mi mamá les dijo que yo siempre iba a la noria a pedal (en chino, ta shuei che 踏水車) que utilizábamos para subir el agua. Entonces el maestro comprendió que yo siempre le decía la verdad, que iba a trabajar al campo. A partir de ese momento, nunca más me castigaron por llegar tarde al mediodía, porque sabían que yo iba a ayudar a mis padres con los cultivos.

Luego, al crecer un poco más, iba a un almacén a hacer compras. Enfrente, bajo un árbol, varios ancianos solían reunirse en un banco largo, para charlar y pasar el rato. Yo siempre iba con ellos, porque quería escuchar las historias que contaban y sus experiencias de vida. A veces, si estaban comiendo algo, me convidaban. Esto lo hice entre los doce y los quince años, pero luego ya no pude, porque tenía muchas tareas en el colegio. En ese período de tiempo, aprendí infinidad de cosas. Recuerdo, por ejemplo, lo que me contaron sobre el long yen kan, que son las frutas de un árbol llamado long yen (ojo de dragón) disecadas, como si fueran pasas. Una vez habían desafiado a que alguien se comiera 600grs de long yen kan. Una persona pensó que era muy fácil, pero ese fruto seco absorbe todos los líquidos en el estómago, el cual se infla muchísimo, con riesgo de que se rompa. La única forma de solucionarlo es provocar el vómito, en general bebiendo un poco de t´ong you (桐油), que es un aceite extraído de un árbol, utilizado para fabricar laca. Entonces, aprendí que el long yen kan no debe comerse en exceso, e incluso si no se come tanto como para hinchar el estómago, puede llegar a provocar «fuego», es decir, que varios meridianos tengan exceso de energía. Esto es tan solo un ejemplo de todas las cosas que aprendí escuchando a estos ancianos. Fíjense entonces que, siendo niño, si bien no jugaba tanto con otros chicos, fui adquiriendo muchos conocimientos importantes.

Por eso, siempre hay que estar aprendiendo. Y cuando uno es un niño, o es más joven, se aprende mejor todavía, y además es necesario ir moldeando el carácter del niño, para que siga el camino correcto y no se desvíe. Hoy, erróneamente, la gente suele decir «pobre, es solo un chico, no se le puede exigir nada todavía». Eso no está bien: los niños quieren aprender, pero a veces no saben cómo. En general, los chicos copian a los adultos, observan todo lo que los rodea. Por eso, se los debe estimular para que aprendan. Seguramente recordarán que yo a una de mis hijas solo le di un único juguete de madera, para que pudiera utilizarlo de distintas formas, excitando su imaginación y su inteligencia. Además, al tener un único juguete, lo cuidaba mucho, aprendiendo así a valorar las cosas, no como otros chicos, que juegan un rato con un juguete nuevo y luego se cansan y lo dejan de lado. Otra ventaja es que ya desde chicos aprenden el concepto de reciclar y reusar. Así que fíjense cuántas ventajas. Los chicos, mientras más temprano aprendan y se los eduque, mejor. Y en el futuro tendrán más experiencia, y los padres estarán tranquilos, sabiendo que su hijo va a ir por el buen camino.

Les cuento todo esto para que no se engañen cuando algún adulto diga «pobre chico, a su edad solo debe jugar». En Alemania, los chicos, cuando cumplen seis años, si no ayudan en las tareas de la casa, como por ejemplo en la limpieza, sus padres son multados. Por eso es que Alemania es muy avanzada. Por mi experiencia, puedo decir que la forma en que Alemania educa a los niños es muy correcta. Puede ser que al principio al chico le cueste o no disfrute tanto con la tarea, pero luego se acostumbra y ya no hay problema. Además, al hacer trabajos desde chicos, hace que naturalmente se inclinen a trabajar, y evita que de grandes sean vagos o generen problemas en la sociedad.

Los chicos, por naturaleza, quieren aprender, pero necesitan que alguien los guíe y los ayude a lograrlo. Hace unos años fuimos con la Fundación Tzu Chi a un hogar de niños en Pilar, y justo era el Día del Niño. Esa vez, les llevamos un juguete a cada uno. Tomando la palabra, les dije que los juguetes son para aprender. Por ejemplo, si tienen un helicóptero de juguete, deben usarlo para observarlo con atención y tener idea de cómo sería el verdadero helicóptero, cómo se mueven las aspas, al moverlas con la mano, etc. Así les expliqué con cada tipo de juguete, y todos los chicos quedaron muy contentos, estaban muy interesados. Hace poco fuimos a Barracas, y les llevé tierra y unos pequeños envases de plástico, además de semillas, para que pudieran plantarlas y así tener una planta en casa. Todos los chicos mostraron muchísimo interés, y casi no alcanzaron los envases para todos.

Por eso les repito: los chicos no solo deben jugar, deben aprender desde temprano, ya que su inclinación natural es copiar lo que ven. Y es nuestra responsabilidad ayudarlos a copiar cosas buenas. Espero que estas palabras que les traje hoy, nacidas de mi experiencia, sirvan para que dé a poco mejore la educación de los niños y, por ende, la sociedad misma.

-Por eso, no entiendo cuando dicen: “pobres niños, tan chicos y ya trabajan”. Para mí fue feliz mi vida porque adquirí más experiencia. Y estoy más conforme con mi vida ¿Para qué es la vida? Tienen que hacer algo y llenarse de conocimiento. Así después en otra vida una está muy tranquilo y conforme. Cuando vuelve ya todo le resulta fácil. Por eso hay que aprender así. No es solo disfrutar, tomar café y charlar todo el tiempo y de cualquier cosa. Tienen que hacer que sea útil la vida, no derrochar el tiempo y no para pasar el tiempo nada más. Hay que aprovechar el tiempo para ver cómo se puede mejorar nuestra vida. Por eso nuestra práctica es tan útil. Por eso utilizamos nuestra práctica para las historias que compartimos con los chicos ¿Recuerdan con las plantas? Todos los chicos las querían y no alcanzaban las bolsas y les dimos en vasos. Por eso ahora el 29 vamos a llevar más.

-Algunos chicos contaban que ya tenían plantas de verduras en sus casas e igual aceptaron contentos las semillas –dijo Angélica.

-Si, ya tenían, igual les interesa ya que se sienten más conformes con su idea y comparten lo que ya hicieron. Aquellos que no lo habían hecho se sienten contentos de aprender.  Con esta forma estamos estimulando a los chicos para que su camino sea el más correcto. No solo nos ayudamos nosotros, sino también al resto de la sociedad.

Vamos a practicar.


Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 14 de septiembre de 2024. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Finkelstein.

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