Practicar incesantemente
May 3rd, 2025 | By Editor | Category: Charlas con el Maestro—Recién Alejandra sentía frío en las manos, y le dije que se pusiera a aplaudir —dijo el Maestro—. Enseguida entró en calor. Pero, además, eso genera buena afinidad con la gente, porque ve que uno está aplaudiendo y siente alegría.
En cada momento hay que ver cómo utilizar lo que tenemos a mano. Como en Moreno, donde utilicé una ramas de un árbol para poder hacer ejercicios. Deben aprender así, y aprovechar la buena afinidad que tenemos en el grupo. En el lugar de práctica, junto al grupo, hay un campo de energía, de la cual podemos cargar nuestra propia energía. Es como cuando ponemos a cargar un celular. Hay que aprovechar cada momento.
Mañana es el curso para ser voluntario en la Fundación Tzu Chi. Es muy útil para manejar su propia vida y ver qué es lo correcto y qué no. Tomando el curso y siendo voluntario, la vida va a mejorar, aumentando su fe y su energía positiva. Ahora Angélica les va a leer el texto de hoy.
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不斷練習
Practicar incesantemente
Alguna vez les he dicho que, si no practican asiduamente, van a perder fuerza. Quiero contarles algo que me pasó a mí personalmente en relación con este tema. En el viaje a Taiwán que hice este verano, estuve allá 50 días. Durante ese tiempo, solo practiqué cuatro días mi entrenamiento diario en la barra. Es decir, cuatro días separados entre sí, durante el total de mi estadía en Taiwán. Al practicar de forma tan espaciada, fui notando rápidamente que perdía fuerza. Al volver a la Argentina y pretender practicar como lo hacía siempre, comprendí qué gran retroceso había tenido: me llevó un mes y medio de mucho esfuerzo la recuperación de la rutina tal como la hacía antes del viaje a Taiwán. Les comparto esta experiencia para que vean que esto ocurre en la realidad, que no son solo palabras: al practicar menos perdemos mucho entrenamiento.
Por eso, vuelvo a repetirles mi consejo: siempre hay que practicar, en forma constante, y esto incluye, naturalmente, también el tiempo de vacaciones. En mi caso, durante esos 50 días, solo cuatro veces pude ubicar un lugar conveniente para poder practicar. Pero esto fue extremadamente insuficiente, porque cada práctica fue muy distanciada de la otra. Ya al dejar pasar una semana entre cada sesión de práctica, baja mucho el nivel de entrenamiento. En mi caso fueron alrededor de doce días de distancia y, por lo tanto, fue aún peor.
Entonces, es importante comprender que debemos estar entrenando siempre nuestro cuerpo y nuestra mente. En el caso de la mente, si no se practica seguido, se pierde mucho la concentración. Esto es así porque la mente, naturalmente, tiene tendencia a buscar siempre cosas nuevas, distracciones: no se puede quedar quieta. Si uno practica cada día con ahínco, esforzándose de verdad, se desarrolla lo que yo doy en llamar «fuerza mental». Esta expresión puede sonar, quizá, un tanto extraña: con ella, me refiero a que la mente y el cuerpo realizan la fuerza en conjunto. La mente piensa «sí o sí voy a hacer este movimiento», como si fuera una voluntad muy fuerte. Pero no queda todo en un pensamiento: la mente ordena, y el cuerpo ejecuta. Con el cuerpo se desarrolla el movimiento y la fuerza, pero todo en completa sincronización con la mente.
Por todo esto, es importante perseverar incansablemente en nuestra práctica, para no retroceder. Lo que a mí me sucedió me sirvió para prestar mucha atención a este tema, y se los comparto para ayudarlos en la práctica. Además, me hizo acordar a una historia que Buda contó cuando estuvo en este mundo. Había un chico que levantaba diariamente un ternero de búfalo para cruzar el río y llevarlo a pastar al otro lado del mismo. Al finalizar el día, el chico volvía a levantar al búfalo, cruzando con él el río para volver a su casa. Esto lo hacía todos los días. El ternero aumentaba de peso en alrededor de un kilo por día, pero el chico no lo notaba, porque su fuerza iba mejorando a la par de que el búfalo crecía. Pero ocurrió que un día, el chico se pescó una gripe muy fuerte, que lo forzó a quedarse en cama durante tres días. Al cuarto día, fue a buscar al búfalo e intentó levantarlo, como hacía siempre. Pero, para su sorpresa, descubrió que le resultaba completamente imposible. Por un lado, al haber estado engripado, su energía y su fuerza habían bajado; y, por otro lado, el búfalo había seguido creciendo un kilo por día. En esos tres días, si contamos los tres kilos que aumentó de peso el búfalo, más la menor fuerza del chico, podemos estimar que había una diferencia de, por lo menos, seis kilos. Entonces, a partir de ese momento, al chico ya no le fue posible levantar al búfalo para cruzarlo por el río. Esta historia nos debe llamar la atención para comprender que todos los días debemos mantener el nivel de nuestra práctica. Esto vale para tai chi chuan, chi kong, elongación, o cualquier disciplina. Siempre hay que continuar la práctica, y no cortar, incluso, aunque estemos de vacaciones. Así, van a vivir más felices, con mucha fe en ustedes mismos. En cambio, si dejan de practicar y luego notan que ya no pueden seguir con la rutina que hacían, el estado de ánimo cae. Para tener buen ánimo hay que esforzarse cada día: lograr pequeños éxitos día tras día, como les comenté alguna vez. Así, vivirán con una alegría que no se puede expresar con palabras.
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—Ya les comenté en otras oportunidades que, para mí, el tomar vacaciones siempre implica perder algo —dijo el Maestro—. En este caso, perdí fuerza, porque no pude practicar como lo hacía siempre en casa. Por eso, siempre hay que vivir de la forma más sencilla posible, luchando cada día por mejorar y practicar. Si se mantiene el ritmo diariamente, el cuerpo y la mente se acostumbran y siempre avanzan. Si cortan esta práctica, pueden llegar a perder mucho. Hoy vamos a hacer tui shou. Vamos a practicar cómo utilizar la fuerza del cuerpo.
—Resumen de las palabras del Maesro Chao Piao Sheng durante la clase del 26 de abril de 2025.
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Desgrabación: Andrés Coratella