Buscar adentro de uno mismo

Oct 10th, 2024 | By | Category: Charlas con el Maestro

-¿Existe un techo para el aprendizaje? –preguntó el Maestro-. Cuando uno aprende no existen los límites, por eso siempre se puede mejorar. La paciencia y la concentración son muy importantes para poder continuar avanzando constantemente. De lo contrario si uno se pregunta a cada momento “cuánto falta” se pierde tiempo y no se puede concentrar en la práctica.

A continuación, leeremos un texto que escribí y que Andrés tradujo del chino.

學如逆水行舟 不進則退

No avanzar es retroceder

Hoy quisiera hablarles sobre una frase del idioma chino que, traducida, dice más o menos así: «Aprender es como ir en una barca corriente en contra: si no se avanza, se retrocede».

Es cierto, cuando uno aprende algo, o cuando practica, es como ir en una embarcación corriente en contra: si deja de remar, rápidamente la corriente lo hace retroceder. En la práctica es lo mismo: si uno practica por momentos, luego deja de practicar, después retoma, luego deja otra vez, termina atrasándose y pierde fortaleza. Además, pierde la costumbre de la práctica. Por eso yo siempre les digo que la práctica debe ser constante, y debe hacerse con concentración para mejorar todo el tiempo. Hay que prestar atención a cómo se están haciendo los movimientos, qué sensaciones surgen al practicar, etc. Todo esto nos ayuda a entender cómo corregir uno mismo su práctica. Por el contrario, si no se practica así, nada importa y no se logra comprender verdaderamente qué está bien y qué está mal.

Les voy a contar mi propio caso, para que entiendan mejor lo que quiero decir. Cuando yo vine a la Argentina, no tenía a nadie a quien preguntarle las dudas que surgían sobre la práctica. Siempre les digo que, dado que mi maestro ya no está en este mundo, la Naturaleza es mi maestro. Y así fue, verdaderamente, cuando llegué a este país, ya que mi maestro no estaba, y mis compañeros de práctica se encontraban a miles de kilómetros de distancia. En ese entonces no existían las videoconferencias, las llamadas internacionales eran caras y difíciles de hacer, y por carta era prácticamente imposible pedir detalles sobre cómo había que hacer tal o cual movimiento. Piensen en lo que les cuesta entender muchas veces los movimientos, a pesar de que yo estoy a su lado para explicárselos y para mostrárselos una y otra vez: por escrito, sería prácticamente imposible. Entonces, mi única opción fue corregir yo mismo la forma y todos los movimientos. Al no haber otra posibilidad, me puse muy firme interiormente, diciéndome que sí o sí debía entender cómo había que realizar los movimientos. Gracias a esto, pude hacer todo, totalmente solo. Esto es otro ejemplo más de la frase que siempre les digo: «uno para todo».

Por eso, cuando uno practica, siempre debe seguir, no hay que cortar. Piensen en alguien que quiere salir a correr: un día corre un par de kilómetros, pero si luego descansa demasiados días, cuando corre la próxima vez, otra vez tiene dolor en los músculos. No sirve practicar un día y descansar diez: hay que practicar todos los días. Además, al practicar cada día, se puede ir aumentando muy paulatinamente la exigencia, y entonces podemos decir que verdaderamente se está avanzando. En caso contrario, como dice la frase, la corriente en contra nos hace atrasar en lo que habíamos adelantado.

Por eso, esta frase es muy útil para hacernos entender que debemos practicar todo el tiempo. Ustedes recordarán que alguna vez les comenté que debemos practicar las 24 horas del día. ¿Qué quiere decir esto? Puede ser que en sí practiquemos una o dos horas al día, pero si lo hacemos muy concentrados y en serio, mantenemos lo que aprendimos durante el resto del día: la mente se mantiene firme en esa idea, no se dispersa. En la práctica, no hay que aflojarse. Yo en los cursos he visto a muchos alumnos que me dicen que se van unos días por vacaciones o por viajes, perdiendo clases. Aunque busquen información por otro lado, o incluso aunque escuchen las clases grabadas, no es lo mismo que asistir en persona. También pasa lo mismo con las palabras que hablo siempre en la plaza: no es lo mismo estar ahí y escucharlo personalmente, que leerlo después en la página de la escuela. Cuando uno viene a mis clases personalmente, recibe no solo mis palabras, sino también mi mirada, mi espíritu y mi energía. Fíjense bien en esto: yo muchas veces, luego de haberles explicado algo, les pregunto «¿entendió?»; no les pregunto «¿entendieron?». Esto lo hago adrede, porque no quiero que me contesten «¡sí!» en conjunto, como una unidad, sino que lo que busco es que cada uno vea si entendió bien lo que expliqué o no. Yo les envío mi mensaje y mi energía a cada uno de los miembros del grupo.

Cuando uno aprende, debe hacerlo concentrado, escuchando muy bien, para poder absorber y aceptar lo que se está enseñando. Hay gente que dice «sí, yo fui a clase, yo escuché», pero si en realidad no prestó la suficiente atención, se olvida de todo lo aprendido. Por ejemplo, hoy Darío me preguntó por qué hay tanta gente que practica muchos estilos, pero que no tiene tan buen nivel. Esto ocurre porque se dispersan en su práctica, y no profundizan en ninguno de los estilos que practican. Imagínense que alguien quisiera encontrar petróleo o alguna piedra preciosa: debe hacer un agujero muy profundo, probar bien el terreno lo máximo posible. Si, en cambio, hace muchos agujeros, todos superficiales, jamás va a encontrar lo que busca. Eso es más parecido a mover la tierra como lo hace un campesino, para sembrar la semilla. Por eso deben profundizar muy bien su práctica, y no perder el tiempo: hay que mantener lo que se va aprendiendo.

Pronto se van a cumplir cuarenta años de mi llegada a la Argentina. En todo este tiempo, ¿cuánta gente realmente aprendió bien mis enseñanzas? Yo quiero enseñarles todo lo que sé. A medida que pasa el tiempo, me preocupa más encontrar la forma de transmitirles bien todo mi conocimiento. Por eso también estoy escribiendo un libro que recopila muchas de mis enseñanzas y experiencias, para que queden asentadas y el día de mañana le puedan servir a mucha gente. Varias veces he comentado que en las enciclopedias, muchas de las explicaciones que figuran son incorrectas. Yo, por el contrario, quiero enseñarles todo correctamente, sin errores. Ojalá esto pueda cambiar muchas de las cosas en las que la sociedad está tan equivocada. Esa es mi misión, ese es mi deseo. Por ejemplo, se dice que el I-Ching es tan bueno, pero tan poca gente realmente lo conoce bien, lo entiende bien. Esto es una verdadera lástima. Por eso, es necesario que alguien lo explique y lo aclare bien. Yo, gracias a mi práctica y a mi experiencia, pude comprobar qué tan ciertas son las cosas que figuran en ese libro. En mi práctica en solitario, estando alejado de Taiwán, no solo corregí técnicas y formas, sino que todas las validé para asegurarme de que eran las mejores técnicas, los movimientos exactos que había que hacer en tal o cual situación. Probé varios casos, varias posturas, hasta encontrar el punto justo.

Por eso, el aprendizaje es constante, hay que esforzarse cada día como si uno estuviera sobre la corriente del agua. Hay que seguir remando corriente en contra, hasta llegar a la cima de la montaña. Ese es el objetivo. Si uno deja de remar, la corriente la arrastra al mar, pero ese no es el origen: el origen es la montaña. Hay que esforzarse, día a día, para llegar a la cima. Esa es la mentalidad que hay que tener cuando uno aprende algo. Hay que usar todas sus fuerzas y concentrarse muy bien, para no perder ni tiempo ni dinero. De los dos, lo más importante es el tiempo. El dinero depende de cada uno, y eventualmente puede recuperarse. En cambio, el tiempo perdido es irrecuperable. En la vida, el tiempo con el que contamos es muy limitado. Cada día lo encaro tratando de aprovecharlo al máximo. Cuando termina, siempre quedo muy feliz, viendo que hice lo más que podía en todas las actividades que emprendí. Hoy Darío me comentaba que estaba muy contento luego de su práctica de chi kong. No podía encontrar las palabras para explicarlo, pero la práctica le había dado mucha felicidad. Si todos los días practicamos bien y sentimos eso, ciertamente, avanzaremos muy bien y llenaremos nuestra vida. Cuando uno vive así, ya no le teme a la muerte: cuando llegue, uno va a estar tranquilo, sabiendo que dio lo mejor de sí día tras día. No importa cuántos años uno haya vivido, lo importante es aprovechar cada segundo que tenemos. Ojalá todos ustedes puedan aprovechar bien su tiempo y practiquen muy concentrados, para lograr aprender correctamente.

-Es muy importante profundizar hasta llegar al centro (al origen), como el agua que proviene de la montaña –dijo el Maestro-. Para así lograr entender la esencia. En la vida uno nunca termina de aprender. Pero existe una manera de aprender bien: “Uno para todo”.

-Lo que dice el Maestro también se ve reflejado en la lectura de los libros –dijo Horacio-. Si bien son las mismas palabras uno logra profundizar y que esas palabras cobren nuevos sentidos. Así nos podemos encontrar con nosotros mismos.

-Cuando uno esta bien concentrado llega a vincularse con su alma  -dijo el Maestro-,  entonces comprende mejor, porque el alma está conectada con un origen muy antiguo. Por eso les digo “uno para todo”, hay que buscar adentro de uno mismo.


Resumen de la charla del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 5 de octubre de 2024. Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Federico Winniczuk.

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