Afinidad entre maestro y discípulo
Oct 6th, 2025 | By Editor | Category: Charlas con el Maestro―Agradezcamos al Cielo que al final no llovió ―dijo el Maestro―. Por eso, cada vez que anuncien lluvias para el sábado, no deben preocuparse, sino rezar interiormente, pidiendo que no llueva para poder practicar. Ahora Darío les va a leer el texto de hoy.
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師生奇遇的緣
Afinidad entre maestro y discípulo
Hoy quiero hablarles acerca de mi maestro de hsi suei kong y electropuntura, Chiang Liang Chi. En uno de mis viajes, su señora me contó que al maestro Chiang le habían hecho varias veces el horóscopo, y siempre el resultado era que iba a tener un muy buen futuro. Le decían que siempre iba a ser muy fuerte, y que nunca iba a temer ni a santos ni a demonios. En efecto, el maestro Chiang nunca se enfermaba. Eso me hizo pensar que, de todos modos, cuando llega el momento, no hay forma de evitar irse de este mundo. El año pasado les conté lo que le ocurrió, pero lo repito nuevamente hoy para los que no lo hayan escuchado aquella vez.
Un día, mi maestro Chiang se dirigió al cementerio, hacia la tumba de su padre, que había muerto hacía ya muchos años. Su intención era levantar los huesos, limpiarlos uno por uno, y volverlos a colocar en la tumba. Entonces se le ocurrió que, dado que tenía que sacar todo y volverlo a poner, se podría agrandar un poco el lugar. Al lado de la tumba de su padre había una tumba muy antigua, que ya no tenía nombre, ni cartel, ni nada, solo una simple piedra había quedado, nada más. Hay que tener en cuenta que el cementerio se encontraba en la pendiente de una montaña, y en ese entonces, cuando el gobierno asignaba un predio como cementerio, uno podía utilizar el lugar libremente, mientras no estuviera ya ocupado. Como mi maestro vio esa piedra al lado de la tumba de su padre, pensó que en realidad ahí no había nada, y por eso decidió ponerse a cavar para tener un poco más de espacio. De repente, con la pala tocó los huesos que estaban ahí, y en el mismo momento surgió una energía muy fuerte, como si fuera una bomba que hubiera explotado, y se dirigió directo a mi maestro, rompiéndole una arteria que va al cerebro. En general, cuando se rompe esa arteria, en el 99% de los casos la persona se muere. Pero por haber practicado hsi suei kong y chi kong, pudo contener la energía hasta que la esposa y el hijo lo llevaron al hospital, donde quedó internado. Seguía con vida, pero había quedado hemipléjico. Al tercer día, un amigo de mi maestro fue a hablar con el director del hospital, solicitándole que le permitiera llevar al paciente a su casa porque, le dijo, él sabía cómo debía tratarse a sí mismo, dado que para este caso, la medicina occidental no podía hacer nada. El director accedió, y pudieron llevarlo a su casa. Allí, el hijo y la esposa ayudaron a mi maestro, sosteniéndolo de las axilas, para que pudiera practicar hsi suei kong. No sé exactamente cuántos kilos levantó, mi maestro no me lo contó, pero sé que estuvo practicando bastante durante tres días. Al tercer día, fue caminando solo al hospital, para hablar con el director. Este, al ver entrar a mi maestro caminando, no podía creerlo, quedó completamente asombrado. Entonces le preguntó con qué se había curado, a lo que mi maestro le respondió «Tomé su remedio». Le preguntó lo mismo tres veces, y él siempre respondía, con ironía, «Tomé su remedio». Entonces el director ya no le preguntó nada más, y comprendió que realmente sabía tratarse.
Mi maestro pudo recuperarse, pero quedó muy débil, y una vez, bajando unos escalones en su casa, se cayó y se rompió el coxis. Como le resultaba muy difícil tratarse él solo, la señora le dijo que tomara calmantes. Eso, con el tiempo, le afectó el riñón, que antes estaba perfecto. Finalmente, un día fue a hacerse una tomografía, y al beber el líquido para que salga bien el contraste, falleció. Por eso, en nuestra vida hay que cuidarse mucho, en todo momento. De todas formas, quiero aclarar que mi maestro no era soberbio, él realmente no sabía que la tumba no estaba vacía. Pero lo que quiero decirles es que nunca piensen que su cuerpo está perfecto y que no van a tener problemas, y nunca digan esas palabras a nadie, porque la mala energía está siempre atenta a eso. En todo momento hay que ser humildes y hacer buenas acciones para ayudar a los demás y atraer buena energía.
Quisiera hablarles también de mi sukong, el padre de mi maestro Chiang Liang Chi. Su nivel, tanto en artes marciales como en medicina china, era muy alto. Además, tenía la capacidad de saber quién iba a venir a visitarlo con antelación a que ocurriera, es decir, poseía un tipo de poder sobrenatural. Sabiendo de antemano quién iba a venir, a veces le decía a su esposa que tal persona iba a venir a verlo, pero que no lo molestara, así él podía dedicarse de lleno a atender a sus pacientes. Siempre curaba muy bien a todas las personas a las que trataba. Por otro lado, tenía una fábrica de muebles de mimbre, con doscientos empleados. En la puerta de su fábrica, sobre la vereda, había puesto un banco y un bidón de agua, para que la gente que pasaba pudiera beber agua fresca y descansar.
Una vez, apareció un anciano, que se sentaba en ese banco para descansar. Luego de algunos días, mi sukong fue a decirle que si estaba buscando a alguien y necesitaba más tiempo, podía quedarse en la fábrica y comer y dormir como sus empleados. El anciano se quedó en la fábrica, y luego de dos meses, le dijo al sukong que buscara alguien que fuera muy honesto, para enseñarles a ambos las técnicas especiales que él dominaba. Así fue como les enseñó hsi suei kong, hasta el octavo nivel. A veces, iban a la montaña a practicar, y veían cómo el anciano se dirigía a recolectar hierbas, algunas de raíz, usando solo sus manos y saltando de manera impresionante para acceder a zonas escarpadas, gracias a su alto nivel en ching kong.
Un día, el sukong estaba andando en bicicleta y una moto lo chocó violentamente, pero él, usando también esas técnicas, saltó muy alto justo antes del impacto, cayendo parado atrás de la moto que lo había embestido. El sukong, caminando, se acercó al motociclista y lo calmó, diciéndole que se quedara tranquilo, que no era nada. La bicicleta había quedado totalmente destrozada, así que el sukong volvió caminando a su casa, sin contarle nada a nadie. Luego de unos días, la familia le preguntó por la bicicleta, y él les contó lo que había pasado, pero no le dio mayor importancia.
Finalmente, pasado un tiempo, el anciano le dijo al sukong que debía volver a Tang Shan, y que si no recibía noticias suyas, significaba que había quedado preso. Es que este anciano le había contado al sukong que se había escapado de China porque había matado, sin proponérselo, a un príncipe, que era un déspota y maltrataba a toda la gente. Él quiso defenderlos, y como el príncipe lo atacó, se defendió a su vez, causándole la muerte. Por eso huyó a Taiwán a buscar discípulos para enseñarles su técnica.
A mí me ha pasado siempre algo similar: no es que yo haya buscado a mis maestros, sino que alguien me guio naturalmente hacia ellos, sin proponérmelo. Por eso estoy siempre tan agradecido por las oportunidades que tuve de aprender con tan buenos maestros. Además, en los cuarenta años que llevo viviendo en Argentina, pude enseñar muchas cosas. Lo único que les pido a mis discípulos es que intenten aprender bien. Es como lo que le ocurrió al anciano del cual les hablé: si no le enseñaba sus técnicas a nadie, se iban a perder con él. Yo pienso exactamente igual, y es por eso que quiero enseñarles todo lo que sé. Ojalá que logren apreciarlo, y que traten de mantener siempre una buena afinidad, para poder seguir mis pasos.
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―Fíjense qué efectivo es el hsi suei kong ―dijo el Maestro―. El anciano que le enseñó a mi sukong, cuando iba a la montaña, saltaba muy alto, de un lado a otro, y en pocos minutos recolectaba un paquete de hierbas medicinales.
Y, efectivamente, estoy muy agradecido por haber aprendido este arte de mi maestro, quien a su vez lo aprendió de su padre, y éste del anciano que viajó de China a Taiwán en busca de discípulos para que no se perdiera su conocimiento. Realmente tuve muy buenos maestros en mi vida; es una gran bendición. Ustedes también tienen suerte, porque tengo muchas cosas para enseñarles, todas originales y correctas. Ahora hay muchas personas que enseñan hsi suei kong, pero la mayoría no son tradicionales, sino solo copias de los movimientos o técnicas. Si bien algo puede ayudar a la salud, no son las técnicas correctas, y es muy difícil poder alcanzar un alto nivel con ellas.
Tuve también otro maestro, del cual no les mostré ninguna foto todavía. No practiqué tanto sus técnicas, pero leí sus siete libros, que conservo, y que puedo entender gracias a las otras disciplinas que practiqué. Él practicaba taoísmo. Wang Shu Chin también, pero de forma diferente, ya que era su religión. En cambio, el otro maestro lo practicaba por sus técnicas especiales.
Por eso, fíjense cuántos buenos maestros que tuve. Hace poco, charlando con Andrés acerca de los temas para mi nuevo libro, me di cuenta de cuántos maestros tuve, y qué buenos que fueron todos. A veces, uno no da tanto valor a las cosas, hasta que las charla con alguien, y se van enlazando las ideas. Así que traten de mantener esta buena afinidad que tenemos, para poder aprender bien y cada día más.
También está, por supuesto, la maestra Cheng Yen, que tiene un muy alto nivel, casi como Buda. Ella es muy humilde, pero su nivel es realmente alto. Por ejemplo, una vez un miembro de Tzu Chi estaba comentando a otros que había aceptado un trabajo muy grande, de electricidad. La maestra pasó por ahí y lo escuchó, entonces le dijo al discípulo que si hacía ese trabajo, no iba a poder colaborar más con la fundación. El discípulo le preguntó por qué, pero ella no respondió. Él se quedó pensando, y finalmente decidió rechazar la oferta de trabajo. A los pocos meses, se vio que los precios de los materiales aumentaban considerablemente, y entendió que, si hubiera aceptado el trabajo, seguramente habría perdido todo lo que poseía, y, por ende, no hubiera podido colaborar más con la fundación Tzu Chi, tal como lo había predicho la maestra Cheng Yen.
Bueno, vamos a practicar tui shou.
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Resumen de las palabras del Maestro Chao Piao Sheng durante la clase del 27 de septiembre de 2025.
Prohibida su reproducción sin autorización del autor.
Desgrabación: Andrés Coratella.