Mente sencilla y sincera
Sep 29th, 2024 | By Editor | Category: Charlas con el Maestro-¿Qué día es hoy? -preguntó el Maestro.
-El Día de la Primavera –respondieron todos.
-¿Vieron que nuestro árbol no brota más? Está siempre igual. ¿Cuántos años tiene? Si nos guiamos por la plaqueta, fue plantado en 1932. Es decir que tiene un poco más de 90 años. Ya está viejito y no da brotes, pero todavía mantiene sus hojas y nos da sombra. Por lo tanto siempre debemos agradecer la energía que nos brinda.
En Asia, el año nuevo es primavera, por lo tanto, se le da el significado de buena esperanza,. Todo comienza nuevamente, todo brota, todo es buena energía.
El clima en primavera es cambiante, por eso debemos cuidarnos, hay altas y bajas temperaturas, y, a veces, vientos fríos. Muchas personas se resfrían por este motivo, debemos tener en cuenta siempre cómo nos abrigamos. En medicina tradicional china se presta mucha atención a cómo cuidarse en las cuatro estaciones, cómo tratar las enfermedades debido a los cambios de clima y de humedad
Ahora Angélica nos va a leer el texto de hoy:
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精神控制
Control mental
La mente es muy variable en cada persona, y condiciona los resultados que se obtienen. Por ejemplo, si alguien se acerca a mí para preguntarme algo, no es lo mismo si lo hace con una mente sincera, que si en el fondo alberga sospechas o dudas. No resulta lo mismo si tiene muchos deseos de aprender, con devoción, o si en realidad su pregunta es una trampa, una prueba. Según la situación de la mente, el pensamiento y las ideas que la persona tiene, el resultado será uno u otro. Me ha pasado que dos personas distintas me pregunten acerca del mismo tema, pero el efecto fue totalmente diferente en ambos casos. Esto es así porque cada persona tiene su pensamiento, su grado de devoción.
Por eso, yo siempre les digo que al aprender cualquier cosa hay que tener una mente sincera, hay que desear aprender con devoción. Así se obtiene un cien por ciento de efecto. En la vida no hay que derrochar el tiempo, hay que aprovecharlo. Se reciclan muchas cosas, entonces, ¿por qué no reciclar también el tiempo? Yo he visto a mucha gente que pierde día a día muchísimo tiempo. Incluso muchos dicen que «no tienen tiempo», pero yo observo que en realidad no tienen tantas tareas como para justificar esa supuesta falta de tiempo. Lo que ocurre es que tienen la mente complicada, y por eso sienten que no tienen tiempo para nada. Teniendo la mente complicada, no manejan bien su tiempo, ni mantienen bien su disciplina, paciencia y concentración. Es por eso que siempre hablo de estas tres palabras: si se llevan a la práctica, las cosas salen bien.
Muchos dicen «yo ya aprendí, ya sé», pero en realidad, no es así. Dentro del grupo, muy pocos realmente aprendieron bien. Muchos tienen una idea superficial, nada más. Por ejemplo, a veces yo les pido a algunos que lean un texto, despacio. En acupuntura lo hago en primer nivel, cuando les pido a cada uno que lea en voz alta cada punto del meridiano que estemos estudiando en ese momento: cómo se llama el punto, a qué profundidad se debe pinchar con la aguja, los síntomas para los cuales se utilizan, etc. Muchos leen rápido, como apurados, y debo interrumpirlos para pedirles que lean más despacio. También lo he hecho con otros alumnos, pidiéndoles que lean un texto que va a ser utilizado en la página de la escuela. Luego de la lectura, les suelo preguntar qué dice el texto, qué leyeron. La mayoría de los alumnos solo tienen una idea muy superficial de lo que leyeron, pero no retuvieron mucho detalle. Esto pasa porque la lectura fue realizada demasiado rápido. Por lo tanto, no se logra un buen efecto.
Por eso siempre les digo que no pierdan el tiempo: el que utilicen para hacer algo, háganlo de tal forma que obtengan el mayor provecho posible. Todo, cualquier cosa que hagan, se origina en la mente. La mente puede ser dispersa, puede faltarle concentración, también le puede faltar voluntad, devoción, fe. Todas estas cosas producen muy diferentes efectos. Si la mente no está concentrada, es imposible profundizar en los detalles pequeños. Es por eso que la mente sí o sí debe acompañar a la práctica. Todos los procesos necesitan que la mente acompañe todo el tiempo. Sin embargo, mucha gente no presta atención a esto, y por eso se pierden muy buenas oportunidades. Por ejemplo, cuando estoy dando la clase de tai chi chuan en la plaza, muchas veces noto que hay personas que miran la clase, aparentemente interesadas. Yo las observo, para ver si tienen paciencia de mirar con atención hasta el final de la clase. Lamentablemente, aún no he podido encontrar a nadie que haga esto. Parece que quieren conocer nuestro estilo, pero muchas veces pasa que miran un rato y luego se van. Incluso si se quedan hasta el final, para preguntarme algo, lo hacen distraídamente, no mirando todo el tiempo lo que ocurre en la clase. Cuando observo esto, ya sé que esas personas no van a poder sacar mucho provecho de las clases, al faltarles concentración: el efecto va a ser muchísimo menor.
Yo en todo momento observo a la gente que me rodea, para ver si de verdad quiere aprender con devoción. Lamentablemente, hasta ahora nadie cumple estas expectativas de forma satisfactoria. Como esos alumnos que vienen cada seis meses, y me preguntan: «Maestro, ¿ya estoy mejor?, ¿Está mejor mi técnica?». No deben practicar así: cada uno debe practicar con concentración, observando sus movimientos y corrigiéndose. Si hay algo que no se entiende, hay que preguntar al maestro. Pero uno debe tratar de conocerse al máximo, de conocer su práctica y cada detalle. Esto también tiene que ver con la mente, que está apurada por oír del maestro una alabanza, y también tiene algo de soberbia. Todo esto es mentirse a uno mismo, es no ser honesto con uno mismo.
En un capítulo de mi libro «Bajo el Árbol» hablo de las «84.000 formas», refiriéndome a las palabras que dijo Buda. Obviamente, el número es solo un ejemplo. Lo que en verdad quiere decir es que cada uno tiene su propio pensamiento, y su propia forma. Esto es muy diferente a lo que ocurre con los pájaros o los peces, los cuales son todos muy similares y se mueven en conjunto, coordinados. Sus mentes son sencillas, no tienen soberbia: forman parte de su grupo, el uno y el todo se funden. En cambio, en el ser humano, esto no se da, debido a la mente de cada uno. Por eso, el ser humano tiene que aprender a manejar bien su mente. Yo he visto muchos casos en el consultorio, de gente que llora y que no sabe manejar su mente y su vida. Por eso colgué en la pared esos 38 pequeños textos de color amarillo, para ayudar en cada caso. En cada uno de estos casos que describo ahí, el mal manejo de la mente trae distintas consecuencias a la vida de la persona. Como la gente no presta atención a esto, muchos se quejan amargamente, diciendo: «¿por qué me pasa esto a mí?». Todo surge de la mente, no es por casualidad.
Por eso, hay que cuidar muy bien la mente. ¿Y cómo hacemos esto? Es muy difícil hacerlo así, sin más; cuesta mucho trabajo. Para lograrlo, debemos aprovechar nuestros propios movimientos: los detalles pequeños nos ayudan en el control de la mente. Es decir, nuestra propia práctica es la que nos permitirá, paso a paso, controlar y aquietar nuestra mente. Este es otro de los aspectos del «uno para todo» que les digo siempre: la mente. Hay que cuidarla en cada momento, a través de los detalles pequeños.
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-Ustedes observan cómo los peces o los pájaros se mueven juntos, casi siempre de a cientos, y realizan cambios de rumbos, todos a la vez, sin recibir ninguna orden para que se muevan en forma coordinada- continuó el Maestro-. No tienen soberbia, son sinceros en sus pensamientos, se mueven por telepatía. Si nuestra mente está tranquila, puede lograr comunicarse de la misma manera, pero el ser humano necesita mucha práctica. Nuestra mente generalmente está dispersa, cada uno tenemos diferentes pensamientos, por eso es muy difícil que coordinemos los movimientos, por eso tenemos que practicar. Nuestro pensamiento debe ser sencillo, no complicado. Cuanto más practiquemos con sencillez, uno a uno en los detalles pequeños, sin complicaciones mentales, utilizando el Tao Wei, ir hasta al lugar exacto, y luego seguir con el siguiente.
El alumno no debe preguntar al Maestro si mejoró en su práctica o no. Cada uno debe analizar y ser consciente si está realizando mejor o peor su práctica. Debe tener la sensación si le cuesta o no realizar los movimientos. Cada uno debe evaluar su nivel de práctica.
En nuestra práctica, unimos cuerpo y mente, cada día nos debemos auto-examinar, no debemos esperar el final para examinarnos. Si esperamos solo practicar para nuestro examen a un determinado día, no vamos a llegar preparados. Por lo tanto, nuestra práctica también ayuda en lo espiritual, hasta el fin de nuestra vida, para no tener miedo de morir, para no pensar a dónde vamos a ir. Todos los días nos preparamos para nuestro examen final.
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Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 21 de septiembre de 2024.
Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Sergio Arakaki.