Distinguir el bien del mal

Abr 5th, 2025 | By | Category: Charlas con el Maestro

-En general, veo que la gente que hace Taichi separa la práctica en dos, por un lado la forma y por otro la aplicación, ¿a ustedes que les parece? –dijo el Maestro-. ¿Es mejor aprender separado o junto? Les explico la diferencia, si uno presta mucha atención a los detalles pequeños durante la ejecución de la forma, ya ahí se practica todo junto, se entiende todo y se comprende forma y aplicación. No hace falta dividir la práctica en teoría y práctica, se encuentran muchas más ventajas de esta manera.

 Si queremos mejorar en nuestra vida, se debe practicar una vez para todo, no separar la práctica. Separar la práctica es como la medicina occidental que separa todo en pequeñas partes y no se entiende el problema a nivel global y se pierden ciertas relaciones. Por ejemplo, una vez vino un paciente con problemas de ojos, que había ido a varios oculistas y no había mejorado. Yo le traté el hígado, no le toqué los ojos y ya está bien. Hay que aprender completo todo, por eso siempre les digo: uno para todo.

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Distinguir el bien del mal

Tengo un paciente que me dijo que él era muy buena persona, pero que, internamente, no estaba tranquilo, no sentía alegría y estaba constantemente preocupado. Él me preguntó por qué pasaba esto. Lo que ocurre es que nuestro estado de ánimo está influenciado por las actividades y las cosas que hacemos en todo momento. Quizá pensamos que lo que hacemos es correcto, o tal vez nos parece más o menos bien, pero si nuestro estado de ánimo decae, significa que no estamos haciendo las cosas bien, que algo de lo que hacemos es incorrecto. Piensen en una línea trazada horizontalmente: lo que está arriba de esa línea representa el bien, mientras que lo que está abajo de la línea representa el mal. La línea es lo normal, lo neutro. Lo que está ubicado un poco sobre la línea está un poco bien; más arriba está algo mejor, luego mucho mejor y así sucesivamente. Para abajo ocurre lo mismo: un poquito hacia abajo es algo levemente malo, más abajo es algo que está peor, y así, mientras se baja, peor es. Es muy importante entender qué está bien y qué está mal y, a su vez, en qué grado está bien y en qué grado está mal. Pero mucha gente, lamentablemente, no entiende esto. Una vez, en el consultorio, una señora me dijo lo siguiente: «Yo no robo, no mato y soy buena. Entonces, ¿voy a ir al Paraíso?». Yo le contesté que no es tan fácil llegar al Paraíso. Además, yo sabía que ella engañaba a su marido con su mejor amigo. Ella no veía eso como algo malo, a pesar de que, por supuesto, lo era. La justificación que daba era que lo hacía porque le gustaba. Hay muchas cosas que pueden gustarnos, pero que, en realidad, son incorrectas, están mal.  En esta sociedad actual, se ve mucho que la gente no tiene bien claro el concepto del bien y del mal; se confunde y cree que algunas cosas están bien cuando, en realidad, están ciertamente muy mal. Muchos, inclusive, creen que al hacer estas cosas no tendrán consecuencias. Pero, cuando llegue el último día y se juzguen nuestras acciones, ahí vamos a entender, finalmente, que eso estaba mal. Lamentablemente, en ese momento ya será demasiado tarde: la persona no se podrá escapar del juicio, ni del castigo correspondiente. Lo que yo quisiera es que ustedes y, en general, toda la gente, entiendan las cosas antes, y no el último día, porque ese día, como les dije, ya será demasiado tarde para enmendarse. Hay que corregirse antes y dejar de hacer las cosas que son incorrectas. Esto no se aplica solamente a las acciones, sino también a los pensamientos. Por ejemplo, si una persona tiene malos pensamientos y desea matar a otra, aunque no lo haga, y quizá solamente llegue a amenazarla, con eso ya está generando mala afinidad y va a ser juzgada. Por otro lado, si alguien quiere matar a otro, pero lo mantiene oculto y nadie se entera, de todos modos, por tener ese mal pensamiento, ya genera una mancha en sí mismo, y también va a ser juzgado. Cuando surge un mal pensamiento, hay que tratar de eliminarlo rápidamente, porque si uno persiste mucho tiempo en él, finalmente quedará una mancha en el alma, que también será juzgada.

La mayoría de las religiones tienen mandamientos que son muy importantes y que nos ayudan a seguir por el buen camino. La gente que los respeta hace muy bien, pero es fundamental saber que con eso solo no alcanza: dentro de cada mandamiento hay más detalles que hay que respetar: los mandamientos son solo las grandes líneas que nos enseñan a entender cómo debemos comportarnos. Pero hay mucho más detalle que debemos conocer y respetar para no ir por el camino incorrecto. Por eso, es necesario aprender y conocer qué es lo correcto, y distinguirlo de lo incorrecto. Hay gente que cree que porque no lo conoce bien, en realidad no está en falta. Esto, definitivamente, es un error. Piensen en este ejemplo: imaginen que una persona va caminando totalmente a oscuras por un lugar donde hay un pozo; sea que conozca o que no conozca el hecho de que en ese lugar hay un pozo, si pasa por ese pozo, igual se va a caer. Lo mismo va a ocurrir con nosotros cuando seamos juzgados: no importará lo que hayamos conocido o lo que no, sino lo que hicimos en nuestra vida. Por eso, es importante que acepten los consejos y que sigan los mandamientos: esto es una gran protección para cada uno. En las religiones, si uno comete un pecado, va y se confiesa ante un sacerdote o un maestro, y esto es una gran ayuda porque rápidamente se limpia la mancha que se había generado. Pero, si uno persiste en el error y sigue haciendo lo mismo, entonces la mancha quedará marcada fuertemente en nuestro interior, y eso traerá consecuencias.

En la vida, hay que tener una especie de red para tamizar y separar los errores gruesos de los errores finos. Es como en la construcción, donde, al revocar, se utiliza arena fina y, para obtenerla, se pasa la arena por un tamiz. Nosotros también tenemos que tamizar nuestras acciones y ver en qué nos estamos equivocando poco y en qué nos estamos equivocando mucho. Si encontramos pequeñas equivocaciones, pequeños desvíos, tenemos que usar la práctica para corregirlos. Cuídense de cometer grandes errores, porque son muy difíciles de corregir. Por eso, para ser verdaderamente buenos, no alcanza con no hacer el mal, sino que hay que hacer grandes buenas acciones. Para ser bueno de verdad hay que ser como el humo blanco, que es puro y sube realmente hacia el cielo, mientras que el humo, cuando es oscuro, todavía tiene suciedad, y entonces cae. Así, es necesario observar todo el tiempo qué es lo que estamos haciendo, y para eso usamos los detalles pequeños, que nos ayudan a mejorar muchísimo nuestro poder de observación, para lograr entender si lo que estamos haciendo es verdaderamente correcto o no y, si no lo es, enmendarlo inmediatamente. Hay gente que está sobre esa línea neutra y cree que es buena, pero quiero que quede muy claro que eso no es así: para ser buenos debemos practicar para ir hacia arriba de esa línea, cada vez más arriba, mejorando nuestros grados de bondad. Eso es real y verdaderamente ser bueno.

Me ha pasado que algunos alumnos, cuando todavía estaban trabados en algunos movimientos, me preguntaban: «Maestro, ¿estoy bien así?» No me tienen que preguntar en ese punto: primero deben ver solos ver los movimientos que están haciendo, practicarlos mucho y tratar de corregirlos. Luego, cuando ya sientan que están mejor, ahí sí me pueden consultar. Tienen que aprender ustedes mismos a juzgar lo que está bien y lo que está mal. Por todo esto, hay que aprovechar nuestra práctica para poder entender bien que estamos haciendo y mejorar nuestra vida.

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-En general a la gente le cuesta entender qué es realmente bueno o no. En nuestra práctica al practicar concentrados en los detalles pequeños, al observar nuestros movimientos practicamos la sensibilidad. A través de ella el cuerpo nos dice qué es correcto y qué no lo es.

Si se quiere sanar por completo, hay que hacer completo. Cuando un paciente luego de que lo trato y le indico qué ejercicios debe hacer, y me hace caso, ya no necesita volver. Una paciente vino para que la trate de culebrilla, la traté y luego le enseñé los ejercicios y solo tuvo que venir una vez.

Recuerden la línea horizontal que separa lo bueno de lo malo. Si estamos sobre la línea, no somos buenos, no hay mérito. Si voy muy arriba, cada vez más bueno. Por el contrario, si voy cada vez más para abajo, peor. Esto incluso aplica para el pensamiento.

Ahora vamos a hacer Tuishou para entender mejor las técnicas.


Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 29 de marzo de 2025.
Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Eugenio Fontana

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